10

3.5K 168 3
                                    

Incómoda. Esa era la única manera de describir lo que se siente el estar sentada junto a Harry Styles cuando no me hablaba. No importaba que no quería que me hablara. ¿Cierto?

Su mirada ardía en mí, pero cuando volteé la cabeza para atraparlo, él miraba al profesor. Para el viernes por la tarde, me encontraba lista para que la culpa me consumiera.

Fui una completa perra. Él vino cuando mi hermano pequeño lo llamó, lo que más o menos lo elevó al estatus semejante a un Dios, y no tenía culpa que nos mudamos al lado. Resulta que él había estado viviendo allí por dos malditos años. Si pudiera haber desaparecido a través del suelo en la más absoluta vergüenza, lo habría hecho.

—Oye, ¿estás ahí? —Sam me atrapó con la mirada perdida en el espacio en dirección al poster de Dave Matthews en la sala de estar.

—Sí, solo estoy distraída.

Se colocó la bata alrededor de su cuerpo y se ajustó la toalla como un turbante. —Las chicas y yo nos vamos en un par de horas. ¿Por qué no vienes? Podría venirte bien un poco de acción de rebote.

Examiné la montaña de deberes en la mesa de café en frente de mí. —Ojalá pudiera. —Bueno, no lo del rebote, pero el resto—. Me vendría bien una copa, pero Gus tiene práctica mañana temprano y le dije a mamá que lo llevaría.

—¿Te pidió que lo hicieras?

—No, me ofrecí. —Cuando se quedó en silencio, subí la mirada de mi texto de educación infantil—. ¿Qué?

—Ha pasado un mes, Ember.

Como si necesitara que alguien me dijera cuánto tiempo ha pasado desde que perdí a mi papá. Un mes, dos días, once horas y media desde la notificación. —¿Sí? ¿Y? Ella necesita ayuda. 

 —No estoy diciendo que no. Mira, realmente admiro lo que has hecho. Has dado muchísimo más de lo que cualquier otro hijo haría. Solo digo que tal vez es momento de confiar en ella un poco más. A lo mejor podrías empezar a esperar que te lo pida, en lugar de asumir que no puede con todo. 

 —Tú no entiendes. Se sentó a mi lado y quitó mi mano del cuaderno, sosteniéndola en las suyas.

 —Tienes razón. No lo hago. En realidad, nadie lo hace. Pero he visto a tu mamá en acción, durante los dos últimos despliegues, y también en Kansas. Ella es fuerte. Solo asegúrate de que no la estás menospreciando. Además, ¿tu abuela no está todavía cuidándola?

 —Sí, ella sigue diciendo que se va pronto, pero es como si estuviera esperando algo, un poco de luz verde de que estamos bien. Estoy agradecida de que siga aquí, de lo contrario creo que hubiese regresado a casa. —Sonreí, dándome cuenta de lo que la abuela me salvó—. Además, la abuela no sabe nada de hockey. Una sonrisa maliciosa surgió en el rostro de Sam.

 —¿Tal vez Harry es la razón por la que querías llevar a Gus? La sangre corrió a mis mejillas. —Tengo que pedirle disculpas. 

—Entonces ve a disculparte. —Se puso de pie y se secó el cabello con la toalla—. Chica, el hombre vive al lado. Ve ahí y dile que lo lamentas. Tengo que ir a buscar algo sexy. —Entró pavoneándose en su dormitorio. No es que Sam necesitara ayuda en ese aspecto, pero sabía que cualquier atuendo que eligiera acentuaría todos los activos que tenía la chica. 

Miré el reloj: 19.15. El hueco nervioso en mi estómago me dijo que en serio iba a hacer esto. Bajé los libros y me levanté del sofá. ¿En serio iba a ir con vaqueros y una sudadera de capucha con cremallera? Sip. No era como si tratara de impresionarlo, ¿verdad? Esto envía el mensaje apropiado de mantente lejos. Además, no me puse maquillaje o afeité mis piernas.

CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora