Cada vez me acerco más, hasta llegar a él.
Sabía que no tenía una estatura promedio, pero nunca pensé que fuera tan alto. Un metro noventa mide de seguro.
-¡Hola! – Digo tratando de mirarlo a la cara.
-¡Hola! ¿Cómo estás? – Dice mirando, prácticamente, hacia abajo.
Yo mido un metro cuarenta y ocho y supongamos que este chico tiene un metro noventa, así que me lleva una diferencia de unos cuarenta y dos centímetros promedio, pero lo más probable es que no mida lo que yo estoy suponiendo y mida un poco más.
-Bien. ¿Y tú?
-Bien, ¿entramos? – Dice señalando la heladería.
-Sí.
Entramos a la heladería y él le dice al chico que está en la caja cuantos helados vamos a querer y la cantidad de sabores.
El chico que estaba en la caja ahora pasa a preparar los helados junto con otra chica.
-Hola. – Me dice ella. - ¿Quién va a pedir primero?
-¿Quieres pedir tú primero? – Me pregunta Adam.
-Bueno. – Le respondo y miro a la chica que está detrás del mostrador. – Quiero ananá y chocolate suizo.
-Ok. – Me dice la chica, mientras tanto oigo que él le está diciendo los sabores al otro chico. - ¿Alguna salsa que le quieras agregar? – Me dice ella.
-Emmm... Frutos del bosque. – Le digo.
-Acá está. – Me dice ella entregándome el helado con una sonrisa cómplice en su cara. Como si supiera que es la primera vez que salimos juntos.
-Gracias. – Le respondo, devolviéndole la misma sonrisa.
El chico le entrega el helado a Adam y salimos de la heladería.
-¿Y ahora a dónde vamos? – Me pregunta.
-No sé. – Sinceramente hoy tengo la mente en blanco.
-Ah, vamos a dejar tu mochila en la camioneta. – Dice mirándome.
-Ok.
Entramos en una calle y veo que hay varias camionetas, pero como no tengo ni idea de cuál sea la suya, me dispongo a seguirlo.
-Pensé que no ibas a venir. – Me dice.
-Sí, yo pensé lo mismo. – Le digo con una sonrisa tímida.
Dejé la mochila en el vehículo, que al final resultó ser una camioneta blanca.
Logramos entablar una conversación y ahora estamos caminando, sin rumbo fijo, por una vereda.
Es muy fácil sacar una conversación con este chico, porque sinceramente le ha pasado de todo y por lo visto, le gusta hablar.
-¿Y si nos cruzamos a ese parque? – Dice señalando una parque para niños con algunos juegos. Asiento con la cabeza y sigo comiendo mi helado. – Ahora que lo pienso, mi hermana nos podría ver. Porque a veces ella dice que se sabe venir a acá a tomar el bus.
Lo que me faltaba, que nos viera su hermana.
-Sí, la mayoría se viene a este lugar. – Le digo.
-Me dieron un cucurucho todo roto. – Me dice y yo me río de su suerte.
Ok, hasta el momento todo va bien.
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El final es el comienzo
Teen FictionDos personas completamente distintas. Una historia que los entrelaza. Un sentimiento no tan mutuo. Amistades que resultan no serlo. Adolescencia y madurez juntas. ¿Destino o casualidad?