Capitulo 5

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Parecía que todo se repetía.

Desperté en el mismo lugar blanco que en el que estaba la ultima vez, pero esa vez no había ángeles, no había demonios, no había un lugar por donde caer.

Solo estaba yo, perdida en la infinidad del blanco.

Pero de a poco un espejo comenzó a forjarse frente a mi, el marco era tan fino como una nube, parecía tratarse de oro blanco.

No fue hasta que me fijé en el mi reflejo cuando en verdad se aceleró mi corazón.

Sobre mis mejillas había lineas parecidas a los de Sesshomaru, mis ojos tenían tonos de blancos y en mi frente se había dibujado un pequeño copo de nieve.

Esa no era yo.

- Kagome - Habló una voz dulce, de una mujer, inundando el lugar.

-¿Quien eres?, ¿En donde estás? - Interrogué a la nada, volteando a todos los lugares posibles sin que nadie me contestara.

-Eso no tiene importancia ahora - hizo una larga pausa, pero tras unos segundos continuó - Kagome, te conozco desde niña, había estado esperando el momento de hablar contigo mucho tiempo.

»Me alegra que hoy puedas verte como realmente eres, que el sello haya desaparecido y que por fin puedas alimentar tus poderes.

-Espera, ¿de que estás hablando? - Estaba confundida, ella no ayudaba a que comprendiera la situación.

-Para explicartelo aún hay tiempo, el primer paso es saber quien eres, Kagome.

-Espera, por favor, dime que sucede.

-Nunca me iré Kagome, solo recuerda que cuando me necesitas voltea al cielo oscuro y me encontrarás...

No tuve tiempo para procesar nada, con la.simpleza de un parpadeo pude cambiar mi entorno y encontrarme acostada.

Me levante de golpe, estaba sentada junto a una fogata, el calor que ella emanaba quemaba mi piel, me separé un poco y observé a todas direcciones, encontrando a un taiyokai de ojos ámbar que me observaba fijamente.

-Sesshomaru - susurré, me veía de una manera extraña que no terminaba de comprender hasta que recordé las marcas en mis mejillas.

Las toqué como si aquello las desapareciera, pero esto solo causó mas intriga del lado de mi acompañante quien se acercó hasta permanecer a escasos centímetros de mi, analizándome como si fuera un bicho extraño.

En realidad no estaba tan lejos de serlo.

Se inclinó hasta mi altura y con levedad pasó la punta de sus dedos por las marcas, contorneandolos, suponía que también dudando de su existencia.

-Sigo teniendo las marcas... - Afirmé, con cierto deje de pesar.

-Si, las tienes - Su cara por primera vez tenía una expresión plasmada, pero esta era confusión pura, a la que adornaba la luz de la fogata bajo la oscura tela de la noche.

Alcé el rostro tan solo para que sobre el reflejo de la luna centellara la luna.

<Nunca me iré Kagome, solo recuerda que cuando me necesitas voltea al cielo oscuro y me encontrarás >

La luna...

-¿Hay una forma de quitarlas?-  Pregunté apartando por un momento los vagos pensamientos de mi cabeza. En verdad esperaba una respuesta afirmativa.

-¿Por qué querrías quitarlas? - Remarcó las figuras con sus garras provocando que escalofríos me inundaran - Son bellas - Me sonrojé al instante, pero había algo que me impedía sentir armonía con esas palabras, no me sentía cómoda con el halagandome, no después de haberme tratado con tanta agresión la ultima vez.

Las crónicas del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora