-veinticuatro.

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Lean con atención, que hay algo que hace referencia a una película que me encanta. Le dedicaré el próximo (y último) capítulo al que lo note primero.♡

—o—

  La mente humana era compleja, extraña y retorcida, y era difícil saber exactamente lo que escondía en sus rincones. Y si la mente humana era tan confusa, la de un demonio era diez veces peor. Will estaba empezando a considerar que Bill no tenía nada dentro de su mente, que simplemente era un agujero oscuro e infinito donde sus consejos, regaños y palabras iban a caer para desaparecer para siempre. No podía haber otra explicación, suponía.

  Bill no sentía más amor por Dipper, no sentía una atracción diferente y especial de cualquier otro humano como antes, nada lo diferenciaba del resto del mundo. Excepto los recuerdos, aún tenía en mente las sensaciones que ese estúpido humano le hizo sentir durante meses, tanto buenas como malas, aún recordaba la primera vez que se besaron y lo maravilloso que eso se había sentido. Fue como haber alcanzado una meta que tuvo durante años, como haber cumplido una pequeña fantasía. Bill aún se avergonzaba por desear volver a aquel momento.

  No se lo había dicho a Will, ni siquiera se le pasó por la cabeza decirle que quería volver con Dipper, lo amase o no, porque aún tenía los bonitos recuerdos que le trajo. Habían sido buenas semanas, donde estuvo experimentando en carne propia una vez más el amor, como aquella primera pareja, la que le rompió el corazón. Cuando pensaba en él, se daba cuenta que con Dipper había tenido sus diferencias; no acabó destrozado y llorando como la primera vez. No le dieron ganas de llorar al abandonar la dimensión, o quizá sí, por abandonar allí a Mabel, a quien le había tomado un pequeño y raro cariño; pero esta vez el amor simplemente se esfumó.

  Quien sí había quedado destrozado era Dipper, dijo Mabel cuando visitó la dimensión a escondidas del Pines menor. Mabel mencionó una posibilidad de que Dipper hubiese caído en su propia trampa, que se hubiese enamorado él de Bill. Y eso fue suficiente para tener más deseos de regresar a visitarlo, al menos, algunas veces por mes. ¿Era normal extrañarlo por los recuerdos?

  Esperaba que no fuese una equivocación estar allí, de pie, frente a esa puerta de madera que bien conocía. Eran casi las tres de la madrugada, hora en la que sabía Dipper solía regresar para descansar después de pasar parte de la noche fuera. No estaba nervioso, y eso era lo peor, porque no sentía nada, absolutamente nada, como si no tuviera en el pecho un corazón que latiera con fuerza cuando estuviese cerca de Dipper como si le dijera "hey, ahí está tu amor, estoy emocionado".

  Golpeó la madera con sus nudillos, luego de tomar una pequeña bocanada de aire. Quien abrió la puerta era Mabel, con los cabellos revueltos y el sueño pegado al rostro. Tenía un largo y suave camisón de color turquesa, junto con un par de medias blancas, y no podía faltar su pequeña sonrisa en esa expresión somnolienta.

—Así que decidiste visitar a Dipper después de todo —un simple asentimiento de cabeza fue suficiente respuesta para la castaña—. Entonces búscalo fuera de esta cabaña, porque últimamente vuelve mucho más tarde. Wendy dijo que no se queda con ella, y está preocupada también. Quién sabe lo que Dipper pueda hacer en las noches, espero que no empiece con las drogas... o con el contrabando de mariposas.

  Bill estuvo a punto de marcharse en silencio y Mabel se volvió hacia la cabaña, murmurando algunas palabras antes de cerrar completamente la puerta.

—Te recomiendo empezar por el muelle.

  Eso fue lo que Bill hizo, se adentró a la oscuridad sólo por buscar a ese castaño y pasar algunos minutos con él. Se le hacía extraño pensar de nuevo en ese humano, puesto que ya no estaba ese amor que lo ataba a él, sin embargo, ahora eran los recuerdos quienes lo hacían. Y le divertía pensar en que no había manera de salvarse de eso, no existía forma de esquivar el amor.

Love is for humans [BillDip]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora