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Thomas



-Del Alfa Max. Habló Paulina.

-¿Por qué?

-Veo en tus ojos tu madures y cuando defendiste a aquél niño sin importar qué ví en ti bombas y un corazón inmenso. Dijo ella pasando sus ásperas pero calidas manos por mi pelo.

-Gracias.

-Él es una persona complicada, es muy impulsivo y a veces llega a ser muy caprichoso, siempre obtuvo lo que quiso y tiende a ser de poca paciencia, por favor te pido que tengas paciencia, el joven es un tanto conflictivo pero es una buena persona y estoy segura de que te hará muy feliz.

Yo solo asentí para luego separarme de ella he ir por más de esas galletas porque de verdad estaban deliciosas.

Las palabras que me había dicho las había guardado en lo más profundo de mi corazón y mente, ya que estaban llenas de sabiduría sobre un tema que yo desconocía.

-Aquí estas. Habló Sara mientras pasaba la puerta y me veía atentamente.

-Sara, me podrías decir dónde vive aquel niño que ayude. Le pedí a lo que ella me miró asombrada.

-¿Para qué quieres ir allá?

-¿De qué niño hablan? Habló en voz alta Arturo, colandose en la conversación.

-De un niño huerfano, quiero que lo adoptes. Pedí usando mi mejor cara de lastima y el me miró rendido.

-Yo puedo llevarlo joven Alfa. Me dijo Paulina a mi lado mientras se sacaba el delantal que llevaba puesto.

-Bien, vamos.

Paulina nos dirigió por la puerta de la cocina que daba hacia afuera y salimos, seguido de Arturo. La aldea era bastante grande y las mayorias de las casas necesitaban reparaciones.
Afuera hacia bastante frio por la noche y la noche estrellada y sin luna no era de mucha ayuda.

Nos alejamos un poco de la aldea y pude notar una cabaña muy pequeña sin electricidad. Mi corazón vibró y sin importar que corrí dentro de la cabaña, haciendo a un lado la puerta y me dirigí donde aquel niño lloraba.

Estaba tirado una molida cama vieja, tiritando de frio y tapado con una fina manta que no lograba calentarlo. El frío de la noche se colaba por varios huecos en la pared y el techo. No lo dude y levanté mis manos, estas brillaron y su brillo envolvió la pequeña habitación, el calor inundo la oscura y gélida habitación mientras él niño dejaba de temblar. Artura, Sara y Paulina justo llegaban cuando él se daba la vuelta para verme mientras secaba sus lágrimas.

Mi energia comenzó a correr por toda la cabaña, reparando, regenerando y creando los arreglos que ésta necesitaba, pronto apareció luz de un pequeño foco y los huecos desaparecieron, toda la casa quedo como nueva y con muchos objetos.

-Thomas, no te sobre esfuerces. Me habló Arturo tomándome del hombro mientras bajaba mis manos.

-¿Tú, hiciste esto por mi? Me habló el pequeño con cara de asombro mientras sonreía muy conmovido.

Yo solo moví mi cabeza en una afirmación mientras miraba con orgullo la nueva habitación del niño al igual que él. Todo ahora estaba impecable, ya no entraría más frío en ningún lado, ya no estaría en la oscuridad durmiendo en una vieja cama sin mantas, ya no.

-Gracias por darle eso a nuestro hijo. Hablaron dos personas en mi oído. Eran voz de un hombre y una mujer.

-Estaba llorando y no quería que llore, sentí su tristeza y soledad por eso lo hice. Dije sintiéndome orgulloso de ayudar a alguién tan bueno como él.

-Lo sabemos, gracias por darle el mejor regalo de cumpleaños, mandales saludos de nuestra parte y dile lo amamos demasiado. Después de decirme eso me quedé mudo.

-No me equivoqué muchacho, tu corazón es oro puro. Dijo Paulina con lágrimas de felicidad en sus candados ojos.

-¿Cómo te llamas muchachito? Le dijo Arturo, acercándose con cuidado para no espantarlo.

-Soy Matheo, y usted, ¿Cómo se llama? Le respondió educadamente.

-Él es Arturo y yo soy Thomas, vinimos a desearte un ¡Feliz Cumpleaños!. Interrumpí para contestar antes que mi padre saltando sobre él para abrazarlo y darle un beso en su cabecita.

-¿Cómo supo que hoy es mi cumpleaños? Me dijo mientras abría los ojos asombrados.

-Pues, digamos que dos personas que te aman mucho me lo acaban de decir.

Pequeñas lagrimas resbalaron de los azules ojos de Matheo para caer sobre el sueter que llevaba puesto. Paulina y Sara miraban conmocionadas por el suceso mientras que Arturo ni se sorprendió. Seguro el había sentido la presencia de las almas al aparecer para mí.

-Thomas, ¿estas bien? Dijo muy preocupado Ariel mientras pasaba por la puerta del pequeño cuarto junto a Mike.

Yo estaba aún abrazado a Matheo en su ahora nueva cama.

-Claro, bobo. Le respondí de forma infantil, sacándole la lengua. Él solo me miro de forma asesina y saltó hacia la cama para darme un golpe pero unas pequeñas manos se levantaron haciendo que se quedara suspendido en el aire.

Miré asombrado a Thomas, sentí una energía correr por su cuerpo y al instante la reconocí, era magia. Sonreí orgulloso y mire de reojo a Arturo que también lo veía asombrado y contento.

-No lastimes a mi amigo. Dijo de forma adorable mientras hacia una expresión enojada.

-Bajalo, somos hermanos y estabamos jugando. Le expliqué, a lo que él me miro avergonzado y lo bajo lentamente.

-¿Cómo es posible? Habló Mike asombrado.

-Es un hibrido. Dijo Arturo a lo que todos lo miraron asombrado.

-Bueno, mañana se lo explicamos pero ahora tengo sueño, ¿puedo dormir contigo? Le dije a Matheo a lo que el me miro muy contento y asentía muy rápido.

-Mañana vendré a verlos, ahora voy a avisarle a Max que estaras aquí. Me dijo Sara mientras se iba con Paulina rumbo a la mansión.

-Nosotros también nos vamos, vendremos por tí en la mañana. Arturo tomó a Ariel que se encontraba cerca de Mike y se teletransporto a casa.

-Yo también me voy, nos vemos después Thomas, buenas noches Matheo. Mike se fue dejándonos a mi y a Matheo acostados ahora en su nueva mejorada habitación.

Poco a poco se fue durmiendo Matheo en mis brazos. Lo arrope mientras me acomodaba entre las suaves sabanas y me dejaba llevar por el cansancio.

Forever© (Edición Y Redacción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora