III: Salpicadura

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Pov Alexia


— Yunan...— Me lamenté. Tragué en seco y cerré los ojos, notando sus manos por toda mi espalda— Más fuerte. 

Por un lento momento, paró todo acto. 

— ¿Estás segura de que quieres que siga así? Puedo hacerte daño, Alexia.

Negué con la cabeza, agarrando sus manos para colocarlas nuevamente en mí. 

— Me da igual, tú sigue— Sonreí de forma ladeada al notar que volvía a su antiguo cometido. Mi mueca se ensanchó más, cuando percibí cómo aumentaba el ritmo—. Si siento dolor significa que estás tocando en el punto indicado. 

El rubio sonrió al dejar salir un leve suspiro. 

Me mordí el labio al sentir sus dedos en mi piel. El de la trenza los trazaba como si fuera su propia profesión, obligándose a él mismo a hacer más presión en la zona. 

Agaché la cabeza. 

— Oh, por dios— Gemí. Seguí con mis párpados bajados, disfrutando de lo que hacía. 

Con una de sus manos me apartó el cabello. Así tendría más seguridad en hacerlo mejor. 

Me relajé al instante por las corrientes que me daba al moverse, cogiendo aire y suspirando por igual.  

Hasta que detrás de la puerta, escuché pasos recorriéndola de un lado a otro, casi como si alguien estuviera corriendo tras ella. 

Rápidamente, ésta se abrió de forma abrupta. Fue tanto el sonido que impactó, que hasta hizo asombrar al mago que estaba detrás mío. 

Sonreí con malicia al ver a Sinbad, Ja'far y Yamuraiha con rostros entre ruborizados y alarmados.

— ¿¡Qué está pasando aquí!?— Exclamó Sin.  

Con mi camisa ligeramente bajada, moví mi cabeza con gracia. El pelilila frunció el ceño al vernos en semejante escena.

Dio unos pasos hacia nosotros.

— ¡Tú, villano! ¿¡Qué le haces!? 

— Le estoy haciendo un masaje...— Respondió el ojiazul, tan calmado e inocente como siempre. 

Yunan me abrazó con una sola mano. Hizo un mohín e ignoró al rey de todas las formas posibles. 

Ante ello, el de cabello largo gruñó. 

— Se escuchaban muchos gemidos fuera de la habitación, parecía que vosotros dos...— Musitó la mujer de cabello azulado, pícara.

Encorvé mi rodilla, apoyando mi mentón en ella. 

— Es que Yunan es muy bueno con las manos~. 

— Tenía nudos en la espalda, así que he intentado deshacérselos un poco— Sonrió él, asintiendo dulcemente a lo que había mencionado. 

El pecoso suspiró, llevando su mano a la cara para palmearse por los posibles sucios pensamientos que había tenido. 

Al ver la mirada del mujeriego de los siete mares, reí entre dientes. Nada más sentir que me observaba, le guiñé un ojo, divertida. 

Qué mal pensados todos. 

— ¿Qué?— Inquirí, ladeando el cuello— ¿Qué os pensabais, pervertidos? 

— Yo...— Musitó el de los djinns.  

— Si lo que querías era pillarnos a Yunan y a mí regocijándonos entre las sábanas, lo siento...Llegas tarde— Alcé el mentón, entre arrogante y maliciosa—. Eso lo hicimos anoche. 

Serpiente dorada [Magi, the laberynth of magic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora