XV [I/II]

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Hermosos búhos, disculpen mi desaparición pero mi vida personal tuvo un par de inconvenientes y eso iba a reflejarse de mala manera en esta hermosa historia. Por ello opte por tomarme un par de días para que las cosas siguieran su curso y (aunque no estoy del todo bien) creo que he logrado que mi humor actual no interfiera en la secuencia de los sucesos :D

Posiblemente encuentren un par de errores, así que me disculpo por ello. Espero les guste :D Dividí (otra vez) el capítulo en dos partes porque no me acaba de convencer que los capítulos sean tan largos. La segunda parte la tendremos el viernes de la semana entrante \[n.n]/

Muchas gracias a los que siguen aquí y a los nuevos lectores :3 Ahora, dejando de lado la vandalización, espero disfruten la lectura :D


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Tap, tap, tap.

Se irguió con rapidez. Abrió los ojos pero la enceguedora luz lo obligó a parpadear. Llevó sus pequeñas manos a sus parpados y restregó con fuerza. Miró a su lado derecho. Kageyama estaba recostado a su lado. Tenía la boca abierta y la baba le escurría. Hinata lo observó unos segundos. Quería despertarlo para que lo acompañara a ver que era ese ruido pero, al mismo tiempo, sabía que no era buena idea hacerlo ya que si iba con él, Akaashi no le pondría tanta atención.


Estiró sus pequeños brazos. Pasó sus dedos por su desordenado cabello y se puso en pie de la manera más silenciosa que pudo. Tontoyama se las podría apañar solo. Se vistió con la ropa que el azabache había dejado para él y corrió fuera de la habitación. ¡Ese era el gran día! ¡Por fin Daichi y Suga se casarían! El pequeño tornado naranja no entendía bien porque los mayores estaban tan nerviosos y un poco descontrolados, pero para él era el evento más bonito que se presentaba. ¡Le daba esperanzas!


Corrió por los pasillos y llegó a la cocina. La casa se había hecho más grande desde que llegó Akaashi. Kuroo y Bokuto estuvieron haciendo mejoras a la cabaña. Ahora contaba con más habitaciones: una para Amargashima y Kuroo, otra para Akaashi y Bokuto, otra para Kageyama y él; y la última adición, una para la pequeña Shimizu y Asahi. Como algo natural, sonrió. La pieza ahora era más acogedora y bella ya que gracias a Iwaizumi y Oikawa, contaban con una bella mesa que adornaba el centro. Y, como cada mañana desde hace meses, Akaashi se encontraba recargado en la mesa tomando té.


A Hinata le gustaba observarlo. Ese era de sus momentos favoritos del día. Porque era el único momento en el que verdaderamente estaban solos. Porque era el único instante en el que el chico de enigmáticos ojos verdes le sonreía solo a él. Y cuando Shouyo observaba ese gesto sentía que el cuerpo se le llenaba de miel. Se ilusionaba pensando que, aunque fuese de manera mínima, aún tenía una oportunidad. Que tal vez, cuando fuese un adulto, Akaashi podía verlo como algo más. Aunque, si Kageyama estuviera a su lado, ya habría sujetado con fuerza su cabeza y le hubiera gritado miles de idiota. Porque el malhumorado niño de ojos azules no se cansaba de repetirle que jamás lograría que Keiji lo viera como un hombre, incluso cuando creciera. Pero, iluso como siempre, él quería aferrarse a la idea, a ese infantil sueño de que el amor lo podía todo. Incluso ser correspondido cuando parecía imposible.

Entre la vida y la muerte [Haikyuu!!] [BokuAka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora