¿Acabas de admitir que te equivocaste?

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Desperté cuando sentí un ronquido.

Abrí los ojos. Rupert roncaba como un oso, abrazándome.

Sonreí. Estaba desnuda en la cama con el hombre que amaba.

Lo amaba. Realmente lo hacía. No creía en el amor hasta que me topé con él.

Acaricié su cabello y besé sus labios suavemente.

Cerré los ojos. Él me correspondió y enredó sus manos en mi cabello.

Lo miré fijamente. Estaba feliz. Hacía mucho que no me sentía tan alegre.

Rupert sonrió.

-¿Sabes que roncas?-Pregunté ladeando la cabeza.

Se sonrojó levemente.

-Lo siento.-Se disculpó.

Reí.

-No importa.

Me acurruqué contra su cuerpo.

-¿No importa saber que el hombre cuyo corazón tienes desde anoche ronca?

Mi estómago dio un brinco al oír sus palabras y sonreí.

-Exactamente. No importa. Existen productos para no roncar. Y además, nadie ronca si pasa la noche en vela.

Pasé mi dedo por su pecho. Él alzó una ceja sonriendo.

-¿Para qué querrías pasar una noche en vela?

-Para repetir la experiencia de anoche.-Dije.-Una y otra vez.

Acarició mi rostro.

-No necesito que sea de noche para eso. Si quieres...

Traté de abrir las piernas o de moverme de forma seductora, pero estaba exhausta.

-Lo siento.-Dije.-Hacer el amor contigo toda la noche me agotó.

Sonrió y besó mi cabello revuelto.

-A mí también.

Nos miramos fijamente unos segundos. Sonreí.

-¿Quieres desayunar?-Preguntó.

Asentí.

-Te ayudaré a preparar el desayuno.

Nuestros cuerpos protestaron al separarnos.

Me puse de pie sin molestarme en vestirme. Rupert no vería nada que no hubiera tocado y besado hasta el cansancio.

Tomé su mano y lo guié hasta la cocina.

Él se puso un delantal y comenzó a buscar algo para hacer galletas.

Me pegué a su espalda y besé su hombro desnudo.

Sonrió y volteó, tomando mi cintura.

-Qué hermosa te ves esta mañana.

Revolví su cabello. Él era perfecto. En todos los sentidos.

-Tú te ves más desarreglado que de costumbre.

-Muy graciosa.

Reí y lo besé, abrazándome a él y despeinándolo a propósito.

-Aún así eres perfecto.

Se sonrojó.

-¿Eso crees?

Asentí, acariciando su espalda y deshaciendo el nudo de su delantal.

-Sí, eso creo. Eres perfecto y único.

El amor no existe [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora