Con la escena presenciada y a solas, los ojos de Thierry se posaron en Candy White. Esa mañana lucía un elegante y casual traje. Sus caireles rizados y dorados le cubrían el rostro al estar agachada acomodando unos papeles dentro de un portafolio.
Éste se cerró en el momento que todo estuvo adentro. Y parándolo, ella levantó la mirada y se topó con la de él.
Su ropa limpia, planchada y siempre combinada lo hacían verse más guapo de lo que era. Y esa mañana ella...
– Hoy te emplearé como mi chofer.
El portafolio se lo ofreció. Yendo a ello, él averiguaría:
– ¿Algún lugar en especial quiere que la lleve... señora?
– Primero a desayunar. Después te diré adónde iremos.
– Me parece bien – respondió un sonriente Thierry quien prestaría atención a la orden:
– Ve por el auto y te espero en la puerta. Iré a darle a tu madre algunas indicaciones.
– Como usted diga.
Granchester caballerosamente cedió el paso. White lo tomó regalándole una sonrisa en el momento de pasar a su lado y él emprendió su andar detrás de ella.
Llegada y cruzada la puerta, Candy fue en una dirección y Thierry en otra. En ésta se divisó a Cynthia quien ya llevaba rato limpiando los altos cristales de las ventanas y se saludaron, retrocediendo él sus pasos para preguntarle a su amiga la exactitud de la realización de la fiesta.
– En dos días.
– Dos días. Demasiado pronto –, Granchester frunció el ceño.
– Sí.
– ¿Y dónde se hará? ¿lo sabes?
– Aquí. ¿Tienes pensado invitar a alguien?
– No.
– ¿Y eso?
– Voy a ser la pareja de... Susy
– ¡No es cierto! – expresó Cynthia; y desde su lugar, que era en el cuarto peldaño de una escalera de tijera, le aventó una franela.
– Lo acabo de confirmar.
– ¡Demonio de chamaca! Siempre se salió con la suya. Bueno, hay que perdonársela porque su salud no es tan buena que digamos.
– Eso precisamente me dijeron.
– Te irás al cielo con todo y zapatos por ser tan generoso.
– Si tú lo dices. Bueno, me voy.
– ¡Cuídate! – se despidieron y a él lo vieron salir en dirección al garaje.
Allá, primero el guapo espécimen abriría una de las portezuelas del auto para dejar el portafolio. Después se dedicó a revisar el vehículo. Verificado que todo estuviera bien, Thierry se montó en ello para dirigirse a la puerta donde Candy ya le esperaba.
Impidiéndole bajarse, ella subió indicándole:
– ¿Recuerdas Angelo's Bar?
– Sí.
– Ahí iremos primero.
– Muy bien – se respondió.
Conociendo la ubicación, Grandchester se condujo allá. Sin embargo, al estar en el interior del lugar que para ellos fue abierto, se oiría:
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Imposible no soñar contigo
Fiksi PenggemarESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO COMO AUTOMÁTICAMENTE SE ESTIPULÓ. (Escrita y primera vez publicada en 2015) Exactamente diez años los separan. Para él son nada amar a una mujer mayor...