Luego de un rato en el que Shanon estuvo insistiendo a su hija para tomar un poco más, Charlie, su jefe, se acercó a la mesa a saludarla y le habló del veterinario suplente que había contratado para cubrir su puesto mientras ella estuviese en Italia. Al final, después de muchas discusiones, Zuzana había decidido no aceptar la oferta de Jungkook para que fuera copropietaria de la clínica. No quería mejorar en su carrera a costa de su dinero y su influencia. Además, pensó que eso sólo supondría para ella asumir más responsabilidades de las que ya tenía. Ya tenía trabajo más que suficiente y había pensado que un trabajo a tiempo parcial sería más adecuado a su nueva situación. Le permitiría mantenerse al corriente de las novedades veterinarias y tener a la vez un poco de tiempo libre para atender sus nuevas responsabilidades familiares y trabajar por su sueño de levantar un refugio benéfico de animales.
Aquel hombre se estaba despidiendo de ella cuando se acercó a la mesa un joven alto con el pelo oscuro y liso. No recordaba que estuviera en la lista de invitados y se sorprendió cuando la invitó a salir a bailar.
— No recuerdo haberte visto antes.
— Claro que no, acabo de llegar a la fiesta con unos amigos —respondió él muy jovial y sonriente–. Soy Demetri Montgomery –dijo a modo de presentación tendiéndole la mano.
Zuzana se quedó sorprendida al saber que era miembro de la familia que había sido dueña de Halston Hall en otro tiempo.
— Yo sí sé quién es usted —continuó Demetri una vez que la orquesta dejó de tocar y pudieron hablar tranquilamente—. Usted es la persona a la que mi familia quiere tener lo más lejos posible para que mi padre no pierda votos en el Parlamento por cómo se comportó en su juventud con su madre.
Zuzana alzó la barbilla arrogante ante aquella alusión tan sutil sobre el rechazo de su padre biológico a reconocerla como hija suya.
— Nunca he tenido constancia de que nadie de su familia se interesara por mí.
— He oído a mis padres hablar de usted desde que era adolescente —afirmó el joven—. Recuerdo que mi madre se puso furiosa cuando se enteró de su existencia.
— No veo la razón. Yo nací mucho antes de que sus padres se casaran.
— La verdad es que mis padres ya salían juntos cuando usted fue concebida. Se lo digo confidencialmente porque juré guardar el secreto.
— Nunca pensé que pudiera ser tan importante para su familia —dijo Zuzana con una mezcla de amargura e ironía, recordando que la única vez que había intentado conocer a su padre había sido recibida de forma fría y hostil.
William Montgomery, un conocido miembro del parlamento británico con una brillante carrera política, la había rechazado años atrás, cuando ella estudiaba en la universidad. Había negado rotundamente haber tenido algo que ver con su madre. Le había cursado incluso una carta, a través de su abogado, aconsejándole que se mantuviera alejada de él y de su familia. Era como si su madre pudiera ser portadora de alguna enfermedad contagiosa y mortal, recordó Zuzana con gran dolor. Se maravilló de la ingenuidad que ella misma había demostrado esperando un recibimiento mínimamente respetuoso de un hombre que le había dado dinero a su madre, cuando era casi una adolescente, para que se pagara un aborto y que había rechazado toda responsabilidad incluso después de haberse enterado de que tenía una hija.