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Presente

—N-no yo... Jubgkook, yo... —titubeo, al no ser capaz de formular en palabras mis pensamientos.

—Tae... —murmura, posicionando una de sus manos sobre mi mejilla para luego acariciarla con su pulgar.

Todo está en completo silencio, incluso los padres de Jungkook no han soltado palabra alguna. Tengo claridad que si bien no es un te amo, al menos un te quiero es un avance si consideramos las circunstancias, porque cualquier demostración de cariño de su parte, significa todo para mi.

—Te amo. —respondo tras volver en sí. Dedicándole una ligera sonrisa y sin apartar mis ojos de los suyos.

Sonreímos, observándonos con el tipo de miradas que raya en la inocencia, la misma de dos adolescentes que acaban de confesar sus sentimientos. Si bien ya no somos unos niños, me es casi imposible evitar el cosquilleo en mi interior. Es semejante a un zoológico y estoy seguro de que si esto fuese un cuento mitológico, podría jurar que mi alfa acaba de encontrar a su omega perfecto.

Pero, no. Yo no soy un cambia cuerpos y esta realidad es peor que uno de esos dramas. Sin embargo, es lo que me tocó vivir, por lo que sólo por ésta vez, permitiré que el adolescente que hay en mi interior, se alborote con todo esto.

—Creo que deberíamos dejar a los niños solos, cariño. —la voz de la Sra. Jeon se escucha a lo lejos, como un susurro.

—¡Que ya no son niños, mujer!. —exclama su marido, emblanqueciendo sus ojos.

—Tú no entiendes nada, ellos siempre serán mis niños. —indica con dulzura, mientras se dirigen fuera de la cocina en búsqueda de sus pertenencias. Ya mucho más calmada al ver a su hijo mucho más tranquilo.

Me pongo de pie y estiro una de mis manos para poder ayudar a Jungkook, a reincorporase. Tras lograrlo, nos apresuramos para alcanzar a sus padres y poder despedirnos pero al llegar a la puerta que separa ambos ambientes; Jeon toma de mi mano entrelazando sus dedos con los míos, haciendo un leve movimiento para verme de frente.

—¡Yeontan! —denota.

—¿Umm?. —alzo una de sus cejas al no entender a qué se refiere.

—Yeontan, Se llamará Yeontan. —vuelve a pronunciar, dejando a relucir sus ojos ilusionados.

—¡Ohh, es perfecto!, suena como una pequeña combinación de nuestros nombres... —indico mientras acomodo con mis dedos las hebras que impiden ver su rostro despejado.

—Sabia que te gustaría, aunque no es una combinación pero me gusta la idea de que suene así. —suelta una risita que resuena en mi oído como una dulce melodía.

—No puede haber un significado mejor. —refuto, halando de él sutilmente para depositar un beso sobre su frente.

Luego sostengo fuerte su mano y nos encaminamos hasta donde nos esperan sus padres, acompañándolos hasta la salida tras despedirnos mientras nos recalcaban que ante cualquier situación semejante, los llamemos.

Caminamos hasta dejarnos caer en el sofá, agotados por la jornada. Ya es de madrugada y el cansancio acumulado comienza a sentirse con más fuerza.

Jungkook a comenzado a bostezar, luchando porque el sueño, no lo venza. intentando pestañear más de la cuenta, en una lucha por mantener sus ojos abiertos.

—Un momento, bebé. Sé que estás cansado pero tenemos algo pendiente. —manifiesto al sentir como Jungkook acomoda su cabeza sobre mi hombro.

—Ahora no, tengo mucho sueño. Ha sido un día agotador, necesito irme a la cama. —musita, en un tono cada vez más bajo.

—Jungkook, no te duermas. Necesito que me expliques... —suelto un bufido antes de continuar. —¿Qué tan grave fue lo que recordaste que te dejó así?. —inquiero, ante las mil dudas que se repasan en mi mente.

—Es complicado, fueron un montón de cosas pero ninguna de mi agrado. Muy obscuras... —relata, pausadamente. —No sé que tan reales son, quizás sólo sea producto de mi imaginación. —agrega, enderezando un poco su cuerpo. —No lo sé...

—Aqui estoy junto a ti, no lo olvides. —giro mi cuerpo de medio lado para sostener su mano entre las mías. —Puedes confiar en mi, soy el único que puede decirte si es real. —señalo, intentando dejar los nervios atrás.

¡¡💜!!