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Jungkook di Silvestri quería algo a cambio de su valioso cuadro, parecía razonable

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Jungkook di Silvestri quería algo a cambio de su valioso cuadro, parecía razonable. Y con toda seguridad, la castaña sabia que aquel hombre multimillonario no estaba acostumbrado a estar del lado de los perdedores, y la única cosa que parecía ahora desear de verdad era ser padre de un hijo sin tener que someterse a las ataduras propias de un matrimonio convencional.

Todo parecía coherente, viendo las cosas desde el punto de vista de Jungkook. Pero, ¿y desde su propio punto de vista? Se trataba de un contrato serio e impersonal, un embarazo y un posterior divorcio a los dos años. Todo organizado y previsto de antemano. 

Juntó las manos entrelazando los dedos y las apretó con fuerza. ¿Era aquella proposición más desagradable que la concepción por métodos artificiales que había llegado a considerar en más de una ocasión? Por más que desease un hijo, no le había atraído la posibilidad de acudir a un banco de esperma para ser inseminada y concebir así un hijo de un hombre del que nunca sabría nada. Lo único positivo del método, había pensado en ella, era que no requería mantener una relación íntima con nadie.

— Si no te encontrase tan atractiva, no te habría hecho ninguna proposición— dijo Jungkook con un tono de voz que parecía acariciar las palabras y que le hizo sentir a ella un escalofrío por la espalda.

Zuzana bajó sus ojos, confundida. Se sentía como alguien que necesitara con urgencia ponerse a cubierto de una lluvia de balas y no encontrase ningún refugio a su alcance. Su cerebro le decía insistentemente que no podía aceptar aquella proposición, que algunas cosas, como tener un hijo, no podía comprarse con nada. Pero, a la vez, había otra voz interior en su corazón que le decía que no tenía otra alternativa si quería sacar a su padre de aquel apuro.

— Si no hemos llegado a un acuerdo cuando salgas por esa puerta, me veré obligado a llamar a la policía —dijo Jungkook con una calma y un tono de voz tan apagada, que su amenaza resultó aún más espeluznante—. Ahora tengo la prueba que necesitaba para inculpar a tu padre.

— ¡Por el amor de Dios! No puedes esperar que una mujer se decida tan alegremente a tener un hijo con un hombre con el que no mantiene ninguna relación afectiva —exclamó Zuzana.

— ¿Por qué no? Las mujeres se casan y tienen hijos con hombres a los que no aman necesariamente todos los días de la semana. El matrimonio no deja de ser un contrato legal al que se accede por múltiples razones. Muchas mujeres se casan por dinero, por seguridad o por tener una posición social. No te estoy pidiendo que hagas ningún gran sacrificio.

Zuzana tuvo que morderse la lengua para no contestarle como hubiera querido. Lo miró con resentimiento. Aquellas palabras demostraban una vez más su arrogancia y su alta de sensibilidad. Darle un hijo en aquellas condiciones era algo inaceptable e incluso inmortal, a lo que una mujer como ella no podía prestarse. Ella era una mujer reservada y responsable. Todo lo contrario a él. Jungkook llevaba un tipo de vida que ella aborrecía. No se parecían en nada y ella no estaba dispuesta a irse a la cama con un extraño.

the heir | jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora