Pero si alguien se hubiera tomado la molestia, tal vez, a pesar de haberme reído en su cara, hubiera actuado con precaución o por lo menos no me habría sorprendido tanto, pero no, nadie me avisó. Les cuento porque mi vida está a punto de sufrir ese inesperado giro ¿qué cómo lo sé? Porque no me ha dado tiempo de agarrarme a un pelo de un calvo para sobrellevar esto que se me viene encima.
Opté por dirigirme a ustedes porque pienso yo que no tengo la edad para empezar a escribir en un diario y porque ustedes me podrán dar un consejo si es que el caso lo amerite, o si llegaran a pensar que lo que en realidad necesite es ir con un buen psicólogo.
Hoy es lunes, y por regla general, ya lo saben todos odiamos los lunes, bueno no es que los odie, es que estaba teniendo un sueño tan bonito que no me quería despertar. Son las siete en punto de la mañana, la alarma suena, la apago, miro a mi alrededor, todo tan calmado, me estiro todo lo que puedo en mi cama, hoy es uno de esos días en los que al despertar te preguntas si todo te saldrá bien.
Mis días habían estado pasando de los más normales, la rutina diaria, que no me estoy quejando déjenme y les digo, pero es que a veces nos acostumbramos a lo rutinario que no nos caen muy bien alguno que otro cambio y efectivamente ese día comenzaron los cambios en mi vida, les resumo.
Les tengo que contar desde el comienzo; todo irá poco a poco hasta llegar a su grandioso final, el cual por supuesto ignoro. Quizás la suerte me acompañe, o la mala suerte como yo suelo llamarla.
Ah, por cierto, me llamo Sofía y esta es mi historia, no es una historia puramente de amor, pero alguien tiene que vivirla y en este caso me ha tocado a mí.
¡Bienvenidos a mi caos!
¡Es que no doy una!
¿Saben qué pasa cuándo piensas que nada te puede ir tan mal en la vida?
¡Pasa lo peor!
Si ya sé que todavía no nos terminamos de presentar y yo ya los estoy agobiando con mis problemas, mi vida va de la mano de la famosa ley de Murphy, no es que sea yo pesimista o dramática, pero es algo que tengo bien entendido desde que tengo uso de razón. Lo que pueda salir mal, saldrá mal o todo lo que pueda salir mal, pasará; de aquí el hecho de que sepa todo lo que acurre en esta historia, algo así como poder anticipar el error y chance y pueda corregirlo, es una forma de defenderme.
O como yo lo llamo mi poder de infiltración.
Ok, continúo.
No ha sido un lecho de rosas, eso ya debieron intuirlo, me han sucedido muchas cosas desagradables en el transcurso de mi corta existencia, como ya saben mi nombre es Sofía, bueno mi nombre completo es Sofía Amaya Rivas, mis padres son Anastasia Rivas Romero y Lorenzo Amaya Rodríguez, tengo veintiún años, terminé una carrera en Ingeniería de Sistemas, para trabajar en la empresa de mi padre. Bueno admito que también me han sucedido cosas esplendidas, no voy a contarles que todo me ha ido de la patada, tampoco es para hacerse la mártir.
Las cosas parecían ir bien hasta el momento mismo en que mi hermana Estela conoció a Leonardo, era el abogado de la empresa de papá, desde que ella entró a trabajar, la miraba desde su oficina, ella sentía que la ponía nerviosa, estaba ahí aprendiendo las tareas de la asistente de mi padre, quien tendría una licencia de tres meses por maternidad y mi padre no quería contratar a otra persona, más bien para ahorrarse lo de pagar de más por una nueva asistente.
El caso es que en lo que la asistente la ponía al tanto de todas sus negociaciones, Leonardo la invitó a salir, ella me lo contaba todo a mí, no le conté nada a mis padres, en ese entonces yo tenía catorce años, pronta a cumplir los quince y ella dieciocho; después de cinco meses saliendo y teniendo sus encuentros románticos con Leonardo, papá se entera y resulta que el tipo era casado y con tres hijos, lo acusaron de falsear información, de no pagar a hacienda lo correspondiente al año en curso, papá tuvo muchos problemas para poder conseguir el préstamo del banco.
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Enamórate y verás
RomanceSi alguno de ustedes me hubiera avisado que mi mundo iba a girar nada más, ni menos que ciento ochenta grados, en primer lugar me hubiera reído en su cara; es más todavía lo estuviera haciendo, en segundo lugar; eso solo ocurre en las películas y en...