II: Calumnia

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Pov Alexia


Bebí una gran taza de agua hasta saciarme. 

Escuché la risa de Yunan resonar detrás de mí, no obstante, sonreí sin girarme hacia él. 

— ¿Entonces eso ocurrió?

— ¿Deberías de saberlo, no?— Musité. Esta vez sí que me volteé, hasta acortar nuestra distancia con un pícaro ademán— Eres tú el que me vigila mediante mi rukh. 

— Si lo dices así suena un poco mal...— Expresó con tristeza, cerrando el libro de mi abuela. 

Hice un vago movimiento de manos, sólo para hacerle ver que me estaba entreteniendo a su costa.

— Suena como tiene que sonar~. 

Haciendo un fingido suspiro de tristeza, el rubio ceniza agachó la cabeza. Me entregó el libro y posteriormente, me miró a los ojos. 

Incliné mi cuello para observarle. 

— No soy raro...— Musitó con un puchero. 

Reí entre dientes, agachando mi espalda para acercar mi rostro al suyo. Cuando estuve lo suficientemente cerca, le sonreí con perversidad. 

— Dice el chico al que le gustan los lugares oscuros y estrechos...— Bromeé. 

— Mira quién habla, tú tampoco te quedas corta con tus manías— Reprochó—. He vivido mucho tiempo junto a ti, soy el más acertado para saber cuáles escondes. 

No le falta razón, en realidad. Es el mejor que sabe cómo lidiar conmigo. 

— Cierto...Pero eso sólo hace que me quieras más, ¿No es así?

Yunan sonrió. 

Como estaba agachada frente a él me agarró un mechón de pelo, acariciándolo hasta las puntas de éste con esa sonrisa todavía en su tierna y mansa cara. 

— ¿Me merezco el abrazo ya o tengo que esperar un poco más...? 

Sonriente, y negando con la cabeza, ladeé el cuello para observarle con un deje de sagacidad. Alcé los brazos y sin más, me tiré hacia él. 

Yunan nada más sentir el impacto dejó salir una pequeña risita dulce, a medida que envolvía sus brazos en mi cuerpo. 

En esa posición subí mi cabeza para observarlo, hasta que finalmente, por su cuenta, abrió los ojos para mirarme de igual manera.

— No habría aguantado mucho más tiempo...— Admitió. Se hacía el afligido, pero en el fondo estaba contento— Canalla, te gusta hacerme sufrir. 

— Mmm...— Rumié, sagaz—Un poco, quizá.

— ¡Alexia!— Escuché detrás de la puerta. Sin moverme del sitio y mucho menos cambiando de postura, esperé a que se abriera. 

Porque se iba a abrir, obviamente y por desgracia. 

Alibaba entró con grandes llamadas de voz, hasta que fue bajando el tono cuando nos encontró de tal forma. 

Instantáneamente colocó una mirada pervertida. 

— ¿Ocurre algo?— Manifestó el de verde, alegre y tuno. 

— ¿Qué cosas hacéis, vosotros dos? 

— ¿No lo ves? Ahora mismo íbamos a pasar al nivel de adultos, así que márchate~— Canturreé. Noté cómo Yunan cerró los ojos, ladeando la cabeza. 

Serpiente dorada [Magi, the laberynth of magic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora