Capítulo 4: Mí suerte, mí amor, mí Dios, ellos vienen desde el dolor

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Second thing second, don't you tell me what you think that I can be I'm the one at the sail, I'm the master of my sea, oh.

..

—Es hora.

Como había ansiado escuchar esas dos palabras, esa simple sentencia. No había podido dejar de pensar en otra cosa en el transcurso del día. El cual, por alguna razón que desconocía, había pasado demasiado lento.

Harry se levantó de su cama con velocidad, acomodó el bolso que había preparado en su hombro y le dirigió la mirada a Payne, el cual aguardaba en la entrada de la habitación.

Sonrió altaneramente. Hora de romper unos cuantos huesitos.

—Vamos—Respondió el alfa, manteniendo la sonrisa en su rostro.

LA PREPARACIÓN

El rizado golpeó con algo de pereza la ruidosa alarma que vibraba en su mesilla de noche.

Se giró en su cómodo colchón King Size, enterrando la cara en una de sus tantas almohadas, tratando de conciliar el sueño otra vez.

Suspiró pesadamente, fregando su rostro contra la superficie esponjosa. Justo antes de abrir sus ojos como platos, miró el reloj que había tirado al suelo y leyó la hora.

Mierda.

Anoche se había quedado hasta altas horas de la madrugada entrenando para la gran final. Niall, como buen amigo que era; haciéndole compañía.

Y ahora se había quedado dormido, como resultado de su obsesión por levantar pesas.

Las jodidas doce del mediodía.

¿Por qué Caroline no lo despertó?

Toda la flojera acumulada abandonó su cuerpo, levantandolo de su cama con rapidez.

Quitó su camiseta en el camino al baño junto sus bóxers para acelerar el proceso de tomar una ducha.

Abrió la llave del agua caliente mientras cepillaba sus dientes velozmente, no tenía tiempo de meterse en la tina, así que optó por la regadera. Enjuagó su boca y se adentró a la ducha. No le tomó mucho tiempo lavar su cabello por lo corto que estaba, así que tan rápido como entró, salió de allí.

Secando su cabello y con una toalla en la cintura, se roció desodorante para luego colocarse una ropa cómoda.

Pasó una mano por su rostro, tratando de despertarse un poco más y salió directo a la cocina. Al llegar, su adorable cocinera lo esperaba con una sonrisa y un plato lleno de ensalada y lomo de res.

—Buenas tardes, Hazz ¿Has dormido bien?—Saludó sirviendo el plato en la mesada, para buscar un poco de agua a la nevera.

Mirando el plato con ojos deseosos, Styles relamió sus labios.

—¿Por qué no me has despertado?—Cuestionó, picando un pedazo de la carne.

La beta puso los brazos en jarra, apoyando su peso en una pierna.

—Con todo respeto, pero fue usted el que madrugó. Yo estaba cocinando—Respondió, ganando un asentimiento por parte del menor.

—Siempre me levantas cuando esto sucede, la costumbre—Murmuró luego de tragar su comida, ahora tomando un poco de su copa de agua.

La beta le sonrió, aún en su posición.

—Niall me ha dicho que no te despierte, que necesitabas descansar. Y tenía razón.

El alfa frunció el ceño, masticando nuevamente, ahora un pedazo de pepino.

—Ese omega tonto, yo duermo lo suficiente, hoy es una ocasión que amerita mi puntualidad—Reclamó el de ojos verdes.

La castaña se encogió de hombros, dirigiéndose a lavar el plato ahora vacío de Harry.

—No sé, pero debes comer más lento, ve a tomar un protector gástrico, muchacho.

Harry giró los ojos, limpiando sus comisuras con una servilleta.

—Ya, voy. ¿Liam está...?

—En el ground, ordenando todo. El entrenador dijo que quería verte antes de que te vayas, probablemente para una pequeña sesión.

El alfa asintió nuevamente, a punto de retirarse a su habitación.

—Te he dejado una bebida en tu mesilla, por si no la has visto, para que te la tomes allá.

El destino no le pudo poner una mejor cocinera en su camino. Harry sonrió con agradecimiento y dejó un beso en la frente de la beta.

—Eres la mejor—Murmuró antes de retirarse.

—Todo por cuidarte, cariño—Susurró Caroline viendo por donde se fue el de ojos verdes.

Harry subió la escaleras con apuro, ingresando a su cuarto para tomar sus llaves, teléfono y bebida energética antes de salir de nuevo.

Se dirigió al ascensor silbando una canción de Fleetwood Mac, quería resolver todos sus asuntos rápidamente antes de volver al ring.

Bajó al estacionamiento del edificio y marcó el botón de la alarma de su adorado One-77 plateado, para subir a él.

Adoraba aquella máquina, uno de sus caprichos tras ganas una de las tantas competencias en las que había participado, hace unos 3 años. Tenía dinero suficiente para comprar más originales, pero con su Aston Martin le era más que suficiente.

Con una sonrisa se adentró al tráfico, tamborileando sus dedos en el volante al ritmo de la canción que silbaba anteriormente.

And If you don't love me now, you would never love me again—Cantó mientras sonaba la bocina de su auto—¡QUÍTATE DEL CAMINO IMBECIL!

Cambió la velocidad pasando al vehículo que se encontraba atravesado en plena vía.

Till Dawn || Larry Stylinson || OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora