XXII: Rebeldía

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...


— Eres tú de verdad...

Medianamente se puso de pie. El asombro, aunque era extraño en ella, se había impregnado sin poder salir hasta que su mente recopilase la información apropiada.

Aladdin se separó de ella en cuanto vio que se movía. Tras ver su rostro después de tantos años, quiso investigar cada facción que tenía en él, una cara joven y femenina que no había cambiado en lo absoluto. 

Con anhelo y alivio, dejando más bajas las ansias que había estado teniendo, le sonrió ampliamente. 

— No has cambiado nada — Dijo él con dulzura.

— No puedo decir lo mismo de ti — La contraria respondió con un bufido, en forma de risa. Con sus dorados ojos lo repasó de arriba a abajo para concienciarse de su transformación —. Aunque se nota demasiado que sigues siendo tú.

El azulado ladeó la cabeza, ameno.

Alexia dio unos pasos hacia él después de haberse alejado mutuamente. Más alegre y risueña por tenerlo a su lado como cuando era más joven, le colocó su mano encima de su cabeza haciendo ver que medía su altura.

— Incluso eres más alto que yo...— Recordando que antes sólo le llegaba por su abdomen, sonrió— Vaya, vaya. Menuda sorpresa. 

El mago volvió a recrear una sonrisa y a asentir por lo que decía. La azabache se fijó mejor en sus ojos, en esas azuladas orbes para asegurarse de que éstas, seguían teniendo el mismo brillo; Para regocijo suyo, permanecían exactamente como siempre.

Y eso era algo que esperaba.

En un suspiro avanzó hacia él en pocos pasos, para así poder plantarle un cálido beso en la mejilla. Era una bienvenida, casi con un dulce sabor a un esperanzador recuerdo. Habían pasado demasiados años sin estar cerca de él y aquél acto demostraba que se sentía bien teniéndolo de vuelta.

El peliazul se dejó sin dudarlo, con una sonrisa fugaz surcando por sus labios.

— ¡Aladdin! — Exclamó una voz femenina. En una ceja alzada la serpiente miró hacia el costado del chico; Morgiana estaba apareciendo por detrás, y su mirada se iluminó al ver a la pelinegra — ¡Alexia!

— Hola, Mor — Como antes recibió un impacto, aunque este más pequeño. Aquella pelirroja sonrió con tranquilidad, contenta de verla—. ¿Me he perdido de mucho?

— Quizá un poco.

Su vista pasó por su izquierda al soltar a la fanalis. Buscó con la mirada quien había hablado, ya que no provenía de ninguno a los que acababa de ver. Hasta que cerca, se encontró a un azabache de ojos azules con una cicatriz en un costado de su rostro.

Hakuryuu.

Alexia se lo quedó observando en silencio, como si estuviera analizando cada partícula de su ser. El príncipe entre todo ese matojo de árboles y arena, se masajeó la nuca con algo de incomodidad por la mirada tan intensa que recibió.

Había deseado verla. Tuvo tiempo para incluso pensar en lo que le diría cuando lo hiciera, pero ahora que la tenía frente a él no sabía qué decirle; Entre ellos, muchas cosas habían sucedido. 

Tanto buenas como malas.

— Ha estado con nosotros todo este tiempo — Explicó el azulado. Ella asintió todavía ojeándole —. No te preocupes.

Serpiente dorada [Magi, the laberynth of magic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora