Capítulo 25

39 10 2
                                    

Cuando mi móvil suena me veo en la obligación de refunfuñar y cubrirme completamente con la sábana. Aún es muy temprano y lo sé por la oscuridad que se ve a través de la ventana. No puedo creer que hayan personas tan inconsciente que se les dé por llamar a esta hora, ¿qué creen? ¿que uno no duerme?

Ante tanta insistencia, saco mi brazo pesadamente hasta dar con mi móvil y ver de quién se trata. Claro, debí pensar en ella desde que el móvil comenzó a sonar.

—Imagino que tienes algo muy importante que decirme como para llamar a esta hora, Brigitte —contesto y mantengo mis ojos cerrados.

—¡Buenos días, bella durmiente! —saluda y puedo jurar que está sonriendo al otro lado de la línea—. No tengo la culpa que faltando varios minutos para las cuatro de la mañana sigas durmiendo, eh.

—¿Te parece que es tarde ya? —dejo salir un bostezo y debo sujetar bien el móvil para que no caiga de mis manos.

—Como sea, llamo para decirte que he leído tu entrevista el día de hoy y no pudiste estar mejor.

—¿Qué entre... —abro los ojos de par en par  al recordar qué día es hoy—. ¡Te marco después!

Y con eso, corto la llamada.

He olvidado que el entrenador nos ha dicho que nos quería hoy puntual a las cinco en uno de los salones. Mi corazón saldrá en cualquier momento al saber que hoy es el día y creo que no tengo más espacio para los nervios.

Algo tienes que agradecerme, amiga. Si no es por mi llamada estarías aún durmiendo jaja. Suerte para hoy, aunque no la necesites porque ya la tienes.

Dos golpes en la puerta me sobresaltan y tiro el teléfono a un lado, y debato internamente si abrir o fingir que aún duermo. Pero a lo mejor se trate de alguien del comité para informar algo importante, y no lo puedo dejar pasar.

Me miro en el espejo que está a un lado del peinador, a centímetros de la cama, y al confirmar que me veo patética recién levantada, me pongo de pie y me dirijo hacia la puerta.

Román está al otro lado de la misma y su puño ha quedado en el aire porque su intención era tocar una vez más.

—Buenos días, Jennifer —saluda cordialmente y frunzo el ceño—. No me mires así, me han dado la tarea de tocar las habitaciones de las concursantes. No pensé que esta, la primera que decido tocar, sería la tuya.

Él se encuentra hablándome con normalidad. Viste un pantalón, camisa y zapatos desportivos, luciendo fresco el día de hoy. Y yo... Bueno, yo aún me mantengo en pijamas, sin cepillar y completamente desaliñada ante él.

—Pero ahora que te veo, quiero mostrarte esto.

Se agacha unos segundos hacia un bolso que se encuentra a un lado y del cual no me había fijado, y saca lo que parece ser una tablet.

—Estás en todo los medios, tanto físicos como digitales. ¿No es genial? y en ellos te catalogan como una de las favoritas.

Mis manos se ponen frías al mirar la fotografía en la pantalla y mi nombre a un lado. Desvío mi mirada a la suya y luego la devuelvo al articulo digital.

—Buenos días —mi voz sale somnolienta y debo aclarar mi garganta.

—Te desperté, bueno, esa era la intención —ríe—. Debo continuar con mi tarea, pero te dejaré esto para que lo leas y, ¿te gustaría que fuéramos a desayunar? 

Lo miro y puedo notar una sonrisa asomándose en la comisura de sus labios.

—No me has despertado. Ya lo estaba —volteo los ojos cuando recuerdo a Bri—, y sí acepto el desayuno pero como verás primero debo asearme y esas cosas.

Waves and Love (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora