Cuando terminamos de desayunar, volví a la habitación y le encontré allí, tumbado sobre la cama. Tenía los ojos cerrados. Me senté a su lado y le miré, en silencio.
—Esto no tiene solución, ¿verdad?
—Encontraré la forma. Te lo juro.
—Quizás sería más fácil que comenzásemos una vida nueva y olvidásemos el pasado.
—¿Es que prefieres ignorar el daño que te hicieron?
—Me resulta más duro enfrentarlo, sobre todo si sé que tengo muchas posibilidades de perder. ¿Qué te han dicho?
—El juez ha visto el vídeo y no admite la demanda. Ellos han argumentado que sólo querías vengarte porque te apartaron de su grupo.
—¿Qué? No lo puedo creer.
—Sólo conseguiríamos que fuese a trámite si tuviésemos la confesión de uno de ellos. Pero ya sabemos lo que eso implicaría y es peligroso. Además, no pienso permitir que se acerquen a ti bajo ningún concepto.
—Ale y Michael son los cabecillas de esta trama. Estoy segura. Harry no tiene esa maldad. Argumentó que le engañaron para que participase.
—¿Y tú te lo has creído?
—Sí. Le conozco bien. No le perdono, pero sé que en cierto modo, se arrepiente profundamente. No obstante, jamás confesaría porque eso implicaría que su carrera profesional terminaría y además, ellos son sus amigos. No les va a delatar. A no ser que no supiese que le estamos grabando.
—Aunque fuese la única opción, me niego rotundamente a que te acerques a él.
—Hay otra posibilidad, pero es difícil y llevarlo a cabo precisaría de la ayuda de Blanche. No creo que quiera implicarse en esto más de lo que ya lo ha hecho.
—¿A qué te refieres?
—Podría intentar contactar con Michael. Sonsacarle y pedirle explicaciones por lo que le hizo. Quizás le pille fuera del juego y se le escape alguna información importante. Pero no puedo pedirle eso.
—Espérame aquí.
—¿Dónde vas?
—Tú sólo espérame.
Zayn se incorporó y salió de la habitación. Tardó casi media hora en volver y cuando lo hizo, Blanche le acompañaba. Se sentó en la cama, junto a mí, y me tomó de la mano.
—Por supuesto que te ayudaré. —Me dijo-. ¿Dudabas acaso?
—Es arriesgado y un paso difícil de dar, sobre todo después de cómo te trató ese desgraciado.
—No sé qué motivos ocultos tendrían, pero no me trató mal. Ya te dije que lo pasamos bien.
Zayn bufó, al escucharle decir aquello, y la miró enfadado.
—¿Y a ti qué te pasa? ¿No te alegras de que quiera ayudar? Tú mismo me lo sugeriste.
—Me molesta que ese hijo de… Blanche, no entiendo muchas cosas, pero si no te digo algo, creo que explotaré.
—No entiendo. ¿A qué te refieres?
—Sé lo tuyo con Robert.
Blanche le miró, sorprendida, y se ruborizó.
—¿Qué es lo que sabes exactamente?
Me levanté de la cama, con la intención de salir de la habitación, pero ambos me detuvieron.
—Esto es entre vosotros. No creo que yo deba ser partícipe en la conversación.
—No te vayas, _____. —Me insistió Blanche y volví a sentarme a su lado-. Zayn, ¿qué sabes exactamente?
—Sé que anoche te lo follaste.
—¡Vaya lenguaje más vulgar! —Exclamó-. ¿Y qué si lo hice? ¿Es que tengo que rendirte cuentas de lo que hago?
—En esta ocasión, creo que te las voy a pedir. Él es mi hermano. ¿Cuándo comenzó esto?
—Sé un poco más claro, por favor.
—¿Te acostaste con él cuando éramos pareja?
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—¿Lo hiciste? —Gritó, más que preguntó.
—¿Y qué si lo hice? —Le plantó cara-. Tú no me tocabas. El último año que estuvimos juntos puedo contar con los dedos de una mano las veces que tú y yo nos acostamos y quizás me sobre algún dedo.
—Yo te fui fiel hasta el último día. Si te sentías atraída por él tenías que habérmelo dicho y habríamos roto mucho antes. No tenías por qué engañarme.
—Te amaba. Lo último que quería era hacerte daño.
—Me lo estás haciendo ahora.
—Lo siento. —Dijo, con la voz quebrada.
Ambos se miraron, con tristeza, y James salió de la habitación, dando un portazo.
—Hubiese preferido no presenciar esto. Ahora mismo no tengo muy claro mi papel en esta relación. —Dije con tristeza.
—¿A qué te refieres? —Me preguntó, extrañada.
—Es evidente que sigue enamorado de ti, si no, no se habría enfadado tanto.
No pude contener las lágrimas que luchaban por salir de mis ojos y sollocé.
—No, no, no, ¡no! —Casi gritó-. Por el amor de Dios no confundas las cosas. Él me quiere sólo como amigo, al igual que yo a él. Pero, ¿cómo puedes pensar eso?
—Es más que evidente. Tú no te has dado cuenta, ¿verdad?
—_____, te reitero que te estás equivocando.
—Necesito oxigenarme. Me voy.