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Jungkook tenía un dolor de cabeza espantoso

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Jungkook tenía un dolor de cabeza espantoso. Había tomado su medicación, pero aún no le había hecho efecto. Le apetecía echar un trago, pero sabía que el alcohol no iba bien con los analgésicos que había tomado. Se dio un masaje en la frente y en las sienes y trató también de relajar los músculos del cuello y olvidar los negros pensamientos que poblaban su mente. Estaba ya acostumbrado a sus dolores de cabeza, pero aquél era de los peores que había tenido.

Sabía que Zuzana pensaba de él que era un malnacido. Pero estaba satisfecho. Le había dicho lo que tenía que decirle y había puesto las cosas en su sitio con respecto a su relación. No quería atarse a ella. Pero tampoco quería hacerle daño. ¿Habría sido realmente tan egoísta como para no tener en cuenta, antes de casarse con ella, el daño que podía hacerle? Parecía que sí.

Bueno, después de todo, su matrimonio era un proyecto, un acuerdo comercial y poco más. Su novia podía ser muy sensible e ingenua, pero sería injusto pasar por alto el hecho de que él había pagado un alto precio por sus servicios al aceptar la pérdida del cuadro y renunciar al castigo de su padre. Deseaba que ella gozase con él en la cama, pues sabía que podría llevarles varios meses conseguir que se quedase embarazada. Decidió entonces tomarse aquella copa que no debía tomar y se quedó allí despierto hasta que el trino de los pájaros vino a anunciar los primeros rayos del sol.

Zuzana se despertó a la mañana siguiente al oír un tintineo. Se incorporó para que le sirvieran el desayuno en la cama. Era una bandeja con un servicio completo, una servilleta de lino y una flor preciosa en un jarrón. Una criada muy sonriente, chapurreando inglés, corrió las cortinas y abrió las ventanas y las puertas de la terraza para que entrara el sol y el aire fresco. Se había despertado con mucho apetito y dio buena cuenta de los pastelitos, la fruta fresca, el zumo y el capuchino.

Se puso unos pantalones cortos estampados y una camiseta verde esmeralda y bajó las escaleras. Llevaba el pelo suelto por los hombros. Vio que la puerta que daba al patio de atrás estaba abierta. Sus perros aparecieron como por encanto ladrando muy exaltados y se echaron sobre ella muy contentos de verla. Estaban todos, excepto Weed. Cuando terminó de acariciar a sus mascotas, apareció Jungkook en la puerta, con Weed pegado a sus pies.

Zuzana trató de desviar la mirada, pero era casi imposible pretender no haberlo visto en aquellas circunstancias. Iba vestido de manera informal. Llevaba una camisa de sport que resaltaba la anchura de sus hombros y la musculatura de su pecho, y unos pantalones de lino que se adaptaban perfectamente a sus poderosas piernas y a su estrecha cintura. Pero incluso así vestido, seguía siendo igual de apuesto e irresistible.

Zuzana notó la boca seca y un calor en las mejillas mientras sentía renacer los momentos de placer vividos con él la noche anterior.

— ¿Dónde has estado, Weed? —preguntó ella, prefiriendo concentrar su atención en su dócil perro más que en el depredador sexual que tenía a su lado.

the heir | jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora