Forever© (Edición Y Redacción)

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Thomas

Estabamos frente a toda la manada Vanity la cual nos mira furiosa. Observo al padre de Max mirarme con gran odio al igual que su familia, a excepción de Sara.

-¡Que demonios nos has hecho maldito mocoso! Gritó viniendo hacia mi el padre de Max.

-Detente padre. Le sostuvo Max desde el brazo para impedir que viniera hacia mi.

-Creo que es momento de presentarnos de verdad. Me sugirió Arturo poniendose a mi lado al igual que Ariel. Mike nos observo extrañado pero continuó de nuestro lado.

-Permitanme presentarme, soy el Guardián de la Estrella del Norte. Él es el Rey Elemental y su hijo, el Príncipe Elemental. Un placer. Saludé a todos revelando la mitad de mi identidad ante toda la manada de Max.

Todos parecieron sorprendidos y deslumbrados por la resiente noticia, la multitud era grande y muy desorganizada.

-¿Ustedes son Los Elementales? Preguntó la mamá de Max, señalando a mi hermano y padre a lo que ellos asintieron a la vez en una respuesta afirmativa.

-¿Por qué no podemos transformarnos? Exclamó un sujeto bastante molesto entre la manada.

-Pues es muy simple, su lobo no esta en sincronía con su parte humana. Su corazón no es digno, está cegado por el odio, el orgullo y la ambición. Expliqué.

-¿Por qué Paulina si puede transformarse? Preguntó una mujer mayor y muy robusta que me miraba de manera superior.

Analicé a cada uno de los presentes y noté que casí la mitad no poseía el sello pero aun así fingían no poder transformarse. Por un lado me sentía en paz en saber que por lo menos si hubiera personas buenas en esta manada.

-No es así señora, Mike también se puede transformar al igual que Sara y muchos otros de los presentes, estoy casi seguro que el sello calló solamente para la mitad de la manada y la de más alto rango.

Todos se miraron entre ellos y se fueron separando. Poco a poco todos los que se podian transformar se fueron alejando de los que no.
Un gran alboroto comenzó a surgir por parte de los lobos, que al no poseer la transformacion quedaron indignados con aquellos que sí.

-¿Qué ser eres para siquiera igualar el poder de la luna? Exclamó una anciana que me miraba con rencor.

-Que seres son ustedes para corromper un don de la luna. Refute a lo que todos callaron.

-Tom, hablemos. Me pidió bastante apenado Max. Yo lo mire y asentí mientras comenzaba a alejarme de la multitud para entrar a la Mansión.

Llegamos a la sala con bastante tensión, el aire se volvió pesado mientras tomaba asiento y el me miraba dolido justo frente a mi.

-¿Qué has hecho? ¿Por qué algunos no podemos transformarnos? La expresión de angustia que poseía era alarmante.

-Lo siento, pero no podía dejar que se siguieran corrompiendo. Hoy al notar como Mike se transformo logre notar algo. Expresé a lo que el miro intrigado.

-¿Que tiene que ver?

-Mike se transforma a una velocidad mas rápida que la tuya. Eso lo se porque su lobo esta en sincronía con él.

Eso lo sabia gracias a mis habilidades, los lobod don rápidos ya que tienen que estar preparados bajo ataque y también su olfato debe ser muy agudo como sus otras habilidades. El sello impedía a la transformación solo a aquellos quién habían hecho que su lobo haga una maldad por su forma humana.

-Pero, ¿volveremos a transfornos? Me preguntó con esperanza en su mirada.

-Obvio que si, eso dependera solamente si enmiendan el error que mantiene el sello activo. Expliqué.

-¿Error? ¿Cuál error? Dijo el con bastante extrañeza.

-Así es, pedir disculpas a quién alguna vez heriste injustamente, arreglar una enemistad, no sé, el error que pesa en tu conciencia y mantiene activo el sello. Nada mas simple.

Él guardo silencio para luego mirarme de arriba a abajo.

-Desde que llegaste pusiste mi mundo de cabeza. Me comentó pasivamente mientras se acercaba para sentarse junto a mi en el sofa. Tomó mi mano y un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo para luego un extraño ardor se alojará en mis mejillas.

-Con cualquiera que hubiera hecho esto estaría molesto pero no sé, al mirarte a los ojos no veo maldad y ahora escucharte decir como deshacer el sello veo que nunca podré enojarme con alguién que pese a mis errores trata que lo corriga. Viéndote de cerca veo solo pureza en tí.

Poco a poco se fué acercando a mi, sentía su aliento sobre mientras su vista profunda estaba clavada en mi y nuestras narices se rosaban.
Sonrió un poco antes que uniera nuestros labios en un beso. Mi primer beso. Cerré mis ojos dejándome llevar por las miles de mariposas que estallaron en mi estómago, mi pulso se acelero mientras saboreaba el dulce sabor de los labios de Max.
Nos separamos del casto beso cuando sentí que necesitaba de aire para seguir viviendo pero él aun estaba a centímetros de mi, mirandome con un brillo extraordinario en sus ojos esmeralda. Quise comparar ese brillo con la joya pero no lo logré, solo una estrella podía brillar como ahora lo hacían esos dos luceros. Y por primera vez desee que el momento durará una eternidad, que el tiempo no exista para quedarme a contemplar el rostro masculino de Max; sus pobladas cejas, sus largas pestañas que hacían juego con su tono de piel, sus perfectos dientes que parecían de comercial de dentífrico. Suspire de repente por contener el aire al quedarme viéndolo.

-Eso fue grandioso. Dijo él de repente mientras provocando un calor intenso en toda mi cara.

De repente escuchamos que alguién entro apresurado a donde estabamos, era Sara que nos miraba con cara de horror.

-¡Unos seres está atacando la manada! Exclamó.

Me levante y sin perder tiempo me transporte afuera, allí había cinco de aquellos seres que habían atacado aquella vez a Max. Los lobos que podían transformarse estaban luchando contra ellos mientras Ariel y Arturo trataban de neutralizarlos. Apenas lograron verme les consedi mi energía y extendi mis manos.

-¡Es mi turno de luchar!