Estaba muerta.
Eso fue lo que dijeron los médicos cuando la analizaron en el mismo piso. Ni siquiera atisbaron a levantarla y llevarla al hospital. Cuando la cargaron en la camilla ya la cubrieron con un plástico hasta la cabeza en medio de los gritos desgarradores de la Duquesa.
Arlet se colocó junto al barandal del piso superior y desde ahí miró toda la escena por más de una hora sin tener ningún tipo de reacción. Oyó todo lo que decían los médicos y la conmoción de sus padres y los empleados.
Muda y quieta se quedó allí casi sin parpadear.
Cuando las puertas se cerraron, su madre miró hacia arriba y le apuntó con un dedo desde el medio de la sala.
—¡Tú la mataste! —Gritó—. Mataste a mi hija.
Arlet siguió sin moverse, pero no le afectaron los gritos de su madre. Seguía en shock y le era imposible procesar cualquier otra cosa. No sentía nada, ni dolor, ni alegría, ni tristeza.
Isobel empezó a subir las escaleras sin que su marido pudiera hacer nada para detenerla. —Mataste a mi hija —repitió cuando estuvo en los últimos escalones.
Recién entonces Arlet se movió y se hizo a un lado para evitar que su madre la tirase a ella también. —¿Cómo podría haberla matado, madre? —Replicó por primera vez con la barbilla en alto y la espalda recta—. Shiobban se cayó. Me parece que le faltaba equilibrio, así de gorda como estaba. Se resbaló.
En su voz no había ningún rastro de emoción lo que hizo que su madre se sulfurara aún más, tanto que su piel comenzó a ponerse del mismo color que el vestido rojo que llevaba puesto.
—Eres un monstruo —le apuntó entre lágrimas y cayó al piso de rodillas—. Mi pobre niña...
Arlet se abstuvo de rodar los ojos, pero disfrutó viéndola sufrir y deshacerse en pedazos como lo habían hecho con ella en el pasado y hasta en el mismo presente pocas horas antes. No diría jamás que no se lo merecían. —¿Tu pobre niña? Shiobban era una mujer, madre. Estaba esperando un bastardo.
El duque terminó de subir el tramo de escaleras restantes y se abalanzó sobre ella como si fuera a pegarle. —¡Deja de decir esas cosas sobre tu hermana! —Bramó y alzó una mano.
Pero Arlet fue rápida y dio un paso atrás. —¿Qué dirá el príncipe Ewen, mi prometido, si me dejas una marca, padre? A él y al rey no va a agradarles.
—¡Acabas de matar a tu hermana! Tengo razones más que suficientes para castigarte.
Él siguió avanzando hacia ella, pero la joven tomó la determinación de no moverse más. No iba a demostrarle que le daba miedo, ya no sería más la presa asustada que huía de su captor. Ahora tenía poder y todo gracias a ellos mismo, sus padres.
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Los secretos de la reina #Descontrol en la realeza 0.5
Genel KurguAntes de ser madre, antes de ser la Reina, Arlet fue simplemente una niña. Pero, ¿cómo llegó al trono? ¿Cómo se convirtió en la Reina que todos amaban y odiaban por igual? Arlet tiene muchos secretos, y pronto, van a descubrirlos.