Me quitó las bragas y se deshizo de su pantalón y su bóxer, tirándolos en el suelo. Me deshice de su camiseta y le esperé. Me pidió que me tumbase boca abajo, y para mi sorpresa, comenzó a darme un masaje. Primero empezó con los pies y fue increíble. Sabía muy bien lo que hacía. Activó todas mis terminaciones nerviosas. Es curioso como en los pies tenemos acceso al resto de sensaciones corporales.
Después se dedicó al resto del cuerpo, dejando las zonas erógenas para el final. Sus manos tocaron mi trasero y mis íngles, y me sobreexcité. Dejé escapar un gemido ahogado en la almohada. Masajeaba y acariciaba aquella zona sensible, pero nunca tocándome donde ya comenzaba a sentir una necesidad imperiosa. Cuando la punta de sus dedos se acercaron a mi vagina, notó la humedad que existía y entonces profundizó. Me alcé un poco para ayudarle a que llegase sin dificultad y me acarició el clítoris, al tiempo que expandía mis fluidos por el resto de mi sexo. Introdujo su dedo índice, mojado, en mi ano y dejé escapar un suspiro.
— ¿Te apetece?
— Sí. Pero sólo un rato. Después quiero que cambiemos.
— Estoy a tus órdenes.
Me penetró sin avisarme, estando tumbada, y me quejé, pero al rato comenzaron a dominarme unas oleadas de deseo que me envolvieron por completo. Se tumbó sobre mí, aprisionando mi cuerpo bajo el suyo y me encantó. No podía moverme y esa sensación de ser poseída me excitó. Mientras me embestía, puse mi mano sobre mi sexo y me masturbé al tiempo que sentía cada uno de sus movimientos. Apenas pude aguantar un par de minutos hasta que el clímax me hizo estremecer, bajo él, y temblar al tiempo que le sentía.
Sacó su miembro con cuidado y me dio la vuelta. Nos besamos y nuestras lenguas se entrelazaron de una forma que hizo a Zayn gemir de placer. Separó mis piernas y me penetró de nuevo, sintiendo ahora cómo aquel cálido líquido, resbaladizo, que había en mi interior, le envolvía. Tomó mis manos, y estiró mis brazos, quedando entonces su cuerpo pegado al mío y se movió lentamente, al mismo tiempo que su pene me llenaba por completo. No tardé en comenzar a sentir de nuevo ese cosquilleo que antecede al orgasmo y me contraje para impedir que sacase su miembro de mi interior. Aquello fue el detonante del clímax para ambos. Tanto su sexo como el mío latían, casi al compás del corazón, y sentimos los temblores de placer del otro.
Zayn me besó y nuestros gemidos de placer se perdieron entre nuestros labios. Se tumbó junto a mí y le abracé. Cerré los ojos y suspiré, cansada. Me besó en el cabello y me apretó contra él. Todo estaba sumido en el más absoluto silencio. Tan sólo se escuchaba el sonido de nuestra respiración.
Un rato después, mientras seguíamos tumbados en la cama, escuchamos a Blanche, que entraba en el piso. Intenté levantarme, pero Zayn me detuvo.
— No te preocupes. Sabe que estás aquí y no va a entrar.
Tocó en la puerta de la habitación y nos habló desde el pasillo.
— Zayn, necesito hablar contigo. Cuando estés disponible ven al salón.
— ¿Qué te ocurre? – Preguntó éste mientras me besaba.
— Necesito otra vez tu ayuda. Tengo una reunión y necesito que me lleves al lugar donde tengo la presentación. Hoy voy con mucha mercancía.
— ¿No puedes ir con tu coche?
— No. Necesito el monovolumen. ____, podrías apuntarte y venir conmigo. Miré a Zayn, extrañada y le pregunté entre susurros a qué se refería.
— Prefiero que te lo cuente ella. – Rió.
Nos levantamos y mientras yo me ponía mi ropa, el abrió su armario y cogió unos tejanos negros y una camiseta de la marca desigual en varias tonalidades. No se peinó, pero estaba muy atractivo con ese look. Iba a salir de la habitación, cuando le detuve y le arrinconé en la puerta.
— ¿Es que piensas que puedes vestirte así y que te voy a dejar marchar, sin más? Debería estar prohibido ser tan guapo. – Le dije y le besé.
— Si vuelves a decirme algo así, te tiro en la cama y no salimos de aquí hasta mañana.
— Pues es bastante tentador.
Nos besamos y Zayn me tomó en brazos. Blanche, que seguía en el pasillo, debió escucharnos, porque volvió a llamar a la puerta.
—Zayn, mantén tu pene dentro del pantalón o te juro que abro la puerta y te saco a rastras.
— Inténtalo si quieres. La puerta está cerrada con el seguro. – Contestó.
— ¿Sabes que con el cabo de una cuchara la puedo abrir?
Me hizo reír su discusión y Zayn bufó, molesto.
— Blanche, te juro que como abras la puerta será lo último de hagas.
— No te tengo miedo, Zayn. Te conozco demasiado bien. ¡Venga hombre! Que si no fuese importante no estaría molestándote. Por cierto, ____, perdona por la intromisión.
Zayn abrió la puerta y ésta nos miró, relajada.
— Por lo menos estáis vestidos. Os he preparado al almuerzo, aunque más bien debería ser la merienda. Son casi las cinco y media.
Mientras comíamos, Blanche me puso al tanto de sus negocios. Tenía una empresa de venta de artículos eróticos llamada Amoreux Blanche y también hacía reuniones para vender dichos productos. Aquella tarde tenía una cita importante y se veía obligada a llevar bastante mercancía. Necesitaba que Zayn la ayudase a cargar con las cajas.
— ¿Quieres venir con nosotros? Es muy divertido. Por cierto, ¿cómo te va con los juguetes que te regaló Zayn?
Al escucharle decir aquello, dejé de comer al instante. ¿Ella le había proporcionado a Zayn todo aquello?