¿Qué podíamos hacer?

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-¡Emma, cariño!

Julie y Mark llegaron de visita sólo unos minutos después de que mis padres se hubieran marchado, preocupados.

Verlos me hizo sentir sonrojada. Rupert era su hijo y la forma en que casi rompíamos la cama era...

Julie me dio un fuerte abrazo.

Comprendí, esta vez, por qué. Porque yo era la madre de su nieto o nieta. Y me querían. La familia de Rupert me quería.

Sollocé sin poder evitarlo.

Julie palmeó mi espalda.

-Tranquila, querida, ya estás bien.

-Eso.-Mark me apoyó una mano en el hombro.

Suspiré.

-Yo... He salido con su hijo y... Lo había olvidado...

Sollocé otra vez.

-No, no te tienes que sentir mal.-Dijo Julie.-Tú y nuestro nieto están bien ahora. Eso importa.

La abracé con fuerza. Quería sentirme parte de su familia, de verdad quería.

-Además, gran parte de la culpa de esto fue de nuestro hijo. No estábamos de acuerdo con ocultarte la verdad, pero, ¿Qué otra cosa podíamos hacer?

Asentí. Los comprendía.

-Está bien. Entiendo.

Julie acarició mi mejilla con unas suaves palmaditas.

-Si no quieres perdonarnos, estás en tu derecho.

Negué con la cabeza.

-Esto es entre Rupert y yo. Los demás no tienen nada que ver.

Mark asintió.

-Sé que no es el mejor momento, pero sé también que escuchaste mi conversación con Rupert en casa.-Dijo Julie.

Maldición. Yo que creí que había disimulado bien.

-No quise hacerlo...

-No, pero ahora es adecuado para la situación. Oíste lo que Rupert dijo sobre ti y sobre sus sentimientos.

Asentí. Me amaba. Y si realmente estaba tan desesperado como para decirlo a su madre...

-Sí, lo oí.

-Es por eso que ha hecho todo esto. No quiso condicionar tu presente.

Eso era dulce. Pero no estaba dispuesta a perdonarlo por haberme ocultado la verdad.

-Comprendo.

Mark suspiró.

-Si no quieres hacerte cargo de su hijo, nosotros ayudaremos a Rupert a cuidarlo. Siempre hemos hecho eso, con todos nuestros hijos.-Sonrieron.-Y siempre serás parte de nuestra familia.

Suspiré y dejé caer unas lágrimas.

-Muchas gracias.

-Te dejaremos descansar.

Los dos se marcharon, pero me miraron unos segundos antes de salir. Probablemente se preguntaban qué pensaba de Rupert o de ellos.

Las horas pasaban. Me hicieron varios estudios médicos y me dijeron que, si lo deseaba, podía regresar a mi hogar.

Asentí. Odiaba estar en el hospital.

Además, tenía algo muy importante que discutir con Rupert.

Recuérdame [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora