- ¿Me ves con posibilidades? - Me preguntó mientras acariciaba mis pechos, todavía erectos a causa del acto sexual.
- Por supuesto. - Le contesté -. A ver qué tal se nos da el fin de semana.
- Eso suena bastante bien.
Harry sonrió y me besó en el hombro. Estuvimos así un buen rato, hasta que me levanté y busqué mis bragas en el asiento de atrás. Estaban húmedas y frías, y al ponérmelas me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Puse en su lugar mi sujetador y la camiseta y volví al asiento de delante. Harry ya se había vestido y estaba preparado para volver a la carretera. Le di un beso en los labios y este entrelazó sus dedos con mi cabello para acercarme a él.
Mi teléfono comenzó a sonar y me asustó. Harry rió y se apartó, para facilitarme la búsqueda de aquel cacharro infernal que había roto la magia del momento. Era Ale. Por supuesto.
- ____, ¿dónde demonios estáis? Michael y yo estamos preocupadísimos. Tendríais que haber llegado hace casi dos horas.
- Oye, ¿qué hay de "hola ____, ¿cómo estás"? o algo así. Siempre tan brusca...
- Déjate de tonterías y dime ahora mismo vuestra situación.
Lo dijo en un tono tan alto y autoritario que hasta Harry se enteró. Me miró de soslayo y sonrió de una forma tan sexy que estuve a punto de tirar el teléfono y empezar de nuevo a desnudarle de cintura para abajo. Ale, enfadada a causa de mi silencio, volvió a preguntármelo otra vez.
- Estamos de camino. Hemos salido más tarde porque me retrasé en el trabajo. ¿Contenta?
- Sólo quería saber si te encontrabas bien. Perdona mi brusquedad. Pensé que os había ocurrido algo malo y estaba asustada.
- Tranquila, no nos ha ocurrido nada malo. Todo lo contrario. - Sonreí -. Estaremos ahí en poco tiempo. Ya estamos llegando.
- De acuerdo.
Colgó sin más y Harry y yo reímos. Encendió el motor del coche y yo me puse el cinturón de seguridad. Por el camino estuvimos haciendo planes para el día siguiente. La casa de Michael estaba situada a las afueras de un pueblo que tenía mucha vida y bastantes comercios. Decidimos ir juntos por la mañana, para conocer el lugar, y dejar la playa para la tarde. Me encantaba hacer planes con Harry. Se comportaba como el novio que Ryan nunca fue. Le gustaba nuestras charlas y ambos nos hacíamos reír el uno al otro.
Ninguno de los dos nos habíamos percatado que Ale y Michael no estaban incluidos en nuestros planes. De momento pensamos en ocultarles lo que había sucedido entre nosotros. Queríamos vivir aquella historia en la más absoluta intimidad y disfrutad sólo nosotros de ella.
Cuando llegamos a la casa de Michael, aprovechamos unos instantes a solas y nos besamos apasionadamente en el interior del coche. Al escuchar cómo comenzaba a abrirse la puerta de la cancela exterior, nos separamos el uno del otro y tras una sonrisa cómplice, bajamos del coche. Ale se acercó rápidamente a mí y me abrazó con fuerza. Posó sus labios cerca de mi oreja y me preguntó, en un susurro:
"¿Hay algo que quieras contarme?".
Negué con la cabeza y me hice la desentendida. Michael y Harry se adelantaron al interior de la casa mientras que Ale y yo nos quedamos apoyadas sobre el capó del coche.
- ¿Seguro que no tienes nada que decirme?
- No. Ya te lo dije por teléfono. Me retrasé en el trabajo y por eso hemos llegado a estas horas.
- ¡Qué desilusión!
- ¿Desilusión? ¿Qué esperabas?
- No sé, algo como "Harry y yo hemos estado haciendo el amor en mi apartamento, por eso nos hemos retrasado".
- Pues lo siento, Ale. Eso no ha sucedido. - Reí.
- Pareces contenta.
- Porque lo estoy.
- Conocer a Harry te ha venido muy bien.
- Sí, es verdad.
- Por cierto, tengo que preguntarte una cosa. Hay una habitación de invitados en la primera planta y otra en el bajo. ¿Cuál prefieres?
- ¿Dónde está ubicado vuestro dormitorio?
- Arriba.
- Pues entonces me pido la habitación de abajo. - Reí.
- ¿Por qué? - Me acompañó en sus risas.
- No quiero que me despertéis en mitad de la noche con vuestros jadeos.
- ¿Jadeos? - Soltó una carcajada -. Yo no jadeo, querida. Grito.