¡Qué aburrida estoy! Me voy a ir a acostar y voy a estudiar en la cama para la evaluación que nos tomarán mañana de Comunicación Social.
Mientras me dirijo a mi habitación, me cruzo en el pasillo con mi hermana y su amiga. Las saludo y para hacerme la amable, les pregunto cómo les fue anoche.
- Nos fue bien. – Responden las dos al unísono.
-¿Sólo bien? ¿No hubo nada más? – Les pregunto un tanto interesada, porque por las caras que tienen no se me hace que les haya ido "bien".
-Después te cuento. – Dice Regina y esas tres palabras me bastan para concluir que no les fue muy bien.
Asiento con la cabeza y sigo mi camino hacia mi habitación.
Cuando llego, destapo la cama, me siento y me vuelvo a tapar hasta la cintura. Comienzo a leer las fotocopias de teoría, pero no les estoy prestando atención. Hasta hace un rato me estuve mandando mensajes con Dalas, y pude confirmar que es un estúpido.
Últimamente me conocen todos en la escuela, no es porque haya hecho algo malo, es solo porque soy muy colaborativa, se podría decir, y no es por hacerme la superior ni nada por el estilo, pero también me conocen mucho más por mi buena onda; me encanta estar metida en todo digamos, ayudar a los profesores, a los preceptores y demás. Me conocen desde algunos directivos hasta Miranda, la vendedora que trabaja en el bufete del colegio.
Entonces el viernes fui a comprar una barra de cereal y ella me dijo que él se había enredado con una chica de otro colegio, a todo esto, esta misma chica le había contado a Miranda y como un día salió el tema de él y yo le dije todo lo que pasaba, ella prefirió contármelo antes de que terminara siendo tarde.
Parece un trabalenguas, pero no es difícil de comprender.
Así que me dijo que la chica con la que se había enredado era medio puta, por decirlo sutilmente, y que últimamente él estaba muy raro, que eso no lo niego, porque está raro y bueno, la verdad es que salieron una noche y no me interesa saber en cómo terminó.
Con él vamos al mismo instituto, pero a distintos cursos. Él está en sexto año y yo recién en cuarto, y sí, tiene dieciocho años y éste año cumple los diecinueve; pero en un momento no me interesó su edad, hasta que abrí los ojos y me di cuenta que no valía la pena.
En el último mensaje que le mandé por WhatsApp me dejó en visto, así que no le pienso volver a hablar.
Para mí es así, la persona que te dejó en visto te tiene que volver a hablar.
Leo la fotocopia por quinta vez y no se me queda nada. Estoy demasiado desconcentrada.
Cuando al fin logro concentrarme oigo que el celular vibra. Debe ser el estúpido de Dalas.
Pero igual no le pienso responder.
Cojo el celular y me sorprendo al ver una burbuja de chat abierta en Messenger, pero me sorprendo mucho más cuando veo quien es la persona que me ha escrito.
Adam Brown.
No lo puedo creer.
¿Por qué me habrá escrito?
Adam: Hola, ¿cómo estás?
Emma: ¡Hola! Bien. ¿Y tú?
No creo que me responda, se debe haber equivocado de chat.
Con éste chico me escribí hace dos años atrás y cuando le dije que tenía quince años me dejó en visto. Si, lo sé, todos me dejan en visto. Aunque nunca me importó que me dejara en visto; en ese entonces yo estaba en otro mundo.
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El final es el comienzo
Roman pour AdolescentsDos personas completamente distintas. Una historia que los entrelaza. Un sentimiento no tan mutuo. Amistades que resultan no serlo. Adolescencia y madurez juntas. ¿Destino o casualidad?