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Casi irreconocible, con una inmaculada falda blanca de lino y una brillante chaqueta turquesa, Zuzana Novák subió, al día al siguiente por la tarde, al jet privado de Jungkook

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Casi irreconocible, con una inmaculada falda blanca de lino y una brillante chaqueta turquesa, Zuzana Novák subió, al día al siguiente por la tarde, al jet privado de Jungkook. Llevaba puestas unas gafas de sol negras a pesar de que llovía intensamente. Jungkook había salido esa mañana muy temprano de Halston Hall para asistir en Londres a una reunión de negocios antes de tomar el vuelo con ella.

Zuzana tenía una resaca tremenda y apenas había conseguido pegar ojo en toda la noche. Había tenido tiempo en aquellas largas horas de reflexionar sobre lo ocurrido. Jungkook tenía razón, ella no se había comportado como cabía esperar de una novia. Había tenido un vestido de ensueño, un novio muy atractivo y una fiesta fabulosa, pero le había faltado una cosa, el amor. Había echado en falta esa promesa de amor eterno que todas las novias sueñan recibir en un día así y eso había empañado su felicidad. Era como si, sólo después de la boda, se hubiera dado cuenta de lo que realmente era su matrimonio. Pero había firmado un acuerdo con Jungkook y estaba dispuesto a cumplirlo.

Jungkook subió al avión poco después y la miró fijamente.

— Hola...

Zuzana se volvió en seguida al oír su voz y le miró muy nerviosa, tratando de descubrir cuál era su estado de ánimo después de lo que había sucedido la noche anterior.

— Creo que no te van a hacer falta las gafas de sol —añadió él con ironía señalando la ventanilla, por la que se podía ver la lluvia cayendo a mares.

Zuzana suspiró resignada y se quitó las gafas, sabiendo que, a pesar del maquillaje que se había puesto, se le notarían los ojos rojos e hinchados.

— Y, por favor, suéltate el pelo. Adoro tu pelo, mia bella —añadió él con naturalidad, como si se lo llevase diciendo desde hacía años.

— Debo tenerlo hecho una pena —replicó ella, algo avergonzada—. No tuve tiempo de arreglármelo y por eso decidí llevarlo recogido.

Al ver que no le guardaba rencor por lo que había pasado la noche anterior, decidió ceder, se puso de pie y se quitó la cinta que le sujetaba el pelo, dejando que cayera libremente por los hombros.

Él la miró con una sonrisa de satisfacción y le pasó las manos por las mejillas para apartarle el pelo de la cara.

—No necesitas hacer nada con tu pelo. Está precioso tal y como está. Me gusta así, natural.

Pero Zuzana no estaba muy convencida de que él supiera reconocer lo que era de verdad natural. Con toda seguridad, las mujeres que se habían acostado con él se habrían metido en la cama completamente maquilladas y a la mañana siguiente habrían ido corriendo muy temprano a arreglarse otra vez al cuarto de baño para estar presentables cuando él se despertara.

—Sobre lo de anoche... —comenzó diciendo ella tímidamente.

— Olvídate de eso. Hoy es un nuevo día —dijo él, arrellanándose en el asiento frente a ella y abrochándose el cinturón de seguridad para el despegue.

the heir | jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora