Capítulo 6

57 11 1
                                    

Dejo la ropa con la que llegué doblada a un lado del escalón una vez que termino de cambiarme por el wetsuits. Chasqueo mis dedos y camino a donde he dejado mi tabla, sobre la arena pidiéndome a gritos ser utilizada.

Mi tabla va más a lo shortboard porque bien que esta playa por más olas grandes que sea, no se presta para otro tipo. Además esta es la que acostumbro a utilizar por ser más versátil. Me paro en la orilla del mar dejando la tabla a un lado para hacer el calentamiento necesario, y minutos después de haber hecho hincapiés en las articulaciones suelto una bocanada de aire. Boca abajo y sobre la tabla llego remando hasta la ola y agarrándome de los cantos de mi adorada tabla me sumerjo y con el pie trasero empujo para luego agarrar fuertemente y sonrío al notar que lo he hecho excelente a pesar de ser la primera práctica.

(...)

Rato después estoy más que agotada y vuelvo a la orilla tirándome en la arena. Mi teléfono suena desde el escalón y no tardo en ponerme de pie para aprovechar que ha llegado señal.

—¿Si? —contesto jadeando por el cansancio.

—Hija —la voz de mi madre es melodía para mis oídos— ¿cómo estás? ¿Cómo te va? ¿Mis fotografías?

—Mamá, estoy bien. Recién termino de practicar.

—Cuidado, Jennifer.

—Tus fotografías todavía no las tomo, quizás mañana —seco las gotas que caen de mi cabello.

—Bien, te lo agradecería. Tu abuela llamó diciéndome que te ha llamado para decirte algo, qué no sé —de repente comienza escucharse de lejos y entre cortado.

—Mami no logro escucharte bien.

—Entonces sí, los cocos —escucho con claridad.

—¿Cocos? —frunzo el ceño.

—¡Si! Me provoca tomar una buena cocada en casa, por eso debes traerme dos.

—Vale, vale.

Ni me da tiempo de despedirme porque la señal vuelve a irse.

—Dos cocos —hablo para mí misma.

(...)

Cuando me he duchado busco un simple blusón cómodo y saco los sandwiches para comer algo, y la gaseosa.

Por la tarde mi única distracción era practicar pero ahora que ha llegado la noche no sé qué hacer. Me dedico a sacudir muy bien el sofá, a cubrirlo con una sábana que he traído y me acomodo en el mismo dándome cuenta que ni contando una granja me dará sueño.

Echo esmalte en mis uñas y a la vez evito no dañarlas mientras intercambio mensajes con Brigitte. Estoy frente al peinador observando el desastre que hay en mi habitación e imaginando lo que mamá me dirá apenas entre.

Cuando termino dejo la pintura a un lado y comienzo a soplar mis uñas que ahora están de color negro. Dos toques débiles en la puerta captan mi atención.

Mamá, sabes que puedes entrar.

No recibo una respuesta pero sí escucho unos sollozos e inmediatamente me dirijo a la puerta donde al abrir veo a mi madre con sus ojos hinchados y sacudiéndose debido al llanto.

¡¿Qué ocurre?!

Jennifer, mi amorme abraza fuertemente.

Mamá, ¿qué pasa? 

Tu padre. El, el equipo de salvavidas...

¿Qué pasa? ¡¿Qué le ocurrió a mi padre?! grito y doy un paso hacia atrás negando.

Tu padre... está desaparecido y, y lo dan por muerto hija...

—¡No! —despierto agitada y muy, muy asustada ante ese recuerdo que es una pesadilla para mí. 

Estoy sudando y mi respiración es desigual. Paso ambas manos por mi rostro y apoyo nuevamente la cabeza al respaldo del sofá, esperando dormir nuevamente sin que esas jodidas pesadillas vuelvan.

Waves and Love (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora