-Ale, tengo que ir a entrenar. – Le digo.
-Te llevo.
-Puedo irme sola. – Le respondo. - Además, estas medianamente dormido.
-No te pregunté si querías que te llevara. Te llevo y punto. - Se levanta a tomar un vaso con agua.
Pongo los ojos en blanco, me levanto del sillón y voy a cambiarme.
-¿A qué hora tienes que estar allá? – Me pregunta.
-A las 20:00.
-Apúrate; no querrás llegar tarde.
-Lo sé, lo sé.
Me termino de cambiar y él se pone su sudadera gris.
-Me tienes que lavar la camioneta. – Me dice mientras nos subimos.
-Lávala tú.
Nos reímos y salimos de casa.
Prende la radio y escuchamos un audio de la película de Juegos de Gemelas.
Esa escena marcó mi infancia.
-Nooo. – Le grito cuando veo que la está por cambiar. – Déjame interpretarla.
Se rie y niega con la cabeza, pero cede al instante y la deja.
-"Si tu mamá es mi mamá y mi papá es el tuyo; y, ambas nacimos el once de octubre, entonces tú y yo somos ¡hermanas!"
-Dios, basta. – Me dice y yo me río.
-"¡Exacto! Hallie, somos gemelas."
-No quiero ni saber cómo ha llegado ese audio a mi pendrive.
Es obvio que yo se lo pasé.
Nos reímos y comenzamos a hablar sobre la juntada que haremos para el cumpleaños de Matute.
Cuando me estoy por bajar de la camioneta, Ale me toca el brazo con suavidad.
-Cuídate mucho; te quiero.
-Ho, dios mío; no te me pongas cursi ahora. – Lo abrazo y me rio. – Yo también te quiero.
-Te vengo a buscar más tarde.
-Ok, salgo a las 22:00.
Entro al club y automáticamente veo a las chicas.
-¡Volví! – Les grito.
-Y te extrañamos. – Me dice la hija de la entrenadora, dándome un abrazo.
-Yo sé que sí. – Le respondo riéndome.
Dejo la mochila junto con las de las otras y me uno al grupo para comenzar el entrenamiento.
-¿Y? – Les digo. - ¿A qué hora comenzamos?
-No podemos comenzar hasta que no llegue mi mamá. – Me responde poniendo los ojos en blanco.
Me río y detrás de mí aparece la profesora.
-Hey Emmita, volviste. ¿Cómo estás? – Me dice.
-¡Hola! Bien ¿Y tú? – Le pregunto.
-Bien, mejor imposible. ¿Ustedes ya estiraron? – Le pregunta a las demás chicas y ellas responden con un "sí". – Bueno, van a ir con trote suave hasta la línea blanca de la cancha y vuelven con velocidad. – Nos explica cómo hacer el ejercicio y lo hacemos. Son cuatro repeticiones.
Después de una hora, al fin hacemos partido.
-¿Voy al arco? – Le pregunto a la directora técnica.
-Mira, nos hace falta una arquera. Cuando presenté la lista de jugadoras dejé un espacio, no tienes que pagar absolutamente nada, el Estado les paga la federación y los carnet.
-¿Y a qué categoría le hace falta arquera? – Le pregunto.
-A las dos, cadetes y promocionales.
-¿Y yo atajaría para las dos?
-Sí, si te animas obvio que sí.
-¿Y con el uniforme cómo haríamos?
-El uniforme sí lo tiene que pagar cada una. O sea, lo que ustedes tienen que pagar es solo la cuota del mes para el entrenamiento, el uniforme del equipo y las planillas, que es una por cada partido. – Me responde.
-Bueno no sé, puede ser. Lo tendría que hablar con mis padres.
-Bueno, no hay problema. Piénsalo y me dices.
Pero este año quería retomar tenis.
Al finalizar la clase, salimos del gym y Ale me está esperando.
-Nos vemos luego chicas, besos. – Las saludo a todas y me subo a la camioneta.
-¿Cómo estuvo el entrenamiento?
-Re lindo. – Le respondo. – Me ofrecieron federarme de vuelta, pero esta vez como arquera.
-Que bien; eso significa que la entrenadora te vio en buen estado.
-Eso creo. Aunque este año quería retomar tenis. – Le explico. – Ya sabes que tenis es el deporte de mi infancia y bueno, quería volver a probar.
-Te entiendo. – Se arma un leve silencio. – Entonces, ¿no sabes qué harás?
-Creo que voy a seguir con Handball.
-¿Estás segura?
-No, obvio que no; pero lo voy a hacer por la profe. Ella ha hecho muchas cosas por mí mientras he estado con este deporte, y además, sería mi sexto año en el club. – Nos quedamos callados. – Y también podría intentar retomar tenis y hacerlo en paralelo con Handball.
-No lo sé Emma, son muchas actividades; teatro, handball, tenis, el colegio, y el libro.
-Ni me hables de ese libro. Se me está haciendo eterno el hecho de terminarlo.
-Ya vas a terminar de escribir. – Me dice con consuelo.
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El final es el comienzo
Teen FictionDos personas completamente distintas. Una historia que los entrelaza. Un sentimiento no tan mutuo. Amistades que resultan no serlo. Adolescencia y madurez juntas. ¿Destino o casualidad?