Love is for humans [BillDip]

-dieciséis.

  Dipper no durmió esa noche. Con sus ojos puestos en algunas manchas de moho en el techo, pensó en lo que Mabel le había dicho. ¿Bill Cipher enamorado de él? Eso tenía que ser un gran disparate, pero si lo fuera, ¿para qué besarlo?

  Suspiró con cierta frustración y cubrió su rostro con sus manos. Se negaba a creer las palabras de Mabel, no podía ser cierto. Retiró sus manos y las posó en su pecho, girando la cabeza hacia la izquierda. Mabel estaba profundamente dormida a su lado, porque sí, estaban compartiendo una cama ya que Bill y Will ocupaban la otra.

  Llevó su vista al otro extremo de la habitación, dos demonios dormían boca arriba en la que antes era su cama. Will descansaba sobre el pecho de su hermano, mientras Bill lo rodeaba con uno de sus brazos de forma casi inconsciente.

  Bufó y se cubrió con una almohada el rostro, intentando dormir, lo que consiguió horas después.

* * *

  Will era un demonio poderoso, muy, muy poderoso, podría decirse incluso que aún más que su propio hermano menor. Aunque gracias a su corazón tan dulce y blando, jamás había utilizado sus poderes contra algún otro ser viviente a menos que fuese para defenderse a sí mismo o a Bill, pero esto era el colmo, Mabel se había pasado. Si no la quisiera demasiado, la habría hecho explotar en mil pedazos sin siquiera pensarlo.

  Al ser sumamente poderoso, incluso dormido podía vagar libremente por las mentes de las personas y animales que lo rodeaban, leyendo así sus pensamientos o viendo sus sueños. Y culpa de aquello, había acabado accidentalmente en la mente de Dipper Pines; se sintió mal al instante, sintió que estaba fallando a Bill, incumpliendo como hermano al explorar sus pensamientos. Estuvo a punto de abandonarlo, hasta que se dio cuenta que, siendo cerca de las una de la mañana, aún estaba despierto con la mente trabajando con cansancio.

  Su mente decía "Bill" por todos lados, en todos los tonos posibles, algunos murmullos, susurros y otros gritos. Y sólo eso lo impulsó a adentrarse más en esa compleja y magnífica mente para leer sus pensamientos. Se enteró de todo; Dipper no estaba pensando en Bill porque le interesase, le agradase o mucho menos, solamente no podía dejar de pensar en lo que le reveló Mabel con tanta naturalidad y en el beso que tuvieron en la colina.

  Enrojeció de ira, literalmente, y abandonó esa mente antes de que sus impulsos le hicieran hacerle daño al chico que no había tenido la culpa de nada. No quería acusar a nadie de la situación, pero si tuviera que hacerlo, su dedo apuntaría directamente a sí mismo. La culpa la tenía él; Mabel le había contado a Dipper un gran secreto sobre Bill, pero eso no hubiese pasado si él, Will, no hubiera sido tan ingenuo en soltar el secreto en primer lugar.

  A pesar de estar seguro que toda, absolutamente toda la culpa la tenía él no podía evitar estar muy, muy enfadado con Mabel. ¡Ella tampoco tuvo que habérselo dicho, tuvo que haber pensado en cómo se sentiría Bill al respecto! Si no era capaz de calmarse, terminaría quemando todo a su alrededor y eso bien claro lo tenía; sólo unos brazos rodeándole le hicieron soltar un largo suspiro.

—Buenos días, Will —murmuró el rubio con voz ronca y una sonrisa adormilada, poco antes de bostezar. Eso definitivamente tranquilizó al demonio azulado; Bill era una ternura, siempre lo fue. Pero su ternura no era suficiente para hacerlo olvidarse del tema tan fácil; agradecía que él ya no pudiera oír los pensamientos de los demás.

—Buenos días —contestó al tiempo que se levantaba y se soltaba delicadamente de su agarre. Se volteó, y la imagen de Bill que tenía frente a él le dieron ganas de abrazarlo y reír.

  El rubio estaba sentado en el colchón, con el cabello desordenado y la expresión cansada, mientras que se frotaba un ojo con el dorso de la mano. Will por un momento pensó que estaba perdiendo la cabeza por parecerle esa escena tan tierna.