Capítulo 5

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Cada vez me acerco más, hasta llegar a él.

Sabía que no tenía una estatura promedio, pero nunca pensé que fuera tan alto. Un metro noventa mide de seguro.

-¡Hola! – Digo tratando de mirarlo a la cara.

-¡Hola! ¿Cómo estás? – Dice mirando, prácticamente, hacia abajo.

Yo mido un metro cuarenta y ocho y supongamos que este chico tiene un metro noventa, así que me lleva una diferencia de unos cuarenta y dos centímetros promedio, pero lo más probable es que no mida lo que yo estoy suponiendo y mida un poco más.

-Bien. ¿Y tú?

-Bien, ¿entramos? – Dice señalando la heladería.

-Sí.

Entramos a la heladería y él le dice al chico que está en la caja cuantos helados vamos a querer y la cantidad de sabores.

El chico que estaba en la caja ahora pasa a preparar los helados junto con otra chica.

-Hola. – Me dice ella. - ¿Quién va a pedir primero?

-¿Quieres pedir tú primero? – Me pregunta Adam.

-Bueno. – Le respondo y miro a la chica que está detrás del mostrador. – Quiero ananá y chocolate suizo.

-Ok. – Me dice la chica, mientras tanto oigo que él le está diciendo los sabores al otro chico. - ¿Alguna salsa que le quieras agregar? – Me dice ella.

-Emmm... Frutos del bosque. – Le digo.

-Acá está. – Me dice ella entregándome el helado con una sonrisa cómplice en su cara. Como si supiera que es la primera vez que salimos juntos.

-Gracias. – Le respondo, devolviéndole la misma sonrisa.

El chico le entrega el helado a Adam y salimos de la heladería.

-¿Y ahora a dónde vamos? – Me pregunta.

-No sé. – Sinceramente hoy tengo la mente en blanco.

-Ah, vamos a dejar tu mochila en la camioneta. – Dice mirándome.

-Ok.

Entramos en una calle y veo que hay varias camionetas, pero como no tengo ni idea de cuál sea la suya, me dispongo a seguirlo.

-Pensé que no ibas a venir. – Me dice.

-Sí, yo pensé lo mismo. – Le digo con una sonrisa tímida.

Dejé la mochila en el vehículo, que al final resultó ser una camioneta blanca.

Logramos entablar una conversación y ahora estamos caminando, sin rumbo fijo, por una vereda.

Es muy fácil sacar una conversación con este chico, porque sinceramente le ha pasado de todo y por lo visto, le gusta hablar.

-¿Y si nos cruzamos a ese parque? – Dice señalando una parque para niños con algunos juegos. Asiento con la cabeza y sigo comiendo mi helado. – Ahora que lo pienso, mi hermana nos podría ver. Porque a veces ella dice que se sabe venir a acá a tomar el bus.

Lo que me faltaba, que nos viera su hermana.

-Sí, la mayoría se viene a este lugar. – Le digo.

-Me dieron un cucurucho todo roto. – Me dice y yo me río de su suerte.

Ok, hasta el momento todo va bien.

El final es el comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora