Me bajo del auto, entro a mi casa y con la cabeza gacha más un mohín en mi cara solo me dirijo a mi habitación. Dejo la mochila en el armario y me tumbo al lado de Ale.
Él está acostado en la cama de mi hermanita y mi cama está vacía, pero no me importa. Necesito de alguien en este momento.
Lo abrazo fuerte por la espalda y él se despierta.
-He, ¿qué haces aquí? – Me pregunta y se ríe.
Ya no contengo mis lágrimas y comienzo a llorar.
-¿Qué pasó? – Se da cuenta de que no es un chiste y me vuelve a hablar. – Hey, ¿Qué hizo ahora? – Me vuelve a preguntar mientras me abraza.
Me siento en la cama y comienzo a hablar.
-Nada. Y eso es peor a que haga algo malo.
-Dios Emma, odio verte así. – Él se levanta de la cama y comienza a hablar mientras que yo solo me dispongo a escucharlo y llorar. – Yo de verdad solo quiero saber qué esperabas de un hombre de veinticinco años de edad. ¿Acaso esperabas una relación? ¿Esperabas que te amara?
-Yo jamás quise una relación Ale, yo solo pensé que él era diferente.
-Te usó todo el tiempo, eso fue lo que hizo. – Niego con la cabeza.
-No, él no haría eso.
-Emma, abre los ojos ¿quieres? Él supo desde el principio como conquistarte. Él ya sabía que tú gustabas de él, sabía que estabas enamorada.
-Basta Ale, duele demasiado lo que dices.
-Sé que duele, pero debes aceptar que siempre fuiste un blanco fácil para él. Abre los malditos ojos, estás ciega. Te usó, se cansó y ahora desaparece. – Yo solo proceso la información y las palabras que me ha dicho. – Si quieres, puedo dormir en el sillón. – Me dice dando un suspiro final.
-Ale, hay dos camas. Tú duermes en una y yo en la otra, no hay necesidad de irte a dormir al sillón. – Asiente con la cabeza y yo me levanto de la cama, así él puede acostarse en ella.
-Voy al baño. – Le digo.
Entro, cierro la puerta y me siento en el suelo.
Mis lágrimas caen solas. He llorado tantas veces por él que ya no tengo ganas de volver a hacerlo.
Me saco el celular del bolsillo de mi pantalón, lo desbloqueo, abro el block de notas y comienzo a escribir.
"Nunca me escribes para salir juntos, siempre tengo que estar 'invitándote' yo.
No me mandas mensajes, siempre tengo que estar haciéndolo yo.
Te juro que ya me estoy cansando de perder la dignidad por alguien que ni cinco minutos de su tiempo me da.
Ya no me banco que no me des bola.
Yo no te voy a obligar a tener algo, pero al menos dime que no quieres saber nada conmigo así no me ilusiono. Porque parezco una imbécil andando atrás tuyo.
Siempre que me dejas en visto voy, abro el chat y te vuelvo a escribir; porque soy una idiota. Y puede que a ti te parezca una pesada, pero al fin y al cabo es porque te quiero.
Entiendo que no han terminado bien tus relaciones pasadas y que ya no te quieres arriesgar por nadie, pero no todas las mujeres son iguales; y si piensas que yo no me arriesgo por ti estás ciego.
Estoy haciendo lo posible para que esto funcione, pero ese es el problema, YO estoy haciendo lo posible, tu no. No sé si es porque no te intereso, o no te interesa salir conmigo, pero al menos, si pasa eso, solo dímelo.
No me gusta que la gente le de vueltas a las situaciones, por eso jamás lo hice contigo.
Te quiero, pero no puedo estar tratando de intentar algo yo sola; esta pequeña construcción la deben realizar dos personas a la vez, no una."
Decepción.
Así es como se llama. No hay otro nombre para este sentimiento.
Y no solo es decepción, si no también cansancio, tristeza y dolor.
Soy una imbécil, eso es lo que soy.
Vuelvo a mi habitación y me acuesto en mi cama.
Se terminó lo que nunca comenzamos.
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El final es el comienzo
Teen FictionDos personas completamente distintas. Una historia que los entrelaza. Un sentimiento no tan mutuo. Amistades que resultan no serlo. Adolescencia y madurez juntas. ¿Destino o casualidad?