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La ceremonia del funeral de NamJoon  llegaba a su fin, el pecho de Hoseok se contraía rápidamente y Jin lloraba desesperado en el hombro del anterior mencionado, no quería caer ahora, su Hyung necesitaba fuerza y se la daría. El ataúd descendía al hoyo en que estaba predispuesto a quedarse, mientras más lágrimas corrían por las mejillas del chico que desafortunadamente no se pudo casar con la persona que más amaba, odiaba verlo así, vestía un traje blanco bastante bonito, parecía un muñeco de porcelana, pero estaba acabado, dejando ir lo que más quería en contra de su voluntad y sin derecho a reclamar.

Si, la vida cuando quiere puede ser una maldita perra, una desgraciada sin sentimientos; siempre lo he sabido y siempre lo sabré, más Jin no tiene por qué pagar las cuentas que Nam dejó pendientes.

(...)

Conducía a toda velocidad mientras que de sus mejillas descendían montones de lágrimas que hinchaban sus ojos y lograban nublar su vistas, pero ya no había nada más nublado que el cielo de Seoul esa tarde, donde las gruesas gotas provenientes del cielo empapaban cada rincón de la ciudad y de la ventana de su auto también. Por cada segundo que pasaba solo podía pisar más y más fuerte el acelerador, haciendo rugir el motor de su Mercedes Benz gris.

En la mente de Hoseok sólo había espacio para el dolor, la tristeza y un sentimiento que ya conocía bastante bien: La venganza.

Conducía hasta la vivienda del joven de cabello oscuro, sabía justamente a ésta hora nadie se encontraba con él, eso le daría tiempo para hacerle una visita al pequeño Suho.
Estacionó al frente de la casa de su más grande enemigo en ése momento, limpiando las lágrimas de sus ojos y sonriendo un poco sin mostrar su dentadura, más el intento de verse amigable solo se asemejaba a una macabra sonrisa. Bajó de su automóvil y se dispuso a tocar el timbre, para que unos segundos después el joven quien carecía de una camiseta abriese la puerta. El rostro de Suho denotaba confusión, más ya sabía el porqué Hoseok se encontraba allí.

—¡Suho! ¿Qué tal?

—Hoseok...—tragó saliva—Qué sorpresa, ¿Qué te trae por aquí? Que mal educado soy, entra por favor—el mencionado obedeció, deshaciéndose del calzado para entrar en el hogar del enemigo, manteniendo su sonrisa en todo momento aunque en sus ojos ya se podía ver la llama del odio.

—Pasaba a saludar, estuve todos estos días algo ocupado y no pude venir a visitarte. Y bueno... Hoy iba camino al cementerio...—el rostro de Suho de un momento a otro mostraba pánico, al principio no tenía ni una pizca de culpa en la mirada, pero ahora su rostro era pálido y no decía lo mismo que antes—Y recordé a NamJoon por alguna razón, creo que estoy volviéndome loco...¿No crees?—las palabras salían de su boca con una pizca de humor, haciendo sonar a su voz con la mayor tranquilidad posible, aunque tras todo eso se notaba la rabia con que salían todas ellas—no, no lo estoy. Pues hace unas horas vi a mi amigo en una urna... Y todo gracias a ti, Kim Junmyeon.

La voz de Hoseok se hizo grave, profunda y tenebrosa, perdiendo toda pizca de amabilidad, las miradas de ambos hicieron contacto unos segundos, antes de que los puños de Jung impactaran sobre el rostro del contrario, desfigurando un poco su cara y rompiendo su labio superior, Suho no se lo esperaba, más los golpes que le daba eran acertados; sin embargo, Junmyeon no se vio venir un pequeño paño con cloroformo en la palma de Hoseok, lo puso rápidamente más abajo de la nariz de su víctima haciendo que en menos de diez segundos el joven se hallase en el suelo inconsciente. Cuando Suho cayó al suelo, una extraña sensación se apodero de su cuerpo y lo recorría de arriba a abajo, el miedo se apoderaba de él y de repente pensó en TaeHyung, tenía un oscuro presentimiento.

Llevó el cuerpo del de cabellos ceniza a su vehículo, amarró sus manos y piernas. Se subió velozmente al auto y lo encendió, debía llegar a casa cuanto antes, tenía que encontrar la causa de estrella repentino presentimiento.

Tae, espero que estés bien.

(...)

TaeHyung cerró sus ojos mientras esperaba con paciencia el impacto de su cuerpo en la tierra; sin embargo, en vez de esto, sintió como su cuerpo se congeló por completo, había caído en una especie de lago bastante profundo y si no salía de allí rápido se ahogaría. Parecía no tener fin y el pequeño se estaba comenzando a desesperar, el aire comenzaba a faltarle y los nervios le invadían.

Finamente, en lo que nadaba con velocidad hacía arriba, pudo ver la tenue luz y sentir el viento mover sus empapados cabellos, se acercó a la orilla y reposo su cuerpo allí mientras tosía desesperado. Miró hacia arriba, de verdad, era muy profundo el lugar, se volteó al recordar su mochila que aún era sostenida por sus hombros, la colocó sobre sus piernas mientras se disponía a buscar su teléfono, aunque era patético, seguramente se había dañado con tanta agua, y más que eso, el teléfono ni siquiera se hallaba en la mochila.

Un sonido escandaloso interrumpió en sus oídos, era el tono de llamada de su celular, creía estar soñando, se oía muy cerca, por un momento podía jurar que un milagro le estaba sucediendo ¿Cómo era posible que su móvil hubiese sobrevivido a tal caída? Se arrastró temblando—debido al frío del agua—hacía donde provenía el sonido, finalmente y buscando en las hojas de un arbusto y encontrándolo, sintió como si volviese a vivir:

Hoseok lo estaba llamando.

Casi podía sentir que se desmayaba, estaba viviendo la peor de sus pesadillas y sólo deseaba que alguien lo pudiese pellizcar para despertarse.




Caramel Heart - HopeV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora