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Llegamos a la sala y hasta el cuarto de Harry. Él encendió la lámpara junto a la cama, iluminando el cuarto con un suave resplandor. Habría mirado alrededor si realmente me importara en el momento, pero lo único en mi mente era cuán rápido podía quitarle la ropa.

Lentamente me bajó a la cama y quise chillar en victoria. Su peso me presionó más contra el suave edredón, y estuve rodeada por la sensación y su esencia. Deslicé mis piernas desde su espalda y él descansó en la cuna de mis muslos, presionándose contra mí.

El cielo.

—Lento. Debo desacelerar —murmuró para sí mismo al tiempo que sus ojos recorrían mi cuerpo.

Sus manos quitaron mis botan antes de que recorrieran el interior de mis muslos. Apretó mi cintura y su boca capturó la mía de nuevo, intoxicándome. Su cabello era como la seda entre mis dedos. Se separó de mi boca, llevando sus labios a mi cuello. Los escalofríos recorriendo mi columna, y me arqueé, dándole mejor acceso mientras mis dedos se enterraban en su cuero cabelludo. —Harry —jadeé mientras él trazaba el sensible camino hacia mi clavícula.

—Tan dulce —susurró contra mi piel. Se deslizó contra mi cuerpo con una deliciosa fricción, pasando su lengua por mi ombligo y lentamente levantó mi suéter. Alzó la mirada, preguntándome con sus ojos, y esperó hasta que asentí con aprobación antes de que me lo quitara, besándome de nuevo cuando pasó mi boca.

Luego sus labios estuvieron de regreso a mi estómago, provocándome, trazando las partes planas y huecas de mi abdomen. Mientras mi espalda se encorvaba en la cama, llevando mis caderas a las suyas, deslizó sus manos detrás de mí y me quitó el sostén en un movimiento rápido con unos pocos dedos. Deslizó las tiras con respeto, conteniendo el aliento cuando mis pechos estuvieron desnudos para él. —Nunca he visto una mujer más perfecta.

Aunque ya me sentía muy excitada, sus palabras fueron como gasolina en un incendio. Me estiré hasta sentarme mientras él se arrodillaba entre mis muslos, tomando su camisa por su cadera y levantándola sobre su cabeza. Su cuerpo era mejor de lo que recordaba. Pasé las puntas de mis dedos sobre su plano y fuerte estómago, y las líneas de "fóllame" marcaban sus abdominales definidos que llegaban a sus pantalones. 

No podía evitarlo, hundí mis dedos en su pretina y lo atraje a mi boca. No había ni un centímetro de grasa en él, nada de suavidad. Adoré la cresta tallada de su estómago con mi lengua, y rápidamente me volví adicta al sabor de Harry Styles. Él aspiró entre dientes, y cuando levanté los ojos para encontrar los suyos, estos se hallaban enfocados en mí. Sus manos se hundieron en mi cabello, sosteniéndome suavemente hacia él, pero apretando y aflojando sus puños como si fuera incapaz de controlar sus propios movimientos. 

 Le hice eso; le hice perder el control, y amaba cada parte de eso. En cuestión de segundos tuve sus pantalones desabotonados y deslizándolos por su perfecto trasero redondo hasta sus rodillas. —Ember —gruñó en advertencia. 

Hombres con traseros como ese no deberían ser permitidos cerca de la población femenina. Mis manos rozaron la banda elástica de sus calzoncillos, pero no podía atreverme a bajarlos, sin importar lo mucho que necesitaba tocarlo, verlo. Encontré sus ojos y casi olvido lo que hacía. La intensidad irradiando de su mirada envió una explosión a través de mi estómago, y supe que sin ningún otro juego previo, estaba lista para él. Nunca había querido tanto algo en mi vida. 

 Mis manos exploraron sus muslos, apenas tocando bajo las piernas en sus calzoncillos. Amaba la textura de su piel, de su cabello, la increíble forma en que olía, a lluvia y sándalo y... Harry. Cuando mis dedos tomaron la porción creciente de su piel, deslicé hacia arriba sus calzoncillos para ver la cicatriz en su pierna izquierda.

CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora