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“Algún día alguien te va a abrazar tan fuerte que todas tus piezas rotas volverán a unirse”

Jack...
—¿Uh?

Dos días...habían pasado solamente dos días y Mark había empeorado, su piel estaba más pálida de lo normal, su respiración se mantenía de forma normal debido a los aparatos que tenía conectado...su corazón esta muy mal.

Eran las 3:00 de la mañana...ya ni siquiera podía dormir. Jackson se quedaba despierto, o intentaba, con él.

—Quisiera...uh...
—Mark sabes que no puedes forzarte demasiado
—Quiero salir de aquí...solo...solo por unas horas...
—Mark...
—Jackson...se que me amas pero yo se que no encontrarán ningún donante...es inútil y lo único que te pido es que me saques de aquí por un rato...se que estamos en otoño y realmente me encantaría ver las hojas de los arboles en el suelo, sentir el aire frío recorrer mi cuerpo...
—Pero..
—Por favor.

Jackson desconectó algunos cables que lo conectaba a las máquinas dejándole solamente con el catéter del suero...a las tres de la mañana no había nadie en los fríos pasillos del hospital, las enfermeras en la recepción “descansaban sus ojos”, los doctores dormían en sus oficinas, era una noche tranquila. Nada de emergencias.

Jackson condujo a Mark hacia el auto.

—¿Quisieras ir a algún lado en específico?
—Uh...el lugar donde nos conocimos por primera vez...

Jackson sabia a que se refería con eso...no era el instituto...el río...aquel río donde Jackson pasaba bajo la lluvia y vio como un pequeño y delgado chiquillo se tiraba desde la orilla del puente.

Al llegar Mark le vio confundido...

—Recuerdas lo que quisiste hacer cuando estabas pequeño? ¿Recuerdas que te lleve a casa de tu abuela y me quedé contigo? ¿Que te deje solo porque tenia que mudarme?

Pequeñas lágrimas amenazaban con salir de los ojos de Jackson observando como su pequeño se desmoronaba y rompía en llanto.

—Jackson...prometeme que cuidaras de mis plantas y que limpiaras el polvo de la habitación de mi abuela, yo...dejaré todo a tu nombre...si quieres puedes irte a vivir a mi casa pero por favor no la vendas.
—¿De que hablas?
—Tu...puedes estudiar en la universidad y...seguir con tu vida.

Mark sonrió y se acercó a su amante dándole un delicado beso en los labios.
—Se que serás feliz, Jackson
—Seremos felices...yo quería decírtelo después para darte una sorpresa pero...el doctor y yo encontramos un donante.
—¿Qué?
—Mark...vivirás.

Sus ojos volvieron a brillar como la primera vez que Jackson le hizo reír.

Letters for Jackson »Markson«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora