Los siguientes dos días transcurren rápidos y no es hasta que veo la fecha en el teléfono que sé que mañana es la competencia. Hay mucho alboroto en los pasillos de las habitaciones y por esa razón he despertado.
Observo el techo un par de minutos, debatiendo si ponerme de pie o no. Estoy tan agotada que quisiera guardar la poca energía para mañana pero no permitirán que tenga una falta como esa. Todas han de estar igual que yo.
Gruño mientras me estiro lo suficiente y aparto el cómodo edredón a un lado para dirigirme al baño segundos después. Saco algo más formal para vestirme por las diferentes actividades que tendremos hoy, dejo mi cabello suelto ya que sorpresivamente amaneció un poco decente y recojo mis cosas para partir al lobby.
Espero impaciente a que el ascensor llegue, juego con mis dedos y marco una vez más el botón. Cuando las puertas se abren, me adentro con prisa y lo siguiente que siento es algo muy caliente caer en mis piernas permitiéndome soltar un grito de dolor. He tropezado con un hombre y su café me ha caído encima.
-Te llamo después -le dice a alguien por el teléfono y segundos después lo guarda. Alza su mirada e intenta decir algo pero calla en el intento.
-¡Arde! Uff... -echo aire en mis piernas.
Arde como el demonio, y temo que al intentar secarlas me lastime más.
-Lo siento, lo siento. Yo... no me percaté que ibas a entrar.
-No te preocupes -hago una mueca de dolor-. Ya pasará, espero.
-Vamos a enfermería -ofrece desesperado. Guarda su móvil en uno de los bolsillos, y presiona varias veces un botón-. Necesitas atención.
-¡No! -exclamo- eso me retrasará más. Estaré bien, se lo aseguro.
-Permiteme ayudarte ¿de acuerdo? Ha sido un descuido mío y debo remediarlo llevándote a que te chequeen. Sólo te mandarán alguna crema.
Las puertas se abren en un pasillo desconocido para mí, el hombre me guía a una de las tantas puertas y tras tocar varias veces, una chica abre.
-¿En qué puedo ayudarlos?
-Derramé mi café en sus piernas, accidentalmente claro, pero considero que necesita atención.
La chica me sonríe, busca entre unas cajas hasta dar con unos guantes de látex y revisar mis piernas.
-Me temo que para la próxima deberá pedirlo menos caliente, señor. No es nada grave, pero está en lo correcto al decir que necesitaba atención. Le recetaré una crema que debe aplicarla tres veces al día y, para prevenir el ardor evite mojarlas.
Abro mis ojos hasta más no poder.
-¡No puede decirme eso! ¡He venido aquí por...!
-¿Cuál crema debe usar? Me encargaré de comprarla y dársela -me mira de reojo.
La chica anota algo en lo que parece ser una receta y no espero a que me la entregue, salgo rápidamente de esa habitación volviendo al ascensor.
-¡Hey, espera! Quiero disculparme una vez más. No fue mi intención causarte ese incidente.
-No te preocupes.
Me percato en un reloj que está frente a enfermería de que son más de las ocho y media. Ya todos debieron haberse ido, debieron haber pasado la lista y deben estar ahora mismo haciendo las actividades.
Oh no.
-¿Conoce alguna línea de taxi cerca?-me atrevo a preguntar.
-No. Apenas llegué hoy en la madrugada, ni tiempo me ha dado de conocer el hotel cuando ya debo incorporarme al trabajo, que con suerte llegaré a tiempo.
Asiento.
-¿Forma parte del equipo? -continúa hablando.
-¿De qué?
-El brazalete -muestra su mano; tiene uno similar de color rojo y no alcanzo a leer lo que está escrito porque llega el ascensor- ¿formas parte de la competencia?
-Participaré. Fui una de las seleccionadas, pero temo que estoy en graves problemas porque no...
-No se diga más. Iremos juntos.
Sonríe.
-Me llamo Román, y seré uno de los fotógrafos durante el evento.