Forever© (Edición Y Redacción)

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Sé que no tendría que estar molesto ni mucho menos sentir siquiera enojo por dos idiotas como esos, pero ya llevaba mas de cinco horas aquí encerrado y tenía muchos hambre.

-¡Ayuda! ¡Alguién sáquenme de aquí! Grité por vigésima cuarta vez para ver si alguién llegaba a oírme.

Mi estómago rugió por la falta de comida, a pesar de tener dieciséis solamente, gracias a los muchos cuidados de mi abuela y de Arturo, nunca me salteaba ninguna comida.

Tenía que salir rápido de este maldito encierro, no puedo quedarme ni un minuto más. De pronto mi cabeza comenzó a dolerme y mi vista se estaba tornando borrosa, para finalmente estar en la más completa oscuridad.

Sara

Caminó rápido por los pasillos del instituto, son las nueve de la noche y hace mucho frío. Estoy buscando al tal sujeto que humilló a mi hermano para darle su merecido también, nadie humilla a mi hermano a excepción de mí, por supuesto.

Olfateo el aire y distingo un olor a humano muy inconfundible, está cerca y es el único que mi olfato detecta en todo el instituto.
Llego hasta la puerta del armario deportivo y saco la copia de la llave de mi bolsillo trasero. Como dicen por ahí, una mujer muy astuta y precavida vale por dos.

Apenas logro entrar lo veo, pero no como lo esperaba. Estaba tendido en el suelo, con su cabello negro azabache muy largo y alborotado cubriendo parte de su rostro y su palida piel, una sensación de empatia lleno de pronto mis pensamientos. Su respiración era lenta y pausada. Lo tomé en brazos y lo saqué de ahí, caminé hacia la cancha y lo dejé en el pasto.

Simple, lo que haría ahora seria despertarlo y dejarlo acostado, al parecer Lucio y Max ya se divirtieron con él.
Me acerqué para despertarlo pero aparecieron varios lobos y comenzaron a gruñirme.

-Ja, no saben que soy su alfa. Les gruñi para demostrar mi superioridad pero al parecer no resulto, más lobos he incluso otros animales comenzaron a aparecer para interponerse entre yo y ese sujeto.

Un águila, varios ciervos, un par de cuervos y buitres, varios perros, todos al parecer lo protegían. ¿Por qué? Si es un simple humano, no detecto un aroma a brujo ni a otra criatura sobrenatural, es totalmente normal.
De pronto siento punsadas en mis pies y muchos rasguños, miro hacia abajo y noto a una enredadera con espinas creciendo y atrapando mis pies.

-Atrás. Susurró la voz del chico que se acababa de levantar, lo ví a los ojos y me quede muda. Tenía los ojos más azules que habia visto en toda mi vida.

Todos los animales se comenzaron a ir, incluso la enredadera había desaparecido, eso me causo curiosidad. Miraba atentamente al chico que yacía sentado en el suelo donde lo dejé.

-¿Tú me sacaste de ese lugar? Me preguntó mirándome un tanto agradecido.

-Sí, fuí yo, ¿desde hace cuánto llevas encerrado ahí dentro? Le pregunté a lo que el miro un pequeño reloj negro que estaba en su mano derecha.

-Seis, seis horas. Me dijo entre alarmado y apenado.

¿De encerio él había humillado al bruto de mi hermano? Pero si apenas se podía parar. Me resulta intrigante en un cierto grado, parecía no temer a nada pero sin mostrar superioridad. Y sus ojos reflejaban una inocencia que parecía envolverlo.

-¿Estás bien? Le pregunté por mera cortesía, no creo que un chico como él sea malo, seguro solo se había defendido de mi bruto hermano.

-Tengo hambre y quiero irme a mi casa, nada más, por el resto estoy bien. Me respondió con una voz un poco seria.

Parecia más tranquilo de como cuando despertó, de pronto veo como se agarra el cuello y saca un collar de oro que lleva puesto que tiene como dige una perfecta estrella de cuatro puntas de un diamante azul.

Ese collar se me hacia extrañamente familiar, lo habia visto antes en algún lado pero no recuerdo con claridad en dónde. Preferí ignorar esos pensamientos cuando el chico se daba la vuelta y comenzaba a irse sin siquiera despedirse.

-Hey, espera. Lo llamé a lo que él volvio a voltear.

-¿Sí?

-¿Cómo te llamas? Le pregunté.

-Thomas, un placer. Respondió y luego de eso sólo se marcho.

Comencé a caminar rumbo a mi casa. Tenía muchas cosas de las cuales preocuparme.
Salí a la calle y seguí por la calle que iba hasta la aldea.

Lobos lo habían protegido junto a otros animales, me hicieron frente con tal de defenderlo y lo obedecieron sin rechistar.
Tengo entendido y se perfectamente que los lobos obedecen a los alfas, no pueden hacerles frente o desafiarlos sin una disputa a muerte por poder y orgullo, pero ellos no buscaban eso.

Eso fue realmente extraño, ese chico es muy peculiar y extraño.

Mejor dejo de pensar en eso ya que falta tan solo unas horas para que sea el cumpleaños de Max.
Quién hubiera imaginado que aquel muchachito que siempre me defendía de los demás fuera mañana a encontrar a su mate, su pareja destinada, aquella que lo complementa y lo hará inmensamente feliz.
Me pregunto quién de las mujeres de la manada sería. Espero que mi cuñada sea merecedor de mi hermano del alma, por que sí, Max es como mi otro hermano.

Me adentre hace un rato en el bosque y estaba por llegar ya a donde estaba la manada para luego llegar a mi casa, pero algo o mejor dicho alguien capto mi atención.

Una anciana merodeaba cerca de donde estaba, parecía buscar algo y no hallarlo. Es extraño ya que podían haberla olido hace mucho y la habían hechado ya.

Me acerqué sin ningún reparo de hacer ruido y ella giro sin problemas hacia mí, como si me hubiera estado esperando.

-Me alegra que ya hallas llegado, Sara.

Me quedé muda al no saber quién era esa mujer y qué queria, la mire directamente a los ojos y vi unos ojos tan azules como las de aquel extraño chico.

-¿Quién eres? ¿Qué haces aqui? Le pregunté poniendome en alerta, no la conocía y podía atacarme.

-Quién sea ya no tiene importancia, ya no pertenezco a éste mundo, tan solo quiero darte las gracias por sacar a mi Thomas de ese lugar. Me agradeció la anciana bastante contenta. Para luego esfumarse en el aire.