Un día y medio después, ya en víspera de su regreso a Inglaterra, Zuzana miró consternada la varilla del test del embarazo.
No cabía ninguna duda, era lo que ella se había temido.
Costaba creer que hubiera podido quedarse embarazada en el poco tiempo que había estado con Jungkook. Se sintió desconcertada y algo confusa. Por una parte, desearía ponerse a bailar y dar saltos por la habitación y decirle a todo el mundo que quisiera escucharle que estaba esperando su primer hijo. Había soñado durante mucho tiempo con llegar a ser madre, y ahora que estaba a punto de lograrlo, tenía que sentirse eufórica.
Pero, por otra parte, estaba confusa y desconcertada por el resultado positivo de la prueba. Podía significar el final de su matrimonio, y eso la llenaba de tristeza. Amaba a Jungkook, no estaba preparada para perderlo. Quizá no lo estuviera nunca. No sabía si podría resistir tener que volver a Charlbury St Helens y llevar sola su embarazo durante casi ocho meses sin recibir más que alguna que otra llamada por teléfono del padre de su hijo. Pero tenía que ser realista, ése había sido su acuerdo. Él se había casado con ella sólo para tener un hijo y, ahora que estaba a punto de lograrlo, volvería de nuevo a su vida de siempre, a disfrutar de las mujeres, los buenos vinos y las fiestas.
Aunque pensándolo bien, podía ser que el resultado de la prueba no fuese muy fiable, se dijo mirando detenidamente el test de embarazo que acababa de utilizar. No tenía un aspecto muy profesional y le había costado muy poco dinero en la farmacia donde lo había comprado. Decididamente, el resultado de aquella prueba carecía de valor. Además, si se lo decía a Jungkook, él seguramente no le daría ninguna importancia hasta que no la viese un ginecólogo de reputación. Lo mejor era olvidarlo todo hasta regresar a Inglaterra. Era una insensatez quemar todas las naves tan pronto. No le diría nada a nadie hasta que no tuviese un diagnóstico fiable. Tenía que ser prudente.
Pero tenía que cuidarse y tomar precauciones por si realmente estaba embarazada. Nada de alcohol ni de comidas pesadas. De momento se encontraba bien y no sentía ninguna molestia, salvo una ligera inflamación en los pechos y una cierta sensación de cansancio mayor de la habitual, pero nada de importancia. Puso una mano en el vientre y se quedó inmóvil unos segundos tratando de descubrir si realmente podía haber una vida allí dentro.
Se puso un vestido sencillo largo y recto de color carmesí que ocultaba todas sus curvas y bajó las escaleras en dirección al comedor. Agustina, el ama de llaves, le informó de que Alice estaba con Jungkook. Zuzana estaba a punto de entrar en la sala para reunirse con ellos cuando le sorprendió escuchar una conversación algo subida de tono.
— ¡No, de ningún modo! –oyó decir a Jungkook.
— Pero yo no tengo valor para mirarla a la cara –dijo Alice angustiada–. Zuzana se merece saber la verdad, Jungkook. ¿Cómo crees que se va a sentir si no se lo dices?
Sorprendida por aquellas misteriosas palabras, Zuzana se escondió en una esquina del vestíbulo para que no la vieran, deseosa de averiguar de qué estaban hablando tan acaloradamente.