XIII: Lo inaudito

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Pov Alexia

— Alexia-san—La débil y sensible voz de Aladdin resonó en mis oídos. Me volteé a un costado, para mirarlo—. Gracias...Sé que te ha costado quedarte quieta y no hacer algo para vengarte.

Lo estudié mesuradamente, sin responderle por unos instantes.

Luego tracé una dulce sonrisa al mismo tiempo que le acariciaba el cabello al ver lo apenado que se hallaba. El pequeño sonrió más alegre. 

Deposité mi vista en el estadio un momento después, examinando al nuevo rey y, ahora, a su enemigo al fin a punto de morir bajo sus pies.

Entorné los ojos con seriedad al ver a Kouen allí rendido, a punto de ser decapitado. 

Por suerte, nada de esto es real y no morirá. 

Si Aladdin no me hubiera dicho que Hakuryuu acabó por aceptar hacer ver con la magia del primero que lo mataba mas que, en secreto, iba a ser un muñeco de agua y no el Kouen real, lo hubiera sacado de aquí. 

Aún así, pensé que el de la cicatriz iba a asesinarlo de verdad.

Seguí mirando hasta que la espada aterrizó en su cuello y de tal manera, su cabellera roja se meció hasta caer de bruces al suelo. 

Y el griterío no tardó en venir. 

Mi interés culminó en otra persona en cuanto la actuación terminó, mirando un poco más arriba de las gradas en las que me encontraba con Morgiana y Aladdin; Sinbad. 

Estaba sonriendo. 

Agité mis dedos con una diminuta distracción al ver que todavía mantenía esa mueca tan soberbia frente a la decapitación de otra persona. De alguien, que probablemente le molestaba en el plan que tenía en mente. 

Sin, Sin...Se te están viendo tus verdaderos colores. 

No me sorprendía, sinceramente. Siempre lo había visto como un hombre que ocultaba su verdadero ser, que no dejaba que los demás vieran la palpable oscuridad que también lo consumía.

— Kouha y los demás han sido exiliados...— Musitó el mago azulado, mirándome. Bajé la cabeza para prestarle nuevamente, la atención merecida— ¿Irás a verlos después? 

— Ah, cierto— Ésta vez, quien me miró y habló fue la de cabello corto—. Ellos son tus amigos, al igual que la princesa Kougyoku.  

— Sí a los dos~. 

Alcé una ceja al escuchar un suspiro del más joven, curiosa por saber qué le provocaba—a parte de lo obvio—, bufar de tal manera.

Había estado muy agobiado últimamente.

— Sigues enfadada...— Dijo. Elevó los ojos mientras hacía un puchero— Te conozco desde hace ya tanto tiempo que puedo ver que esa sonrisa es violenta.  

Dejé salir una pequeña risa divertida. Casi, irónica. 

— ¿Estás enfadada conmigo? Después de todo fui yo quien te pidió que no hicieras nada. 

Cesado poco a poco mis pequeñas carcajadas fui recreando posteriormente, un gesto astuto y sigilosamente malvado. Él seguía a la espera de que le respondiera. 

Qué cara de pena tiene.

— ¿Y si te dijera que sí?— Bromeé, mirándolo desde arriba por la altura. Mi plan era jugar un poco con él, un escarmiento. Pero pareció que él se lo tomó en serio, porque su expresión cambió a una de decepción y dolor total. 

Serpiente dorada [Magi, the laberynth of magic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora