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La mañana los recibió con la noticia de que el Rey había muerto

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La mañana los recibió con la noticia de que el Rey había muerto. El águila había caído según los códigos del equipo de seguridad para designar la muerte de su jefe y gobernante.

Arlet no debió de haberse sorprendido tanto, pero lo hizo. En su afán por salvar a Ewen, la noche anterior había olvidado por completo de que él no era el único objetivo de ese plan atroz.

La reina lloraba como si estuviese destrozada por dentro cuando llegaron al cuarto que los reyes compartían. Abrazó a Ewen y siguió llorando como si se le fuese la vida en ello, como si hubiese perdido al amor de su vida.

Hipócrita.

Arlet la dejó continuar con su teatro y se acercó a la cama sentándose junto al cuerpo inerte de su suegro. Le dolía el corazón por no haber podido evitarle ese final, pero tenía claro que no podría haber hecho más.

Tener a Ewen esa mañana con ella era de por sí una hazaña y un milagro.

Se despidió del rey en silencio, con un dolor profundo en el pecho por no haber podido hacer nada por él sabiendo cuál era su destino de antemano. También se preguntó qué sería de todos ellos, de Ewen, su hijo y ella, ahora que el rey Thomas ya había fallecido.

Sin duda alguien iba a sucederle, pero quedaba en poder del Consejo, según ella creía, el designar a Victor o a Ewen.

La reina debía de tener algún plan, y solo pensarlo la estremeció. ¿Estaría del lado de su hijo bastardo? Si lo había ayudado, tenía que estar al tanto de los planes de Victor para quedarse con el poder. No creería si le dijera lo contrario.


Victor apareció a media mañana con una expresión lúgubre ensayada pero mucho más contenida que la de la reina. A su hermano casi no lo miró, pero sí apuntó una mirada asesina hacia ella, mostrando que no estaba para nada contento con los resultados que había obtenido.

Si era posible, su posición estaba aún más en peligro que antes. Porque si Ewen era nombrado Rey, sería muy sospechoso hacerlo desaparecer tan pronto luego de la muerte repentina de su padre.

Arlet creyó que la atacaría nada más se alejara Ewen, pero tuvo que contenerse en espera del momento adecuado. Cuando se acercó a ella, Arlet logró visualizar el destello de ira en sus ojos y una vena que sobresalía en su cuello de forma asquerosa contrastando con la belleza de su rostro.

—Eres una maldita inútil —siseó en voz baja.

La joven rubia alzó la barbilla y endureció su expresión todo lo que pudo para parecer más fuerte de lo que se sentía. —Te exijo más respeto, Víctor.

—¿Respeto? ¡Teníamos un acuerdo!

—Y cumplí con mi parte —mintió con descaro sin sentir arrepentimiento alguno—. Pero parece que tu plan tenía fallas. Tu hermano se despertó en perfecto estado, no puedo decir lo mismo de tu padre.

Los secretos de la reina #Descontrol en la realeza 0.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora