Serpiente dorada [Magi, the laberynth of magic]

XXIV: Algo encubierto

Alexia's Pov

Me tapé los oídos por el tremendo grito que la pelirroja pegó cerca de mí. Abrí más los ojos al verla tendida en el suelo por su caída, mirándome como si yo misma fuera un fantasma que había vuelto para atormentarla. 

Bajé de la ventana con sutileza y moví mi cabellera, intentando no reírme por cómo lidiaba la situación. 

— Yo también me alegro de verte— Le extendí la mano para que la agarrase, pero seguía temblando y con los ojos aguados. 

— ¿E-Eres tú de verdad? 

En una sonrisa me puse de cuclillas. Ladeé la cabeza con gran picardía y asentí mientras le quitaba una lágrima de su mejilla.

— ¿Quieres tocarme para averiguarlo?—Incité moviendo las cejas. Pero antes de que pudiera seguir burlándome la chica hizo un puchero y se tiró sobre mí.

— ¡He estado esperándote durante tanto tiempo...! — Di un suspiro. Después di palmas en su cabeza con una sonrisa— ¡Pensaba que habías muerto!

— Simplemente me fui de viaje— Cogiendo su mentón para que me mirase, se ruborizó—. No he tardado mucho~.

— ¡Años!

Me encogí de hombros, divertida.

— El tiempo es relativo— Bromeé.

Como si se tratara de un animal rabioso, Kougyoku comenzó a temblar y a ponerse roja. Acto seguido, estaba pegándome débilmente con ambos puños.

Yo me dedicaba a reírme.

¿Qué forma de pegar son estas? Muy flojo.

— ¡Mala persona! —Refunfuñó una y otra vez— ¡Te odio! ¡Mala amiga!

— Ya basta, ya basta — Carcajeaba, apartándola con una sola mano— ¡Me estás haciendo cosquillas!

— ¡Kougyoku-sama!

Súbitamente la puerta de su despacho se abrió de par en par por una patada. Varios subordinados y escoltas entraron corriendo, señalándome al momento nada más y nada menos, que con sus afiladas armas.

Esbocé una sonrisita.

Sólo para molestar más al resto y crear más tensión en el ambiente, la acerqué a mí para abrazarla con fuerza. Mi mueca se ensanchó hasta mostrar mis dientes.

Todos ellos se crisparon. 

— Fu fu... ¿Ahora qué?

— A-Alexia...— Tartamudeó entre mis brazos. La estrujé con más vehemencia. 

—¡Soltadla si no quiere que la encarcelemos!

— No, no... Está todo bien— La pelirroja se movió un poco, sonriente—. Ella es una amiga, podéis bajar las armas.

— ¿Kou?

Torcí mi cuello al escuchar esa voz. Una masculina, y algo familiar para mí. Detrás de toda esa gente había alguien, su poseedor, que intentaba pasar al frente mientras los apartaba.

Me asombré en cuanto vi a un rubio mirándome con el mismo pasmo.

Ambos nos señalamos a la vez.

— ¡Alibaba!

— ¡Alexia!    

Mis labios se formaron en una línea recta. Con delicadeza aparté a mi amiga de encima de mi cuerpo, sabiendo que me miraba con confusión por hacerlo. Me quité el polvo de mi ropa y una vez estuve de pie...