Capítulo 21

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1. Ser puntual.

2. No distracciones al momento de entrenar.

Entre otras cosas más fueron las órdenes que nos dictó el director en la reunión el día de ayer. Agradezco que no se haya enterado de la diferencia que tuve con su adorada hija, y que ella no haya ido inmediatamente a contarle.

Me estiro lo suficiente tras apagar la alarma del teléfono y observo el mismo, 5:30 am. Lo peor es que anoche me costó conseguir el sueño ya que no dejaba de darle vueltas a lo sucedido en el restaurante y que lo hizo para fastidiarme.

Minutos más tardes salgo de la ducha, rebusco en el equipaje algo cómodo para asistir al entrenamiento y una vez que estoy lista, cojo mis cosas y parto hasta el punto de encuentro que será en el lobby.

—Buenos días —me escabullo entre las demás chicas y saludo a unas cuantas.

—Allá tendrán el refrigerio adecuado. En unos quince vendrá el transporte para trasladarlas a la zona de entrenamiento —explica uno de los encargados.

Explica algunas otras cosas a las que no presto atención porque mi móvil comienza a sonar.

—Buenos días, mi amor —saluda mi madre al otro lado—. Sé que es muy temprano y que has de estar ocupada, lo sé porque compartí con tu padre todo ese protocolo pero sólo quería desearte buena suerte en tu primer día de entrenamiento para la preliminar.

—Mamá —sonrío—, gracias. Necesitaba escucharte y que me repitas que debo alejar los nervios, porque realmente los tengo a millón.

—Como te lo he dicho: confía en ti.

—Lo haré. ¿Cómo están?

—Muy bien.

Converso un par de minutos más con ella y al cortar vuelvo al grupo donde nos dan otras indicaciones. Cuando avisan que ya el transporte nos espera, caminamos hacia las afueras del hotel y visualizo a la hija del director en la puerta del autobús entregando los brazaletes de identificación.

—Lo que faltaba —susurro para mí misma y resoplo. Hago la pequeña cola de formación, y estando a punto de subir estiro el brazo para que se encargue de ponérmelo como lo ha hecho con todas.

—Podrás hacerlo tú misma —dice con superioridad y prácticamente lo tira encima. Volteo los ojos e ignorándola subo para ubicarme en uno de los asientos.

El viaje transcurre entre bromas, recomendaciones, música y por supuesto el desayuno que prometieron para el camino que consiste en un sándwich bastante resuelto, una barra de proteína y un agua mineral.

Cuando llegamos alrededor de dos horas después, nos formamos para bajar y nos acercamos al toldo donde están algunos directores y salvavidas.

—¡Jenni! —giro al escuchar una familiar voz, sonrío al ver a Pedro acercándose.

—¿Estarás a cargo del manteamiento?

Le doy un corto abrazo.

—Lo estaré. Sólo para el día de la competencia

—Me da gusto verte aquí. Al menos una cara que me es familiar entre tantas personas del equipo —sonrío—. Debo dejarte porque iré a calentar y comenzar la práctica.

—Ve tranquila niña, y suerte.

Doy un asentimiento y continúo hasta el toldo.

(...)

Las olas realmente son impresionantes, no sé con exactitud su altitud pero supera los once metros pero aun así estoy fascinada con ellas, y más aún después de hacer el entrenamiento de hoy.

Llego al hotel muerta del cansancio, literal. Apenas puedo arrastrar mis pies hasta la habitación y lo que más deseo aparte de acostarme es una ducha fría y la cena.

Demoro en la bañera casi hora y media; aprovecho de comunicarme con mi madre a través de vídeo llamada, hablar con mi hermana y también darle noticias a Brigitte que se encargó de llenarme la mensajería. Escojo un short y una camisa más arriba del ombligo, me aplico la crema hidratante, hago una cola alta con el húmedo cabello y salgo de la habitación con destino al restaurante.

Pago un extra por más comida, su refrigerio no lograría llenar el monstruo que tengo por estómago ahora mismo. En estos días se ponen estrictos con eso de la alimentación, cosa que detesto porque esto no se trata de algún concurso de modelaje.

—Beltrán.

Me pasmo al oir la voz del director.

—¿Tienes un momento? —hace una delgada línea con sus labios—.  Lo que tengo que decirte no te quitará ni tres minutos de tu tiempo. Tuviste un buen desempeño el día de hoy y quiero felicitarte por eso. Si sigues así, superarás el potencial que tenía tu padre.

Sonrío dejando escapar el nerviosismo, por un momento pensé que me reclamaría lo que sucedió con la barbie que tiene por hija.

—Y acerca de lo que sucedió con mi hija, quisiera que por favor dejen sus problemas fuera de todo esto ¿de acuerdo?, no quiero verme en la obligación de tomar una decisión que las perjudique a ambas.

—Gracias, gracias por la comparación que me ha hecho con mi padre pero dudo que algún día llegue a superarlo. Sobre su hija, me mantendré al margen y espero que ella haga lo mismo.

—Conversaré con ella. Nos vemos mañana a la misma hora en el lobby. Buenas noches, Beltrán.

Waves and Love (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora