21

9.4K 1.4K 96
                                    

Los primeros tres años después de ser coronados fueron los más difíciles, tuvieron montones de problemas a los que enfrentarse para sacar el país adelante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los primeros tres años después de ser coronados fueron los más difíciles, tuvieron montones de problemas a los que enfrentarse para sacar el país adelante. Ewen era joven e inexperto a pesar de que su padre lo había instruido en los años anteriores a su muerte, pero nunca había tenido que lidiar con tantas cosas juntas a la vez.

Arlet cumplió con sus tareas lo mejor que pudo. No la tuvo fácil, porque ella, a diferencia de su esposo nunca había tenido ese tipo de preparación y la reina viuda, Cristal, no se había mostrado muy dispuesta a ayudarla. Es más, cada vez que podía se esforzaba por ponerle trabas y hacerle pasar malos ratos.

Cada día sentía que su oportunidad de escapar estaba más cerca, Alioth crecía a pasos agigantados y su esposo pasaba tanto tiempo ocupado que a veces sentía que ya no la quería como antes, ni que la necesitaba.

Un día de tantos, recibió una carta en manos de uno de sus sirvientes de confianza, de los que le habían quedado desde que Jaques se había marchado, y su corazón se detuvo al ver su contenido.

Estoy en casa.

Me gustaría verte.

J.

Fue una sorpresa, porque a pesar de que habían intercambiado algunas cartas en todo ese tiempo, él jamás le había mencionado sus planes de regresar.

Sin dudarlo le respondió y decidió que lo mejor era encontrarse en la casa de campo, la cual ella tenía cerrada desde hacía años, más específicamente desde que él se había marchado.


Siendo la reina no era fácil salir sin ser vista pero se las ingenió para hacerlo solo con su personal de confianza y llegó al sitio pactado lo más rápido que pudo. Tuvo que esperar a Jaques y lo hizo sentada en un sofá mirando hacia el jardín delantero desde la sala de estar.

Estaba perdida en sus pensamientos cuando él llegó en un coche nuevo y se le detuvo el corazón cuando lo vio bajar.

Lo apreció con detenimiento sin sentir vergüenza porque él no podía verla desde su privilegiado escondite detrás de la cortina. Estaba más guapo que antes, si eso era posible, y tenía un porte mucho más seguro de sí mismo.

No pudo evitar compararlo con su esposo. Ewen podría ser el rey de Sourmun pero nunca conseguiría verse así.

Ella ya estaba a mitad de camino cuando él abrió la puerta y entró al recibidor. Arlet se quedó de piedra viéndolo más imponente de cerca con su pantalón marrón y su camisa negra. Le faltó la respiración y se sintió una niña otra vez.

Apretó los labios en una fina línea sintiendo a la vez ganas de reír y llorar.

Finalmente fue Jaques quien tomó la iniciativa y cerró la distancia que los separaba en grandes zancadas, abrazándola a la vez que Arlet dejaba escapar un suave llanto.

Se abrazaron como dos personas que se querían demasiado y que habían llevado mucho tiempo separados.

—Te extrañé tanto —susurró él y la apretó contra sí—. Soñé con este momento todas las noches, Arlet.

Ella sonrió y acunó su rostro entre las manos. —Yo también te extrañé, Jaques. Estoy tan feliz de verte... —hizo una pausa y bajó la cabeza dejando de mirarlo por un momento—. Pero no entiendo, qué haces aquí. ¿Has vuelto para quedarte?

Él asintió varias veces. —Pensé que podía quedarme alrededor un tiempo, que podríamos vernos en algunas ocasiones. Con tus padres lejos no hay nada que lo impida. Puedo recuperar mi vida y estar más cerca de ti.

—Sería arriesgado —balbuceó Arlet sin salir de su sorpresa—. Si Ewen llegara a enterarse, o su madre... Yo también te quiero aquí, pero sería muy peligroso.

—Sabes que tenemos los medios y la inteligencia para hacer que siga siendo un secreto. No tienes que preocuparte por eso. Seré cuidadoso. Te necesito, Arlet. Te amo como hace tres años, la distancia no ha hecho más que reforzar mi amor por ti.

Con unas lágrimas saltando en su mejilla, la joven rubia alzó una mano y la colocó en la mejilla de Jaques. —Mi amor por ti siempre estará vivo, Jaques. Y me duele cada segundo que pasamos lejos. Así que sí tú estás decidido a arriesgarte por mí, no hay razón por la que yo no haga lo mismo.

—Seremos amantes —agregó él con el ceño fruncido—. No es lo que había soñado para mi futuro, pero...

—Es una palabra horrible, Jaques. Seremos dos enamorados, dos personas que se aman más allá de las adversidades y que su amor es más fuerte que cualquier obstáculo.

 Seremos dos enamorados, dos personas que se aman más allá de las adversidades y que su amor es más fuerte que cualquier obstáculo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los secretos de la reina #Descontrol en la realeza 0.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora