Capítulo: 8

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Con la escena presenciada y a solas, los ojos de Thierry se posaron en Candy White. Esa mañana lucía un elegante y casual traje. Sus caireles rizados y dorados le cubrían el rostro al estar agachada acomodando unos papeles dentro de un portafolio.

Éste se cerró en el momento que todo estuvo adentro. Y parándolo, ella levantó la mirada y se topó con la de él.

Su ropa limpia, planchada y siempre combinada lo hacían verse más guapo de lo que era. Y esa mañana ella...

– Hoy te emplearé como mi chofer.

El portafolio se lo ofreció. Yendo a ello, él averiguaría:

– ¿Algún lugar en especial quiere que la lleve... señora?

– Primero a desayunar. Después te diré adónde iremos.

– Me parece bien – respondió un sonriente Thierry quien prestaría atención a la orden:

– Ve por el auto y te espero en la puerta. Iré a darle a tu madre algunas indicaciones.

– Como usted diga.

Granchester caballerosamente cedió el paso. White lo tomó regalándole una sonrisa en el momento de pasar a su lado y él emprendió su andar detrás de ella.

Llegada y cruzada la puerta, Candy fue en una dirección y Thierry en otra. En ésta se divisó a Cynthia quien ya llevaba rato limpiando los altos cristales de las ventanas y se saludaron, retrocediendo él sus pasos para preguntarle a su amiga la exactitud de la realización de la fiesta.

– En dos días.

– Dos días. Demasiado pronto –, Granchester frunció el ceño.

– Sí.

– ¿Y dónde se hará? ¿lo sabes?

– Aquí. ¿Tienes pensado invitar a alguien?

– No.

– ¿Y eso?

– Voy a ser la pareja de... Susy

– ¡No es cierto! – expresó Cynthia; y desde su lugar, que era en el cuarto peldaño de una escalera de tijera, le aventó una franela.

– Lo acabo de confirmar.

– ¡Demonio de chamaca! Siempre se salió con la suya. Bueno, hay que perdonársela porque su salud no es tan buena que digamos.

– Eso precisamente me dijeron.

– Te irás al cielo con todo y zapatos por ser tan generoso.

– Si tú lo dices. Bueno, me voy.

– ¡Cuídate! – se despidieron y a él lo vieron salir en dirección al garaje.

Allá, primero el guapo espécimen abriría una de las portezuelas del auto para dejar el portafolio. Después se dedicó a revisar el vehículo. Verificado que todo estuviera bien, Thierry se montó en ello para dirigirse a la puerta donde Candy ya le esperaba.

Impidiéndole bajarse, ella subió indicándole:

– ¿Recuerdas Angelo's Bar?

– Sí.

– Ahí iremos primero.

– Muy bien – se respondió.

Conociendo la ubicación, Grandchester se condujo allá. Sin embargo, al estar en el interior del lugar que para ellos fue abierto, se oiría:

Imposible no soñar contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora