Capítulo 8

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—Entonces ambos decidimos romper la ventana para alcanzar la cerradura porque la llave al parecer no es la correcta —explica Enrique quien está recostado a la puerta sonriendo orgullosamente y a la vez detallándome—. Ha crecido tanto, pensé que encontraría a alguien más joven.

Frunzo el ceño.

—¿Pensó que encontraría? ¿Sabía que estaría aquí?

Asiente.

—Su abuela me pidió que trajera al joven —observa al chico que se encuentra en el porche limpiando sus pequeños raspones con una toalla—. Pensé que estaría al tanto de que su abuela quiere vender esta casa.

—¿Qué? ¿vender?

—Sí. Él es el comprador, por eso la señora Beltrán me pidió que lo trajera aquí ya que él necesita echarle un vistazo a lo que comprará.

Expulso el aire contenido al saber que no se trata de algún maleante intentando atacarme, aunque pensándolo bien con ese físico tan... tan él, dudo que pueda ser uno. Ahora entiendo porque el tío me ha llamado.

Después de buscar el manojo de llave que incluye la del compartimiento, vuelvo con ellos entregándoselas y por fin pueden entrar correctamente. El chico sigue con la toalla en sus rasguños y Enrique adentra algunos bolsos dejándolos en el sofá.

—Bueno, debo practicar.

—¿Aún sigue gustándole el Surf?

—Me encanta, y puedo decir que mucho más que antes —sonrío y salgo hasta el porche—. Debo disculparme por eso —señalo su rostro y también lo detallo.

No emite palabra alguna y nada más asiente dándome a entender que acepta la disculpa, y decido dejarlos solos para que puedan instalarse.

Estando en el escalón de la casa mi teléfono vibra, Brigitte está llamándome y pienso en lo mucho que ha de estar aburrida para llamar muy seguido.

—¿Si?

—Hey.

—Bri... creo que... ¿Recuerdas al chico del cual me hablaste que era tu crush o algo así?

—¡¿Samuel?! —exclama y al darse cuenta corrige—: quiero decir, ¿cuando estábamos con Samuel bromeando?

—Bien, ese día me mostraste una fotografía ¿verdad? Y como ahora tengo señal, necesito que me la envíes.

—¿Qué? ¿No te la he enviado antes?

—Olvídalo.

Cuando corto la llamada, me dirijo al whatsapp y reviso los archivos de nuestra conversación. La mayoría son de chicos guapos que consigue en páginas de instagram. Me siento nerviosa por el simple hecho de que sea él, y sino, pues serán gemelos. Unas risas me hacen desviar la mirada hasta ellos, o hasta él. Y sí, estoy en lo correcto.

Brigitte, ese chico está aquí. Repito, ese chico del que tanto hablabas está aquí.

Alzo el teléfono esperando que el mensaje se envíe y justo cuando lo hace éste se apaga dejándome completamente incomunicada. 


Waves and Love (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora