Capitulo 28

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Cuando regresé hasta el lugar dónde se encontraba el coche de Ale, la encontré esperándome. Subí al coche y una vez me puse el cinturón se lo dije.

— ¿Estás segura? – Me preguntó.

— Sí. No me queda otra opción. ¿Tienes su número de móvil?

— Yo no. Lo tiene Michael. Oye, pensé que tú lo tendrías.

— No se lo pregunté nunca.

— De todas formas, no creo que te cogiese el teléfono. Michael se tuvo que comunicar con él mediante Whatsapp para invitarle a la boda.

— Me parece muy triste tener que decirle adiós en un mensaje. Se merece una explicación, una charla.

— Bueno, se lo puedes adelantar por Whatsapp y después, si viene a la boda, lo habláis. Llamaré a Michael y ahora te paso el número.

Ale estuvo charlando durante unos minutos y apuntó en un papel el número. Después, me lo pasó, y yo lo introduje en la memoria de mi móvil. Qué difícil resultó escribir aquellas palabras. Mis manos temblaban y mis dedos apenas acertaban en las letras. Cuando terminé, lo leí atentamente: 

“Te quiero, pero no soy buena para ti. He llevado a cabo mi promesa, pero demasiado tarde. He vuelto a verle en dos ocasiones. Te pido disculpas por mi falta de honradez. Espero que algún día puedas perdonarme. _____."

Tras darle al botón enviar, lloré amargamente. Ale me abrazó y me miró con tristeza. Me preguntó si me apetecía dar un paseo, pero le dije que no. Necesitaba volver a mi apartamento y comenzar a recoger mis cosas. Ale subió conmigo y me ayudó a guardar en una maleta todas mis pertenencias. Cuando terminé, nos sentamos en la cocina y tomamos un té frío.

— La boda no es hasta el sábado. ¿Por qué has insistido en recogerlo todo ya? Sólo estamos a miércoles.

— Quiero estar preparada por si encuentro algo antes de la boda.

— Podría recomendarte un par de sitios que están bien de precio y en una zona bastante buena.

— No quiero que Michael sepa siquiera que me mudo. Podría contárselo a Harry y no quiero que nadie venga a verme, a excepción de ti.

— No te preocupes por eso. Por cierto, tengo curiosidad, ¿por qué no me enseñas esa lata donde guardas los juguetes que te trajo James?

Me levanté y tras abrir una de las maletas, se la mostré. Abrí la tapa y Ale lo miró, fascinada, arqueando una ceja.

— Joder, ____… - Dijo mientras cogía el enorme pene entre sus manos -. ¿No me lo prestarías unos días?

— ¡No! – Me hizo reír -. Son de Zayn. ¿Cómo crees que te lo voy a dejar? Además, ahora que me he quedado sin novio y sin amante, quizás use varios de estos objetos. – Sonreí.

— Pues avísame si merecen la pena y me compro alguno. Me acabo de quedar con las ganas.

— Ve a buscar a tu novio y desahógate con él. – Reí.

— ¿Sabes? Pienso hacerlo ahora mismo. – Rió -. Mañana jueves te busco a la salida de tu trabajo e iremos juntas a buscarte un nuevo apartamento.

— De acuerdo.

Nos dimos un beso y Ale se marchó. Volví a guardar los juguetes en la caja, pero por algún extraño motivo, no era capaz de soltar el pene. Me excitaba sólo con verlo. Decidí que aquel mismo día lo probaría. Quizás no estuviese tan mal tener un compañero con el que relajarme y olvidarme de los hombres durante una buena temporada.

Me desnudé por completo y tras tumbarme en la cama, comencé a jugar con mi amigo. Decidí ponerle un nombre:

Jack.

Cerré mis ojos y comencé a acariciar mis labios vaginales y mi clítoris con aquella punta con forma de fresa. Era suave y lo suficientemente dura como para encenderme. Sin percatarme de ello, pulsé en un botón que había en su base y comenzó a vibrar potentemente. Aquello no lo esperaba y una corriente me atravesó por completo. Estaba tan húmeda que no me hizo falta utilizar ninguno de los lubricantes que Zayn se había dejado en aquella bolsa. Lo introduje en mi interior y noté que me llenaba por completo. Gemí escandalosamente cuando tras moverlo en mi interior, la vibración alcanzó mi punto g. Lo metí y saqué despacio, disfrutando de todas las sensaciones que sacudían mi cuerpo. Mis pezones se habían puesto tan duros como si hubiesen sido lamidos y mordidos por James. James… incluso con ese artilugio vibrando en mi vagina, no podía dejar de pensar en él. Al fin y al cabo, él había traído a Jack a mi vida. Cuando sentí cómo comenzaba a formarse en mi sexo aquella sensación maravillosa que antecede al orgasmo, tomé a Jack entre mis manos y lo metí y saqué rápidamente, hasta que llegué al clímax y me retorcí en la cama, sintiendo un placer tan enorme, que quedé exhausta. Pulsé el botón de apagado, pero no me lo saqué. Quería mantenerlo ahí un rato, sintiendo como la estrechez de las paredes de mi vagina lo aprisionaban. 

Abrí los ojos y observé mi cuerpo frente al espejo que había junto a mi cama. Esa imagen era excitante. Pensé que la próxima vez que me masturbase con Jack lo haría mirándome en el espejo y saborearía cada una de mis sensaciones. 

Tuya en la oscuridad (Harry, Zayn & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora