Capítulo 1

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-¡Inuyasha! – Grité alarmada, mi vista se dirigía de un lugar a otro, todo parecía distorsionado y lúgubre -¡Inuyasha!, ¡Ayudame! – Abrí los ojos exasperada, impulsé mi cuerpo con ayuda de mis manos y logré sentarme, mi respiración era agitada, y mantenía la vista perdida en el suelo, mi corazón latía frenéticamente y dentro de mí atemorizaba aquella pesadilla nuevamente, como en cada noche.

Solo era un sueño.

Levanté la vista observando a Inuyasha de pie frente a mí, cerré mis manos en puños y me cercioré de que los demás continuarán dormidos alrededor de la fogata.

-Inuyasha – me tranquilice al verlo, pero mi sueño no me dejaba tranquila, corría entre la lluvia gritando el nombre del Hanyou sin razón aparente. Era algo que me desconcertaba al igual que a Inuyasha, que me miraba con incertidumbre y temor.

-Hablas dormida – susurro con el tono preocupado mientras se sentaba a mi lado – siempre estaré contigo - término de hablar observando las estrellas, asentí con lentitud y lo imité, con la vista en las estrellas, alabando a aquella grande e impotente luna, ofreciéndole el mejor de sus espectáculos.

-Lo sé – hable entre murmullos– sé que siempre me protegerás – y no mentía, estaba segura.

-Es hora de dormir –Pronunció, sin embargo no apartó su mirada del cielo– si no duermes mañana no podremos seguir en busca de los fragmentos – Giró su rostro y me observó.

-Si duermo volveré a tener esas pesadillas – susurré con pesar, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.

-Bueno – dijo en un tono apenas audible, pero transmitiendo la comprensión que más esperaba– Entonces hablemos – Inuyasha observo nuevamente la luna.

Sonreí un poco ante su propuesta, me giré al cielo y le conté lo que más sentía – A veces, me gusta pensar que las estrellas tratan de impresionar a la luna– o que la luna me seguía, parecía extraño pero, en las noches en las que la luna brillaba con intensidad, eran los momentos en los que más segura me sentía.

-Torpe –sonrió a medias - solo son esferas – me dirigió una última mirada, se levantó y tomó un rumbo hasta el árbol más cercano, subió y volví a acostarme dando por finalizada nuestra pequeña conversación, aunque me era imposible conciliar el sueño, pareció ser que el intento de Inuyasha por ayudarme no habían sido lo suficientemente bueno.

Aún así, mi único entorno era la luna, la cual provocó en mí un extraño sueño que surgió con la última imagen de un Yokai.

________

-¡Inuyasha! – desperté con respiración agitada. Y lo primero en preocuparme fue el sueño de Inuyasha.

Voltee a su dirección para cerciorarme de no haberlo despertado, pero no lo encontré.

Su aura provenía del bosque, se mezclaba con alguna otra que no tenía identificada, pero saber que Inuyasha se podría encontrar en peligro me guió hasta el bosque.

Me adentré a la penumbra de la noche, todo se mantenía oscuro y me era imposible diferenciar correctamente entre un árbol y unos cuantos arbustos. Fue incómodo y molesto a un grado demasiado grande, pero todos aquellos sentimientos de disgusto desaparecieron al tener frente a mi dos siluetas que conversaban, ignorando completamente mi presencia.

-Me gustaría creer en tus palabras, pero me resulta imposible – Susurró kikyo con la voz entrecortada, mi corazón se detuvo al instante, y es que a aquella sacerdotisa sin alma a la cual creí sin corazón, la habían herido.

-Te amo – Repitió Inuyasha con firmeza y mi corazón tembló por un momento - Y en cuanto la búsqueda de la perla acabe podrás sellar el pozo - Jamás había notado más seriedad en las palabra de Inuyasha.

Las crónicas del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora