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Siento un brazo sobre mi y un cuerpo duro y solido a mi lado que me sostiene de una manera muy cariñosa. Abro un ojo y luego el otro mientras trato de acostumbrarme a la luz que llega de la ventana y da justo en mi cara. Trato de recordar que sucedió y todo llega a mi mente de manera espontánea.

-Mamá. Susurro y siento una lágrima surcar mi mejilla. El abrazo se intensifica y una respiración en mi oído me produce escalofríos.

-No soy tu madre pero yo también te amo. Me contienda con vos ronca haciendo que sienta mil cosas dentro de mí.

-Yo... Yo no sé que es amor.- Confesé ante ello aunque sentía que me estaba enamorando de él, pero tenía mucho miedo, vi su cara poco a poco apagarse por lo que aclaré. -Pero me gustaría aprender a amar con cada célula de mi cuerpo y por el resto de mi vida, ¿podria enseñarme y ser a ti a quién ame?

-Por supuesto que te enseñaré a amar y también es imposible que alguien no me ame. Fanfarroneó sacando el pecho con galantoneria a lo que reí.

-Te quiero. Confesé, ya que eso si estaba seguro de sentir y el tenia que saberlo, también sabía que podría amarlo como el me ama a mí dentro de poco.

-No me digas eso. Exclamó juguetón poniendo una expresión coqueta.

-¿Por qué? Dije al no entender.

-Pues mi amigo queda feliz con tu simple aroma, con tu sola presencia, a eso sumale que estas acostado y muy junto a mi, no se cuanto tiempo mas me aguantaré para no saltar encima tuyo y comerte enterito.

¿Amigo? ¿Comerme enterito? ¿A qué se refiere con esas palabras? De pronto siento algo duro rozar mi pierna y me doy cuenta en pocos instante a que hacia referencia y al porqué de los comentarios que me había hecho. Un sonrojo cubre al instante mis mejillas y salto fuera de la cama con una almohada en mano.

Sin pensarlo se lo tiro directo a la cara y le grito:-¡Pervertido!

Él solo estalla en carcajadas por lo que hice haciéndome enojar. Mamá me había dicho que tenía el poder de que todos sigan mi voluntad, sonrei por lo que estaba por hacer.

-Que te caiga mucha agua fría encima. Al instante de terminar de decir aquello vi como agua junto con hielo le comenzó a caer encima haciendo que pegara un salto de la cama pero el agua no dejaba de caerle encima.

-¡Para!, ¡Esta helada! Gritó a lo que reí un poco por mi travesura.

-Agua deja de caer y desaparece. Así como sucedió la primera vez pasó en la segunda haciendo que todo el agua desapareciera del cuarto y quedara seco a excepción de Max que estaba completamente empapado.

-Me las pagarás. Me advirtió y haciendo uso de su súper velocidad llego a mi lado y me cargo para arrojarme a la cama en un parpadeo. Me sentí débil ante él pero ese sentimiento en vez de afectarme me reconfortó ya que sabía que él idiota oxigenado siempre estaría para protegerme. Sin esperarlo salto encima mio y rió con malicia.

-No lo harás, no te atreverías. Al terminar de decir eso un escalofrío recorrió mi espina dorsal al ver la siniestra mirada en sus ojos.

Acto seguido comenzó a hacerme cosquillas por todos lados, provocando que riera como loco.
Justo en ese momento por la puerta pasaba el señor Marcha que al vernos levanto una ceja. Max rápidamente salió de arriba de mi y quedó completamente colorado.

-Pa-Papá, he... Yo... Lo que estaba sucediendo es que... Trataba de decir entre tartamudeos lo que estaba pasando antes que interrumpiera.

-No hace falta que me expliques nada, por mi todo bien. Aviso de manera tranquila.

-Buen día señor Marcus. Le saludé antes de ir hacia el baño de la habitación.

Hice uso del inodoro para luego bañarme y cepillarme los dientes. Me miré unos momentos al espejo para luego salir con una toalla sobre la cintura hasta la habitación de Max quien apenas me miró se sonrojo extremadamente.

-¿Me podrías prestar tu ropa? Le pedí a lo que él asintió haciendo así que tome lo primero que vi y me lo ponga.

Mi ropa era una remera negra con un estampado en el pecho de una banda muy conocida en la actualidad. Unos pantalones blancos junto con unas Nike negras hacia juego perfectamente.

No me puse ropa interior. Y además la ropa de Max olía tan bien, el tenía esa mezcla entre su perfume y el olor a chocolate y dulce de leche juntos que me hace sentir tan bien, amo esa combinación de aroma.

Ya vestido salí de la habitación e iba rumbo al patio, quería tomar aire puro y estirar las piernas. En eso logre crusarme con Mike quien sonreía a mas no poder, solamente lo saludé y seguí con mi plan, ya vería que información le saco a Ari.

-Arthur. Lo llamé cuando ya estuve fuera y tal como sucedió ayer en la mañana el apareció luego de que lo llamara.

-Buen día, muchacho. Fue su tosco saludo.

-¿Cómo estas? Pregunté, ya que deducía que si yo lo estaba pasando un poco mal al extrañar a mi madre él estaría peor.

-Mejor. Susurró mirando a lo lejos.

Nos quedamos en un cómodo silencio mientras comenzábamos a caminar. Sabía que Max cuando se desocupara seguiría mi olor y me ubicaría en segundos.

-Ya sabes la naturaleza de tu poder, ¿cierto? La voz de Arthur sonaba mas a una afirmación que una pregunta.

-Asi es.

-Pues tienes que comenzar. entrenar a tu poder mientras aún no sea tan grande y la estrella del Norte aún repela su fuerza. Me advirtió.

-¿Por qué? Inquiri, ya que no sabía que el collar también sellaba parte de mis poderes.

-Tu tienes el poder de la Voluntad o como lo veo yo, el poder de un Dios. Tu puedes hacer todo y nada a la vez y todo eso esta en tu interior, por ello tienes que aprender a tu manejarlo y no el a ti.

Forever© (Edición Y Redacción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora