Jeon Jungkook lleva viviendo un año con él amor de su vida Kim Taehyung. Sin embargo, cuando él menor de ellos se ve involucrado en un accidente, ya nada volverá a ser como antes.
¿Podrán superar la cruda realidad? ¿Será verdad que el amor lo puede...
La mañana viene acompañada por un sol sofocante que evita a toda costa, que pueda seguir durmiendo.
Han sido duro, no cabe duda pero aún así debo continuar trabajando. Si bien mi jefe me ofreció amablemente que me tomara algunos días de descanso, prefiero no hacerlo. Digamos que él mantenerme ocupado, es un distractor que vale la pena. Soy consciente de que si me detengo terminaré por entrar en su estado del cual no quiero ser espectador.
Me doy un baño, luego me visto para finalmente salir rumbo al trabajo. Es increíble que a pesar de no estar solo, me siento igual de vacío. Mamá salió de compras porque la despensa se encuentra vacía.
Ya en la oficina, me recibe uno que otro compañero regalándome palabras para levantar el ánimo. No es difícil adivinar que mi jefe se debe haber encargado de comunicar lo sucedido.
La tarde incluso transcurre mucho más rápido. No dándome cuenta, cuando ya es hora de finalizar la jornada laboral.
Por otro lado, Seokjin me acaba de enviar un mensaje en donde señala que su hermano menor, Jimin, acaba de llegar del extranjero y que por lo tanto, hoy no podrá visitar a Jungkook.
Pero antes de salir rumbo al hospital, verifico una vez más el interior de mi maletín, asegurándome que el álbum de fotos se encuentre en su lugar.
Yoongi me señaló que podía intentar contarle sobre nosotros a través de fotografías, las mismas que Jungkook atesoraba en un álbum que diseñó tras nuestro primer aniversario y que solía guardar en una pequeña cajita bajo la cama, recalcando que los momentos de felicidad siempre debían registrarse.
Al llegar al hospital me encuentro con sus padres. De inmediato nos ponemos de acuerdo en el orden de ingreso en la visita, decidiendo que ingresarán la primera media hora y luego lo haré yo.
Al llegar mi turno, ingreso sigiloso a la habitación sólo para encontrarme con panorama bastante divertido a mi parecer. Un Jungkook cubierto con la sábana hasta la cabeza, intentando mantenerse estático pese a que sus pies lo delatan.
—Es imposible que te hayas dormido, tan rápido. —cuestiono, con evidente burla en mi tono.
—No estoy haciéndome el dormido, sólo tengo un poco de vergüenza. Mamá me ha contado un par de cosas sobre nosotros y bueno... Aish —se incorpora, sentándose en la camilla.
—¿Puedo saber que te contó?, porque se me ha adelantado, pensé que sería yo quien te hablara de nosotros.
—Oh no, Taehyung. No te enojes con ella. —mueve sus manos de lado a lado en negación. —Mamá básicamente me dijo que yo estaba obsesionado contigo en la escuela, tanto que hice que mi tío me pusiera en tu clase. También que fui el que en declararse y que vivimos juntos, eso es todo, no pude seguir escuchándola. —le entrego un vaso con agua, mientras no me aparta la mirada.
—Eso es cierto... —me carcajeo ante su evidente sonrojo. —¿Puedo sentarme junto a ti?. Quiero mostrarte algo...
Asiente con la curiosidad haciéndose presente mientras avanzo hasta llegar a su lado, sentándome en el costado derecho de la camilla. Luego procedo a abrir el álbum de fotos, en el que se divisa claramente "Jeon & Kim" con letras plateadas en la portada.
—Es nuestra primera fotografía juntos. —le indico, mientras se la acercó para que la vea con más claridad. —Estábamos en el último año de escuela.
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—La tomó Min. —continuó explicando. —Estábamos en clases, llevábamos una semana saliendo y solíamos estar todo el tiempo juntos.
—Ya veo... ¿Era un buen estudiante?. —pregunta, curioso.
—Él mejor de todos, siempre fuiste el número uno en todas las asignaturas.
—Me estás jodiendo ¿Verdad?, y a ti ¿Cómo te iba?. —alzando la voz en sorpresa.
—No me quedaba atrás, siempre fui tras de ti pero nunca pude superarte.
Suelta una carcajada y me pide que le muestre la siguiente fotografía. Ahora se encuentra mucho más relajado que antes, situación que es bastante favorable para mi.
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—Ésta la tomé en tu casa, a mitad de nuestro primer año de novios justo el día de cumpleaños de tu madre. Solía cambiar constantemente el color de mi cabello...
—Vaya... Me veo bastante afeminado en la fotografía. —agrega con el ceño fruncido y abultando su labio inferior en un puchero.
Cruzamos nuestras miradas y en cosa de segundos, estallamos en risas que tras un par de minutos después, cesan para devolvernos la calma. Observo la hora en la pantalla del celular, cuando la enfermera ingresa para indicarme que acaba de finalizar el tiempo de visita. De inmediato, guardo el álbum en el maletín y sacudo su cabello con la mano.
—Nos vemos mañana. —le aseguro, a la vez que abandono el lugar mientras él, sonríe para mi a lo lejos.
