La tarde noche caía en esa ciudad. Afuera en sus calles el bullicio producido entre vehículos y gentes, era mucho. Él lo percibía conforme atravesaba una puerta. Esa le llevaba al interior de su trabajo. El único que había conseguido estando ya en la añorada América y que consistía en ser uno de los ayudantes de cocina de ese restaurante chino. Las docenas de vajillas que había lavado ya durante las últimas seis horas le permitieron salir a tomar un refrigerio.
Sosteniendo una botella de leche, Thierry fue a sentarse en la banca pegada a la pared. Desde ahí, sus ojos fueron a posarse en la gran alcantarilla cercana por donde saliera el vapor caliente de los subterráneos.
El pesado camión que pasó encima del grueso y ruidoso aro lo distrajo para seguirlo en su vereda. El semáforo que le indicó el alto lo hizo frenar toscamente; y porque hubo alcanzado a golpear al auto de enfrente, los conductores se bajaron de sus respectivos vehículos para empezar un alegato.
Por supuesto, las gentes se arremolinaron para mirar. El que también lo hacía sonrió disimulada y burlonamente. Enseguida se concentró en su bebida para tomarla ya que era el único alimento que le daba a su cuerpo.
Lo ganado no era mucho; y lo utilizaba para pagar un sencillo cuarto y viajar en cuanto podía en busca de su mamá.
El domicilio era el correcto. Lo que no... su presencia. Esa que el guardia de una puerta se negaba a corroborarle, lo mismo que el nombre de la dueña; hasta que...
Thierry empeñado en saber de su madre, un día se quedó cerca para vigilar la residencia. De ella, salían dos empleadas y se dispuso a seguirlas. En el interior de un súper las alcanzó; y con la excusa de estar en la búsqueda de un producto en la sección de legumbres, las abordó.
Una de ellas no dudó en prestar su auxilio; en cambio la otra, afirmaba:
– Te he visto antes.
– ¿Si? – hubo preguntado intrigada la otra.
– Lo lamento – dijo el joven apenado.
– Has estado rondando la casa.
– Lo he hecho porque estoy interesado por saber de mi madre.
– ¿Tu madre? –, dos rostros se mostraron interesados.
– Sí – Thierry sacó la última carta recibida y la entregó a la empleada. Ella la tomó; y en cuanto vio un nombre...
– ¿Eres hijo de Ely Baker?
– Así es.
– ¡¿En serio?! – quisieron emocionantemente aseveración.
– Sí. Tengo casi un año viniendo a buscarla, pero el guardia...
– Son nuevos y no la conocen; y es el mismo tiempo que tiene la señora ausente.
– Pero está aquí, ¿verdad?
– Sí, sólo que ahora... – callarían la verdad por fidelidad a su empleador, – están fueran de la ciudad.
– ¿Sabe cuándo volverán?
– Es un asunto serio lo que mi patrona salió a atender; y si hay suerte... confiemos que lo hagan pronto.
– Entiendo.
– ¡Pero no se desanime, hombre! – ¿acaso lo estaba y por eso una de las empleadas hubo sonado animosa?
– ¿No? – inquirió él. – Bueno –, les confiaría: – es que usted tiene la más mínima idea de lo mucho que ansío por ver a mi madre.
– ¡Y lo hará! Sólo sea paciente.
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Imposible no soñar contigo
FanficESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO AUTOMÁTICAMENTE SE ESTIPULÓ. (Escrita y primera vez publicada en 2015) Exactamente diez años los separan. Para él son nada amar a una mujer mayor...