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Todo el mundo se puso de pie y aplaudió a los recién nombrados tenientes mientras eran anunciados. Terminó la ceremonia. Comienza la vida real.

Los uniformes azules se mezclaron en la multitud mientras las familias se abrazaban. Las cámaras fueron sacadas y las fotos tomadas, pero no podía moverme. El latido de mi corazón se aceleró hasta que alzó vuelo, alojando mi corazón en mi garganta.

Harry se abrió paso entre la multitud; determinación, temor y un poco de preocupación bailó en sus facciones. La anticipación se enroscó en mi estómago. Dios, ese hombre era hermoso. Hermoso, y mío. Solo debía tener la suficiente valentía como para aferrarme a él.

Se detuvo justo frente a mí, sin saber si debía acercarse más. —December.

—Hola —fue todo lo que pude decir; demasiadas emociones corrían a través de mí para formar un pensamiento más coherente.

—No hagas esto a menos que tú...

Detuve sus palabras con mi boca, envolviendo los brazos alrededor de su cuello y vertiendo todo lo que sentía en ese beso. Durante unos segundos, cuando no él no respondió, pensé que había cometido un gran error.

Pasé la lengua por la unión de sus labios, y se despertó, balanceándome en sus brazos y consumiéndome en su beso.

—¡Styles!—gritó Jagger.

Harry se giró solo el tiempo suficiente para que Jagger tomara una rápida foto, y luego me sacó de la habitación, con un brazo debajo de mis rodillas, y el otro en mi espalda.

Me reí sin aliento, y la felicidad llenaba cada rincón en mí, por primera vez desde que podía recordar. —Esto es muy Oficial y Caballero.

—¿Qué es eso? —Su mirada bajó a mi boca, diciéndome que su mente no se hallaba en las películas. Una lenta sonrisa se extendió por mi rostro.

—No importa.

—Styles —nos gritó otro teniente por el pasillo, riendo—. ¡No se dan demostraciones públicas de afecto en uniforme!

—¡Hazme saber cuándo pierdas la virginidad, McAfee! —contraatacó Harry, abriendo la puerta de una sala de conferencias. Nos metió dentro, cerrando la puerta detrás de él. Bajó los escalones separados torpemente, y no paró hasta que me sentó en el escritorio del profesor.

Abrí mis rodillas, y se deslizó entre ellas, jalándome contra de él. —Quiero saber lo que significa esto, pero en este segundo no me importa lo suficiente para escucharlo. —Cerró su boca sobre la mía, gimiendo ante el contacto de mi lengua contra la suya. Sostuvo mi cabeza con sus manos, inclinándola para un ajuste perfecto, besándome más y más, hasta que no podía decir donde terminaba yo y donde comenzaba él. Había extrañado demasiado esto. —Maldición —murmuró contra mi boca. Sus músculos se tensaron contra mí, y retrocedió lentamente, dejando su frente en la mía.

—¿Harry?

—Puedo decir que no me importa lo que significa esto, pero no puedo hacerlo otra vez. No puedo tenerte en mis brazos solo para ver que te alejes después. He estado muriendo por dentro desde que te fuiste, y si lo haces de nuevo, acabará conmigo.

Acuné su rostro en mis manos, retrocediendo lo suficiente  para mirarlo, pero no podía leer su expresión a través de sus ojos fuertemente cerrados. —Mírame.

Abrió los ojos lentamente. Sus cejas se juntaron y sus labios se tensaron. —¿Qué estamos haciendo, December? Me voy en dos días.

—¿Sabes a dónde vas ahora? —Odiaba esta parte de la vida militar, pero era un pequeño precio a pagar por él.

CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora