Capítulo 24

57 13 9
                                    

Nos encontramos en un restaurante con un ambiente bastante agradable, al aire libre y con alguna canción en inglés sonando a través de los parlantes.

Uno de los mesoneros se ha acercado hace más de casi media hora para tomar nuestros pedidos y ahora ambos mantenemos un incómodo silencio.

—¿No estás nerviosa? —su pregunta me toma por sorpresa y me obligo a mirarlo.

—¿Por qué tendría que estarlo? —me encojo de hombros y alcanzo una servilleta que doblo segundos después.

—Me refiero a la competencia —sonríe de lado—. Aunque, si hablamos de este almuerzo debo mencionar también que luces incómoda.

—No estoy incómoda —respondo de inmediato.

—De acuerdo. ¿Has venido sola a la competencia, o hay algún acompañante?

—He venido sola —hago una mueca en un intento fallido por sonreír—. Mi madre no pudo venir y...

—¿Y tu padre? —parece interesado en saber la respuesta, y cuando bajo la mirada un poco afectada por su pregunta parece darse cuenta—. Lo siento, creo que he preguntado más de lo que debería.

—No es nada —sonrío—. Aunque, pensándolo bien no creo que esté tan sola. Sé que mi padre estará conmigo en todo momento, guiándome y cuidándome desde allá arriba.

—No quise hacerte sentir mal. Al parecer a tu lado debo pedir disculpas muy seguidas —bromea.

—Y yo repetirte que no debes preocuparte —sonrío—. ¿Has venido solo?

—En cuestiones de trabajos siempre viajo solo —asiento distraída.

—¿Seguro no has traído a alguien? No sé, a tu novia, mamá o esposa.

Suspira.

—Mi madre está en otro país y, soy soltero —desvía por unos segundos su mirada—. La única persona que podría acompañarme, y que aceptaría que lo haga, está...

—Con permiso, aquí les traigo sus pedidos —el mismo mesonero deja nuestro almuerzo sobre la mesa—. Señorita, ¿su jugo con o sin azúcar?

—Con azúcar, gracias.

Le sonrío cuando deja varios sobres de azúcar a un lado.

Cuando hemos acabado nuestro almuerzo que se trató de filete de pescado, con arroz y ensalada de vegetales, volvemos al sitio donde nos espera arduas horas de trabajo.

(...)

Román en ningún momento deja de verme durante las entrevistas que me realiza su equipo de trabajo y no sé qué me hace sentir más incómoda; si el hecho de tener su mirada sobre mi o no saber qué responder al momento. Nos toman algunas fotografías, compartimos en un vídeo directamente en vivo y luego nos comentan que tenemos dos horas de entrenamientos.

Cuando volvemos al hotel estoy más cansada que ayer, tanto así que no creo poder dirigirme al restaurante y cenar. Entro al baño, me deshago de la ropa y en instantes me sumerjo en el jacuzzi por más de veinte minutos, y si no es por mi móvil que suena estaría por quedarme dormida dentro. Seco mis manos antes de alcanzar el mismo que se encuentra sobre el toilette y al ver de quién se trata decido contestar.

—Jenni —la fina voz de mi amiga se escucha al otro lado de la línea y sonrío—, ¿cómo estás?

—¡Brigitte! estaba por quedarme dormida, pero bien ¿y tú?

Waves and Love (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora