Capitulo 29

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Cuando mi excitación desapareció, lo saqué de mi interior y lo miré detenidamente. Estaba impregnado por mi flujo vaginal y en esos momentos parecía tan real que era imposible imaginar que fuese sólo un juguete. Entré en el baño y lo metí bajo el grifo con cuidado de no tocar la parte de las pilas. Luego, lo sequé con una toalla y lo guardé dentro de la caja, junto con sus compañeros de juegos. 

Por la noche, mientras me metía en la cama, mi móvil recibió un mensaje. Estaba tan agotada que decidí ver de qué se trataba a la mañana siguiente. Cuando el despertador sonó a las seis y media, abrí mis ojos, muerta de cansancio, y me levanté. Entré en el baño y me di una ducha. Tras vestirme y desayunar, cogí las llaves, mi bolso, y abrí la puerta del apartamento. 

Me llevé un susto terrible al ver a Harry sentado en el pasillo. Todavía llevaba su uniforme militar y tenía apoyada la cabeza sobre sus rodillas. Parecía dormido, pero no era así. Cuando miró hacia mí, vi sus ojos enrojecidos y su rostro contraído por el enfado. Se levantó y se situó frente a mí. Me intimidó y di un paso atrás, quedando pegada al quicio de mi puerta.

— Entra. – Me ordenó, apremiantemente-. Tenemos que hablar. 

Iba a negarme, pero de qué hubiese servido. Hice lo que me pidió, y cerró la puerta tras él. Tiró su petate, de malas ganas, en un rincón del salón, y se enfrentó a mí.

— ¿Tienes idea de lo mal que me haces sentir? – Me preguntó -. Me marcho el domingo, dejándote totalmente destrozada. Muevo cielo y tierra para que me den este estúpido traslado, y cuando estoy a punto de subir al avión, recibo ese mensaje de mierda que destruye todos los sueños que tenía de compartir mi vida contigo.

Mis ojos enrojecieron al escucharle. Tenía toda la razón. No era capaz de decir nada para defenderme.

— Si no pensabas en serio el dejarle, tendrías que habérmelo dicho.

— Le he dejado. – Fue lo único que pude decir.

— ¡Le has dejado! – Gritó -. ¡Después de follártelo otra vez! ¿Cuántas veces han sido, ____?

— ¿Y eso qué importa, Harry?

— Te acostaste con él nada más volver aquí, ¿no es cierto?

— Sí. Ya te advertí que nuestra relación era complicada. Me ha costado mucho dejarle, pero lo hice porque te amo.

— ¡Y un cuerno! ¿Me amas? También me has dejado a mí. No debes quererme mucho cuando has actuado de esa forma.

— No tengo defensa alguna. No sé qué decirte para que me creas.

— Antes pensaba que no podía haber nada peor que la decepción que me llevé con Carla, mi ex novia, pero ahora veo que me equivoqué. Tú has sido mi mayor fracaso, ____. Eres la persona que más daño me ha hecho en toda mi vida.

— Lo siento, Harry.

No pude evitar ponerme a llorar y me senté en el sofá. Él permaneció de pie en todo momento, mirándome impasible. Cogió su petate y se marchó de mi apartamento, sin mirar atrás, y dando un gran portazo. Me lo merecía. Cada una de sus palabras quedó grabada en mi mente. No volví a verle ni a saber nada de él hasta el día de la boda. Ale y Michael lo situaron en otra mesa, muy alejada de la mía, para que no tuviésemos que vernos durante la comida. Ale me lo advirtió el día antes.

La mañana del sábado, salí de mi nuevo apartamento y me dirigí a la casa de Ale. Había quedado con ella para ayudarla a vestirse y a prepararse para la ceremonia. Estaba muy hermosa y ambas no podíamos parar de llorar. La maquilladora le llamó la atención en varias ocasiones porque su maquillaje se estropeaba una y otra vez. Cuando me enfundé en el traje de dama de honor y la maquilladora y la peluquera me atendieron, Ale me miró, complacida, y me besó en la mejilla.

— No te preocupes. El tiempo lo cura todo. Encontrarás a alguien para compartir tu vida y volverás a ser feliz.

— En estos momentos no me planteo algo así.

— Pareciese que te sientes cómoda sumergida en tu dolor.

— No es que esté cómoda. Es que me lo merezco.

— Pero, en realidad, ¿por quién estás así? ¿Por Zayn o por Harry?

— No lo sé realmente. Supongo que por los dos. A ambos les he hecho daño.

Ale y yo entramos en el coche nupcial, acompañadas por el padre de ésta, y guardamos silencio la mayor parte del trayecto. Cuando llegamos a la iglesia, había un gran número de invitados en el exterior de ésta. Muchos de ellos comenzaron a tomarle fotos a Ale y yo me aparté. Al llegar el momento, nos situamos en posición y entramos en la iglesia. 

Mi corazón comenzó a latir como un caballo desbocado al ver a Harry junto a Michael. Dios… Estaba tan guapo con aquel esmoquin, que una punzada de dolor me sacudió por completo al ver lo que había perdido, a causa de mi indecisión. Él me observó, de arriba abajo, durante unos segundos, pero después desvió su mirada hacia Ale y no volvió a reparar en mí. Me situé en el lado que me correspondía y permanecí estática, hasta que finalizó la ceremonia. Ale y Michael eran la viva imagen de la felicidad. Cuando se dieron su primer beso, como esposos, todo el mundo aplaudió y rieron. Me apenó pensar que yo no podría pasar nunca por la misma situación. Ya no era merecedora del amor de nadie. No volví a coincidir con Harry ni en la recepción, donde servían los entremeses y las bebidas, ni cuando pasamos al comedor. 

Me resultó curioso no acordarme de James hasta que nos trajeron los postres y los novios cortaron la tarta nupcial. Afortunadamente, me habían sentado en la misma mesa que los hermanos de Ale, con los que tenía una buena amistad, y estuve entretenida gran parte del tiempo. Cuando terminó la cena, muchos de los invitados se quedaron charlando en las mesas, y otros fueron a la pista de baile. No tenía ganas de levantarme, así que me quedé con la hermana de Ale, que había venido sin pareja, y estuvimos pasando una velada agradable. Recordamos momentos de nuestra niñez y reímos con ganas, en cierto modo desinhibidas, gracias al alcohol que habíamos ingerido. Ale concedió uno de los bailes a su hermano mayor, y Michael se acercó hasta mí.

— Señorita, ¿me concede este baile?

Me hizo reír, no sabía si por lo pomposo de la frase, o porque el alcohol estaba comenzando a gobernar en mi mente y en mi cuerpo. Tomé su mano y le acompañé hasta la pista de baile. La canción que estábamos escuchando terminó, y comenzó una balada. Michael me tomó por la cintura y dirigió mis pasos, lo cual agradecí enormemente. Apenas hablamos. El volumen de la música estaba tan alto que no escuchábamos nada. En mitad del baile, Michael paró en seco y miró a alguien que había detrás de mí. Al girar y ver a Harry, mi corazón dio un vuelco. 

Tuya en la oscuridad (Harry, Zayn & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora